¡Casi nada!... contacto con la nieve. Podíamos estar hablando toda la temporada sobre esto porque es, quizás, lo más depurado y lo más difícil de conseguir en el esquí. Y es que, claro, no nos referimos sólo a mantener un contacto constante entre los esquís y el suelo, sino a que este contacto sea fluido y nos permita, a la vez, mantener la línea que deseamos sin perder un ápice de velocidad.
El otro día vimos que con una buena posición y un cambio cuidadoso tenemos mucho camino ganado. Es verdad, pero todavía queda dar forma al viraje y terminarlo, y aquí entran a jugar infinidad de elementos. Uno de ellos es de los que hemos hablado ya bastante, la centralidad, el reparto de pesos y la simetría. Como podemos consultar sobre ello en otros articulillos, resumiré enumerando cuatro cosas que nos pueden afectar haciéndonos adoptar la típica postura en equis de las piernas, derrapajes indeseados, etc.: una son los “stem”, o sea, la convergencia del esquí del valle o del monte, que suelen ser consecuencia de una postura retrasada y de la consiguiente rotación y rigidez articular. Otra es la rotación al interior del fémur, debida también a una posición retrasada y que suele perjudicar la conducción del esquí interior. Relacionada con la anterior, aunque no siempre debida a la misma razón, es la escasa habilidad en la conducción del esquí interior casi siempre debida a una posición errónea del pie. Finalmente, el exceso de inclinación (sin su angulación proporcional) que nos obliga a depositar demasiada responsabilidad sobre la rodilla exterior y a esquiar con una postura de los esquís divergentes y menos estable. En fin, todo ello pueden ser recursos que empleemos en determinadas circunstancias o errores pasajeros que no nos deben preocupar en exceso, a no ser que se repitan con demasiada frecuencia, pero no debemos olvidar que afectarán al contacto eficiente con la nieve y, por ello, a nuestras prestaciones.
Por otra parte tenemos los mecanismos que empleamos para conducir y finalizar desencadenando el siguiente viraje. La distensión temprana de las piernas a lo largo del viraje y la absorción de la compresión que se genera al final de la vuelta – de la que hemos hablado en este espacio extensamente - tiene que ser una recurso técnico dominado por los corredores, de otro modo no serán capaces de mantener una presión constante y fluida, frenándose, seguramente, en la fase final de la curva. Para el esquiador turístico también resulta fundamental si quiere esquiar con funcionalidad y economía de esfuerzos: ir dando botes por las pistas, derrapando y con las fijaciones a punto de saltar cada vez que los esquís reaccionan bajo nuestros pies destroza a cualquiera y, además, resulta poco elegante, je, je (yo soy al primero al que le pasa a veces).
Finalmente, hay un concepto que está relacionado con lo anterior pero que muchos esquiadores desconocen o no le conceden la necesaria importancia ¿Dónde hacemos más presión, al principio o la final de la curva? Lo ideal es que sea lo más constante posible y, lo más fácil, desgraciadamente, es no hacer nada al principio y poner toda la presión al final de la vuelta (como el típico check de toda la vida), pero así no se ganan carreras ni – en el esquí turístico - se usan los esquís de la manera para la que están diseñados, o sea, por lo que hemos invertido en ellos un montón de pasta. Hay que tratar de poner la presión lo más temprano posible y tratar de disminuir lo más posible dicha presión al final del viraje, pero ¿cómo? Esto, como tiene bastante tela, lo vamos a dejar para la próxima semana. Muchas gracias por su paciencia y su atención y
¡Tengan ustedes buenas huellas amigos!
Carolo © 2005