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Última actualización: 22/04/2024 a las 20:28:35 (CET)

¿Cuántas veces me voy a caer en la primera etapa?

¿Cuántas veces me voy a caer en la primera etapa?
Imagínate que entras en tu hipermercado favorito y lo primero que te encuentras es un larguísimo lineal con docenas de clases de esquís nórdicos,
Imagínate que entras en tu hipermercado favorito y lo primero que te encuentras es un larguísimo lineal con docenas de clases de esquís nórdicos, más de 30 tipos de ceras, todo tipo de utillajes y líquidos… y hasta unos esquís de casi un palmo de ancho y tres metros de largo en los que pone por toda referencia “For Deep Snow”. Parecen unos esquís de mentira, hechos para una peli o para un tipo más alto que los Gasol, pero no, son de verdad, están en venta, igual que unas botas para pescar en lagos helados que se anuncia que aguantan -100 grados centígrados…

Bienvenidos a Laponia, uno de los lugares donde la gente aprende a esquiar de fondo poco después de andar, donde los coches y hasta las bicis circulan con neumáticos de clavos y donde acabamos de iniciar la Border to Border cuando leas estas líneas. Una de las fotos de este blog es el Lago helado por el que llegaremos mañana y al que se tiran algunos justo después de la sauna, como un ritual de salud que no acabo de entender. Hoy, entrenando las ceras (he decidido salir con mis esquís de escamas, lentos pero seguros, porque no está nada claro qué cera agarrará mañana), hemos descubierto señales de tráfico con esquiadores, como la de otra de las fotos. Significa que hay vamos a cruzar una carretera y conviene pararse a mirar y no cruzar esquiando sin mirar. Desde luego, es todo blanco, no hay asfalto, sino hielo blanco confundido con la nieve.

El plan de la primera etapa es recorrer 62 kilómetros. Teóricamente esto del esquí de fondo es para los planos y Finlandia lo es, pero justo mañana tenemos que atravesar la estación alpina de Ruka, que sólo tiene 200 metros de desnivel… Una ruina para el alpino, pero un barranco para estos esquís estrechos, sin cantos y con botas flexibles y sólo agarradas al esquí por la puntera. Vamos, yo puedo hacer una cuña muy justita, y si la nieve no está dura o la pendiente no es ni una pista azul de alpino… En esos caso, hay virgueros capaces de esquiar en paralelo con estos palillos. Yo no, desde luego. Llegado el caso, elijo una de las dos opciones disponibles para un rookie como yo. La primera es descalzarse durante unos metros. La segunda es caerse con toda la dignidad posible y buscando nieve blandita.

Encima, las temperaturas han subido drásticamente. Y eso es lo peor. Resulta relativamente sencillo elegir una cera que agarre sin hacer zueco a los -10 o -15 habituales por aquí en esta fecha. Los que había la semana pasada. Pero ahora, a 0 grados, es un drama. Es la temperatura crítica y además la nieve transforma. Así que hay que elegir entre la cera o el superpegajoso klister, y una vez eso, acertar con la variedad indicada para esta temperatura.

Aquí hay buenísimos ski-man (técnicos en ceras y esquís), y también expertísimos esquiadores que incluso han completado la Yukon Artic Race (3 días y 160 kilómetros en Groenlandia a -35), pero nadie tiene una varita mágica para acertar con la cera al 100%. Por eso yo tomo la salida con mis modestos esquís de escamas, con los que iré lento, pero me olvidaré de ceras y me concentraré en caerme sin hacerme mucho daño en cada uno de los helados terraplenes que caen hacia las carreteras para cruzarlas. En otra de las fotos me veis en el cuarto del skiman, encerando mis esquís para la prueba de hoy. En cada hotel de Laponia hay un cuarto como éste, dedicado a la puesta a punto de los esquís.

En fin, ha llegado el momento. Salimos. Tres españoles en este grupo (hay cuatro formaciones, que toman la salida escalonados en cuatro días), dos bomberos de Alcantarilla talla XXL y yo, que me siento diminuto a su lado y al de los grandes esquiadores que estoy conociendo. Y no es modestia: he echado cuentas y resulta que esta semana, en la Border to Border, voy a hacer más kilómetros de esquí nordico de los que había hecho antes en toda mi vida. Y no es un chiste.

Así que, o voy a hacer el cursillo de esquí nórdico más extremo que existe, o me voy a hartar a hacer kilómetros en el autobús-escoba que recoge a los retirados. To be continued!







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