Como ya he dicho, Leermos se puede hacer en una mañana, y así lo hicimos. Por tanto, teníamos la opción de seguir esquiando y disfrutando de esta hermosa estación, o por el contrario, ya que el forfait lo permite, ir a cualquiera de las otras estaciones de la zona. Optamos por la segunda opción, ya que al ver la estación de Biberwier desde arriba, nos pareció que podía ser muy buena opción para terminar el día.
Así que bajamos y para no perder tiempo con los esquí-bus, me descalcé las botas y cogimos el coche para dirigirnos a esta pequeña joya, del estilo de la Ahorn en Mayrhofen.
Así pintaba la pista Standard a mitad de su trazado.
Si os fijáis bien en el plano de pistas que os puse veréis que esta estación está compuesta por un par de sillas y otros tantos arrastres.
La estación en sí, tiene por así decirlo, dos partes, una para principiantes, y otra para esquiadores expertos, aunque no es una pista realmente exigente, sí se requiere cierto nivel.
La silla de abajo, es una impresionante silla desembragable de seis plazas, a los pies del hotel Cube, un deslumbrante edificio ultramoderno que transgrede de forma magistral la estética del entorno.
^^Fuente: cube-savognin.ch
Me encantó como rompe con la estética y a la vez, forma un conjunto armonioso con el entorno. Las fotos que tengo del hotel me salieron borrosas y por eso os cuelgo estas dos que he encontrado por la web.
Es impresionante que para dar acceso a tan pocos kilómetros esquiables, y una estación en la que no se espera gran afluencia de público, tenga una silla tan moderna y bien equipada.
La otra silla, la Marienberg-II, que da acceso a la parte "difícil" de la estación, ya es una silla más discreta, con un equipamiento más normalito.
Al no ser desembragable, es lenta, pero eso a mí no me importa mucho, porque te permite disfrutar del espectacular paisaje, con ese macizo rocoso que está a su izquierda o el bosque que se extiende hasta Lermoos a su derecha.
Al final de esta interminable silla se pueden tomar dos remontes más, pero el día que llegamos, el viento había hecho estragos en la nieve y estaba bastante justita, por lo que esos dos remontes estaban cerrados.
Estos remontes dan acceso a esta zona, que parece que tiene muchas posibilidades en cuanto al esquí de travesía y freeride.
Creo que con esta foto se puede apreciar bien la escasez de nieve en la parte alta.
Desde luego, el Sonnenspitze es realmente imponente. Esquiar bajo sus pies es algo realmente espectacular y tardaré tiempo en olvidar esta imagen que está clavada en mi retina. Sólo por eso ha merecido la pena llegar hasta aquí.
Por fortuna, la escasez de nieve se limitaba a la parte alta, por lo que realizar la bajada hasta la base de la silla o de la estación es realmente una gozada, reforzado por el hecho de que en esta estación, si llegábamos a 20 personas esquiando en la parte alta, quizás esté exagerando.
La bajada en sí, son 800 metros de desnivel, lo que no está nada, nada mal.
Espectacular el camino, que va recorriendo todo el bosque.
Algunos tramos van por debajo de una línea de alta tensión, incluso alguno de sus postes estaban clavados en mitad de las pistas, lo que hace que esta bajada sea aún más peculiar.
Y, aunque se esquía en un valle más cerrado, también se pueden apreciar buenas vistas, como ésta que asoma a la estación de Lermoos.
Como resumen:
Lo bueno:
* Una estación con un carácter auténtico, en el que se respira la verdadera esencia de los Alpes.
* Se esquía prácticamente sólo.
* La vista al imponente macizo del pico del sol (Sonnespitze).
* Buen pisado de pistas.
* El desnivel esquiable.
Lo malo:
* El remonte Marienberg necesita ser modernizado.
En definitiva, esta estación es para pasar una tarde suelta o parte de la mañana, ya que no tiene mucha extensión y no da mucho de sí, aunque a mí me encantan las estaciones de este tipo. El que haya esquiado en Ahorn en Mayrhofen sabrá de que estoy hablando.