Día 3
El mar, claro, es omnipresente. Este es el puerto de Dalvík, dedicado a la pesca y con algunas actividades enfocadas a los turistas, como el avistamiento de ballenas.
No hubo mucho tiempo de fotografiar la fauna local:
Normalmente dejábamos la furgoneta en algún apartadero al borde de la carretera y calzábamos focas ahí mismo. Imprescindibles neumáticos de clavos porque los márgenes de la carretera suelen tener mucha nieve.
La mirada hacia atrás de nuestra guía Miriam para ver que estamos todos...
... y para arriba
En muchas de nuestras excursiones el mar, que iba quedando atrás, se veía durante gran parte del trayecto, lo que confería a la subida un encanto especial, por lo "extraño" que resulta ese paisaje a nuestros ojos mediterráneos.
Cuando la vista puede abarcar suficiente distancia nos podíamos dispersar algo. Ya sabéis, unos hacen fotos, otros van más rápido, otros se reajustan las pieles...
Pero cuando la pendiente se empina los esquiadores tienden a reagruparse. El ritmo lo marca Miriam, siempre atenta a escoger la mejor traza, el mejor sitio para las vueltas maría...
Y, al llegar arriba, Miriam también procura escoger las zonas donde hacer la mejores líneas, aquellas en las que la nieve va a estar mejor. Es impresionante la habilidad que tiene para leer la montaña como si fuese un libro abierto. Esta vez hubo que crestear una larga diagonal para buscar una pala inmensa para empezar la bajada:
Y para abajo. Espero que las siguientes fotos puedan transmitir solo una parte de las sensaciones que se tenían estando allí, en palas enormes de pendientes desafiantes. En general tuvimos buena nieve, mejor de la que yo esperaba por mis recuerdos de esquiar al borde del mar en Lyngen, aunque es verdad que no llegamos a pillar polvorón.
, ahí van las del
. De todos modos, voy a poner menos, porque se parecen bastante a las de los días anteriores.
