De nada... ya he dicho que es un tema que podría traer bastante cola, porque antes o después, todos nos hemos visto metidos en un berenjenal de dichas características.
En mi caso, se que técnicamente estoy capacitado para bajar (quizá si la misma pendiente estuviese llena de bañeras, podríamos hablar de otra manera), pero creo que luego está la componente psicológica (en mi caso no se si se podría llamar Vértigo) que es la que inocente pero rotúndamente, produce un bloqueo y una tensión en todos los músculos de mi cuerpo (esto supongo que podría llamarse Autodefensa). En esto Clint, tendrás seguro que corregirme...
Generalmente cuando voy con alguien, más atrevido, con más técnica o simplemente mejor preparado que yo, procuro seguir sus pasos, sin mirar más que sus esquies, y suele ser una buena medicina (caso de un monitor o un par de amigos que van por cualquier lado)... más cuando voy yo solo o con otra persona de las mismas características, uno ha de encarar solo la pendiente, concentrarse en los propios movimientos (supongo que todo el mundo tiene la sensación de que tras un monitor que te ofrece seguridad, se esquía más cómodamente) y arriesgarse.
En estos casos, he de decir, que casi siempre (pocas veces he dicho "no, por ahí ni de coña..."
comienzo a bajar bastante tenso (generalmente esto supone un abandono parcial, si no total, de la técnica, ya que la propia tensión del cuerpo, hace coger malas posturas) mirando muy atentamente por donde me meto y por donde no, hasta que tras enlazar 3 o 4 giros continuos y sin caidas (cuando caes hay que empezar de nuevo) la confianza vuelve a mi y voy soltándome, tornando a una posición más correcta y a esa técnica que ¿el miedo? mantenía camuflada...
El caso es que antes o después acabo bajando, pero el encarar dicha pendiente, provoca una gran lucha interior.
Saludos, Juanma.