Pico del Aneto 1 de Mayo 2005
Salimos de Madrid tranquilos el sábado a media mañana, llegamos a Benasque, pueblo donde nos íbamos a hospedar a las 19:00. Sin pasar por el hotel, nos fuimos a Llanos del Hospital para comprobar tanto el estado de la nieve como que la barrera que hay situada antes del hotel de Llanos estuviera abierta. Efectivamente había nieve desde Llanos y la barrera estaba abierta.
Volvimos a Benasque, dejamos el equipo en el hotel y nos fuimos a dar un paseo por el pueblo. Como siempre en Benasque, un ambiente excepcional; después de la clásica visita a la tienda de Barrabés dimos un paseo por los Tilos hasta dar con un Restaurante que nos diera algo de cenar. Terminamos de cenar y nos fuimos a dormir. Habíamos previsto empezar la excursión a las 6:00 a.m. Para ello decidimos levantarnos a las 4:30. Bajamos a desayunar (de forma copiosa) a las 5:00. A las 5:30 partimos con el coche hacia Llanos; nuestra sorpresa al ver la cantidad de gente con nuestro mismo objetivo.
Mario y Víctor preparando el material Domingo 1/05/05 5:50 a.m.
El parking de Llanos estaba lleno de puntos luminiscentes de los frontales de los alpinistas que comenzaban la ruta. Preparamos el equipo y a las 6:00 tal y como habíamos previsto comenzamos a foquear.
Mario y Víctor foqueando camino al refugio de La Renclusa
A los diez minutos de ruta, nuestro compañero Mario, en una de esas coincidencias que hacen del éxito de la consecución de la etapa algo divino, se percata de que se le han olvidado las gafas. Vuelve a por ellas y continuamos la ruta hacia el refugio de la Renclusa. En vez de acceder por el parking de la Besurta, decidimos ir ladeando hacia la derecha, cargándose desproporcionadamente nuestras piernas derechas. Llegamos al refugio de la Renclusa, y ante nosotros la espectacular rampa que accede al Portillón superior.
Víctor ascendiendo las duras rampas de la parte final del primer tramo hasta el refugio de La Renclusa
Mario señalando la cuesta por la que se accede al portillón superior
Se divisa en ella una inmensidad de puntos negros; alpinistas ascendiendo hacia las cumbres (bien las Maladetas o el Aneto.) Tras una pequeña parada de dos minutos donde reponemos líquidos, comenzamos el ascenso hasta el Portillón superior, cogemos un buen ritmo llegando en algunos casos a los diez metros por minuto de desnivel, sin dejar de dosificar las fuerzas y controlar las pulsaciones. Nos paramos cerca del Portillón a esperar a un compañero, divisando el glaciar de la Maladeta, impresionante. Ahí en la parada compartimos experiencias con gente de diversos sitios Pais Vasco, Cataluña, Francia…todos con una misma mentalidad, espíritu y objetivo.
Ponemos rumbo hacia el Portillón superior. Al llegar a él nos quedamos completamente cegados con la impresionante vista que nos deja el glaciar del Aneto con su cima al fondo.
Espectacular vista del glaciar del Aneto con su cima al fondo
Nos quitamos los esquies y bajamos el portillón para remontar el glaciar hasta el collado Coronas.
Joaquín llegando al collado Coronas; la foto describe perfectamente la dureza del tramo
Las pulsaciones comienzan a subir, estamos ya a más de tres mil metros de altura, esto, indudablemente, afectaba al ritmo cardiaco. El impresionante calor del glaciar se alterna con intervalos nubosos y viento que nos dificultan enormemente la elección del vestuario adecuado, unos íbamos en manga corta, otros en manga larga e incluso algunos con cazadora.
Paramos en el collado Coronas para hidratarnos y tomar algo de energía. Nos percatamos del hambre y la sed que tenemos cuando empezamos a beber y a comer.
Mario posando a la cámara, detrás, vista del último tramo de la subida
Después de la parada continuamos hasta la cima, nos quedaban unos 30 minutos hasta el último tramo, la subida se hizo durísima, especialmente considerando el esfuerzo acumulado que llevábamos y la altura sobre el nivel del mar. Dejamos los esquíes. Nos pusimos los crampones y cogimos el piolet para subir el último tramo. No se hacían realmente necesarios los crampones, especialmente teniendo en cuenta el último tramo, el famoso “Paso de Mahoma” que dado el momento del año en el que estábamos era roca pura sin apenas nieve. Antes del paso había una acumulación de gente grande, la espera te hacía dudar de la consecución final, especialmente si divisabas los cortados que hay a los dos lados. El paso no es complicado, si bien requiere una concentración absoluta, ya que un error puede terminar con nuestra “Aventura”. Llegamos a la cima, ahí realizamos una serie interminable de fotos. Las sensaciones de cansancio se mezclaban con la satisfacción personal por la consecución parcial del objetivo. Todavía quedaba la bajada.
Vista del “paso de Mahoma” y la cima del Aneto
Víctor apoyado en la estatua de la Virgen del Pilar; la famosa Cruz no estaba en la cima, se la había llevado el viento días antes.
Nos pusimos los esquíes y bajamos el glaciar remontándolo un poco en dirección al portillón superior, con el objeto de buscar esa nieve virgen tan preciada por los esquiadores. Las sensaciones de bajar por un glaciar de las dimensiones del Aneto sólo las puede describir el que lleva los esquíes puestos en él.
Mario bajando por el glaciar
Joaquín
y…..Víctor
Según perdíamos altura la nieve se hacía más pesada y complicaba más el giro. Una vez llegamos al valle, bajamos remando hasta la Besurta y de ahí al parking de Llanos. La nieve estaba muy pesada, esto hizo que tardáramos unas dos horas y media en hacer el último tramo, dándole un toque adicional de dureza al que de por sí tiene la excursión. A las 16:40 llegábamos al parking de Llanos. Guardábamos el equipo y poníamos rumbo de Madrid después de parar en Benasque a comer algo.
Una excursión muy dura pero increíblemente espectacular. Una mezcla impresionante entre ambiente, paisaje, dureza, travesía, escalada y descenso.
Hasta la temporada que viene.
Víctor García Durrif