Yo suelo decir mucho que cada átomo del cuerpo que se ponga en movimiento durante un viraje, habrá que moverlo luego en la dirección contraria en la siguiente vuelta. En consecuencia, la mayoría de las veces lo mejor es mover las cosas lo menos posible y economizar el esfuerzo. El caso más típico sobre esto son las rotaciones del torso: si movemos éste en la dirección a la que estamos girando, para iniciar la siguiente curva tendremos que emplear el doble de esfuerzo en proyectar cuesta abajo la parte alta del cuerpo hacia el interior de la misma. Además seguramente estropearemos la parte final del viraje, tenderemos a hacer una diagonal e iniciaremos más lentamente a la siguiente vuelta.
O sea, que más nos vale esquiar con un torso en una actitud más o menos sólida, sin dejar que las fuerzas externas o nuestra pereza lo lleven de un lado a otro a cada curva. Observemos a los corredores – en slalom es donde mejor se ve - y veamos con qué disciplina mantiene el tronco lo más quieto posible, sin hacer movimientos innecesarios. Ello hará que intuitivamente tengamos mejor independencia entre la parte alta y la baja del cuerpo, lo que nos dará mejor angulación, más capacidad de absorción con las rodillas en vez de con la cintura y la posibilidad de mantener la espina dorsal en una mejor posición neutra. Casi nada.
Una de las mejores maneras para mantener un torso sólido es usar las manos como referencia: si éstas están delante de nosotros, en el campo de nuestra visión periférica, podremos conservar más estable y alineada con el suelo la parte alta del cuerpo. Probemos a esquiar con ambas manos paralelas a la nieve y veremos en seguida los resultados que comentaba arriba.
Con los esquís modernos se había puesto de moda en ciertos lugares tanto inclinar excesivamente (sin la angulación correspondiente) como esquiar demasiado de frente a los esquís (tan malo como la contrarrotación puede ser la sobre rotación). El tiempo y la competición han puesto de manifiesto que los conceptos de toda la vida sobre el paralelismo de ejes y la angulación siguen enteramente vigentes.
Para llegar a cabo estos gestos que cuento arriba con naturalidad, nada como un torso sólido con una buena actitud en todo el cuerpo de esquiar “cuesta abajo”. Bajaremos más agresivos y de manera más funcional. Estaremos más anticipados y reaccionaremos más rápido, economizaremos esfuerzos y, en fin, nos quedaremos sorprendidos de los resultados.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2005