Cita
JuanchoSick
Como arquitecto me parece una vergüenza, cada vez que subo y lo veo me pongo de mal genio.
Cada Arquitectura tiene su sitio, y este edificio no tiene en cuenta ni donde está, entorno, uso, ni adaptación al terreno, porque con el movimiento de tierras que han tenido que hacer (no se si os acordáis, pero se puede decir que se han comido una montaña entera) dudo que funcione para la función que se le tiene que dar, vamos que tanto el arquitecto como el gobierno, o la DGT, o quien sea, se han lucido.
Soy del gremio, aunque no arquitecto, si no infógrafo de edificaciones singulares y obra civil, y últimamente sólo hago procesos constructivos. Bueno, el caso es que yo también lo veo, como todos, cada vez que paso, y opino lo mismo.
El edificio, o mejor el estudio que se supone ganó el concurso público de ideas, como cada vez que a lo largo de la historia ha habido vacas gordas, ha aprovechado el contexto económico, aunque por los pelos, realizando un "programa" innovador. Hasta ahí todo bien.
Esto siempre ha ocurrido, y durante la última década, las diversas administraciones públicas, especialmente las locales, han aprovechado los ingresos obtenidos por las licencias por la construcción residencial a destajo para hacer sus polideportivos, bibliotecas, centros de convenciones, teatros, aparcamientos, etc, que electoralmente les ha dado muchos réditos, o eso pretendían. Con esos ingresos, y el crédito fácil, se han metido en obras singulares con unos costes desmesurados. Esos presupuestos han facilitado muchas veces la aplicación de ideas innovadoras en arquitectura y obra civil y los sistemas de construcción han evolucionado (esa es la parte buena de todo esto). Pero la sensación es de "aquí los perros se ataban con longanizas". No hacía falta tanto derroche. Por eso el CICCM se ha quedado a medias, sólo la estructura bajorasante.
Pero insisto, que a lo largo de la historia esto se ha repetido. Sin ir más lejos, el rey de Marruecos se embarcó en construir una de las mezquitas más grandes y suntuosas del mundo cuando su pueblo se tiene que marchar buscando una vida mejor.
Lo malo del edificio este de marras, ya no es su coste probable, si no, como decís, lo impropio del lugar donde está ubicado. Los arquitectos emplean de forma habitual en sus argumentarios de concursos de ideas la frase hecha de "el programa del edificio establece un diálogo con el entorno, etcétera". Bueno, pues aquí, el edificio discute, cuando no se da de tortas con el entorno.
Sólo de ver las marquesinas, me pican los bolsillos. Los materiales empleados tienen pinta, así de pasada, de ser carísimos. La historia me recuerda un poco a la Ciudad de la Cultura de Santiago, en la cual estuve implicado, y de presupuesto completamente estratosférico y materiales de lo más exótico.
Lo dicho, ni es el lugar, ni el momento. Menudo disparate. Arquitectónicamente, el edificio mola y eso, pero no, ni ahí, ni ahora.