La creencia colectiva dice que sí, que es evidente que tomar clases aumenta la seguridad, pero parece ser que hay que matizar la afirmación. Según una revisión de estudios sobre ello, tomar clases de esquí no aumenta ni disminuye, por sí mismo, la seguridad. Pero analicemos bien antes de saltar o sacar conclusiones apresuradas.
Ante todo habría que ver a qué llamamos seguridad y a qué entorno nos estamos refiriendo. ¿Hablamos de las pistas?¿De cuáles de ellas? ¿Hablamos del fuera de pista?¿Contamos accidentes a secas o lesiones?¿Qué tipo de accidentes y daños? Los estudios objeto de esta revisión se refieren a la seguridad bajo el punto de vista de la cantidad y gravedad de lesiones, y esto dentro de las pistas de la estación de esquí. Es decir, estos análisis que citamos hoy no contemplan, por ejemplo, el efecto más complejo de una formación para el montañismo o el entrenamiento a largo plazo de atletas, sino que se centran en lo que ocurre en las zonas controladas de la estación. Con todo, los datos son interesantes y merecería la pena que los que estamos involucrados en la enseñanza reflexionásemos a su luz.
Una de las tesis de esta revisión es que la enseñanza formal del esquí no está orientada a evitar lesiones, sino a la adquisición rápida de habilidades. Como consecuencia, se puede incluso llegar a crear una sensación falsa de seguridad que induzca a asumir más riesgos, tal como comentábamos el otro día. Los autores del artículo hacen una comparación interesante con otras formaciones, como la de piloto de avión, en la que sí existen unos protocolos específicos para automatizar respuestas ante emergencias y que se reaccione espontáneamente sin pensar. El esquí no es la aviación, desde luego, pero tal vez pudiéramos extraer y adaptar alguna lección aprovechable. Algo tan obvio quizás como que, si no se enfatiza la seguridad, ésta no aparece de la nada por generación espontánea.
Sin meterme en mayores profundidades aquí dejo hoy las dos cuestiones. Por un lado el no dar por ciertas sin refutar las creencias por el simple hecho de que parezcan evidentes, pues partiremos de premisas falsas para analizar problemas delicados. Por otro, la posibilidad de que podamos enriquecer la formación del esquí con lo que los expertos en seguridad puedan aportar; por ejemplo, qué mejoras introducir en nuestra atención, nuestra propiocepción o nuestro acondicionamiento físico para evitar los accidentes y, llegado el caso, minimizar la gravedad de las posibles lesiones.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2014