Hace años unos colegas austriacos vinieron a esquiar a Sierra Nevada en primavera. Uno se decía, ya ves, estos tíos acostumbrados a nieves en polvo fabulosas y estaciones por cada esquina de sus innumerables montañas, van a pensar que mi pueblo es un parquecito de nieve pobretona y escasa, dura por la mañana y pastosa por la tarde en la que apenas se puede esquiar. Nada más lejos de mis temores. Mis colegas austriacos bregados en los Alpes, Argentina, Nueva Zelanda y otras muchas estaciones repartidas por aquí y por allá, coincidían en su impresión: Sierra Nevada tiene una de las mejores nieves primavera que habían esquiado.
Y así debe ser. Por las condiciones de Sierra Nevada su nieve primavera es bastante franca y bien compactada. Se hiela hasta su base por la noche y se derrite lentamente por la mañana, a medida que el sol se desplaza por sus laderas del levante al poniente. Ello hace que el fuera de pista sea seguro y entretenido, ya que minimiza el riesgo de avalanchas y, conforme se derrite su capa superficial, ofrece un manto cremoso, fácil y divertido que, quizás no sea como el polvo por la cintura, pero al menos permite disfrutar de descensos emocionantes – a veces inolvidables - en esas épocas en las que muchos aficionados ya han cambiado la nieve por la playa.
El secreto está en “seguir al sol”. Por la mañana las caras sur y suroeste ya habrán empezado a derretirse y, a medida que esta nieve se vuelve más pegajosa, iremos en busca de las laderas expuestas al poniente.
En fin, no dejen de pasar la oportunidad de disfrutar de la nieve en primavera; no se fíen de los que hablan de nieves malas, que se quejan del hielo a la mañana y de los patatales en la pista por la tarde… Si un par de guías de montaña austriacos lo han dicho, debe de ser por algo, jaja.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2006