Pues eso, ya estoy de vuelta de mi viajecillo por los Alpes... En realidad hace ya unos días que estoy por aquí, pero estoy un poco "de vacaciones", y no suelo venir mucho por el despacho, donde tengo el intesnes...
En fin, el viaje ha sido alucinante, aunque la verdad es que el tiempo no ha acompañado mucho... No es que me pueda quejar, pero me he quedado con ganas de hacer más. Hemos tenido tres días buenos, uno regular y otros tres malos, de todo el día lloviendo.
Os cuento un poco como fue la cosa. Tras un día de viaje, llegamos mi amigo Rafa y yo el lunes 5 a Gressoney, un pequeño pueblecito, precioso, en el valle de Aosta, al pie del Monte Rosa. Aquello es una maravilla, todo verde y un paisaje espectacular, tanto las montañas como los pueblos.
Esto es Gressoney St. Jean, a unos 1.350m de altitud. En invierno es una pequeña estación de esquí, junto a Gressoney La Trinité, que está un poco más arriba:
La vista desde el pueblo hacia el Norte, es así de bonita: se trata del macizo del Monte Rosa, donde se encuentra la segunda altura de los Alpes, y creo que la mayor concentración de cuatromiles. En concreto se ven los Liskamm, el más alto (el oriental) alcanza los 4.527m. A la derecha se observa la Pirámide de Vincent (4.215m).
Ya metidos en "faena", nunca mejor dicho, el martes amaneció lloviendo...
Sin embargo, a eso de las 2 de la tarde, paró un poco, y aprovechamos para subir mediante un par de remontes, al Collado de la Bettaforca, y desde allí al Refugio de Quintinno Sella, situado a 3.685m, en la cara Sur del Monte Rosa. Niebla, y mucho viento, pero apenas nos llovió, por suerte, aunque una vez a 3.000m, nevaba un poco
Al día siguiente (miércoles) teníamos previsto subir al Cástore (así llaman en italia al Cástor.. las tildes las pongo para la pronunciación, claro...
) Toda la noche sopló un viento impresionante, y estuvo nevando sin parar, aunque no muy fuerte. A las 5 de la mañana, seguía haciendo muy malo, por lo que decidimos hacer un nuevo intento más tarde. Y a las 9, más que nada por dar un paseo, salimos hacia el Castore, pero sin muchas esperanzas de poder llegar, ya que hacía muy mal tiempo. Pero tampoco era cuestión de tirarnos el día entero en el refugio...
El caso es que conforme íbamos subiendo, el tiempo parecía mejorar, aunque el viento no se calmaba. Al final, conseguimos llegar a la cima del Castore (4.228m) a la que se accede por una preciosa arista, con mucho "ambiente" de alta montaña, y hasta con sol a ratos, aunque mucho viento, y bastante frío. ¿Agosto...? Quien lo diría...
El descenso ya fue con buen tiempo, e incluso el viento fue bajando poco a poco de intensidad. En la foto se ve a la izquierda la punta Félix (cuatro mil y pico por el que pasamos para ir al Castore, pero que no está muy claro si debe considerarse un cuatromil, o no), los Liskamm occidental (4.479m) y oriental (4.527m), que son las dos grandes paredes rocosas, y el Naso (la nariz) del Liskamm (4.272m).
Al día siguiente, jueves, amaneció un día precioso, sin apenas viento. Pero la previsión meteorológica daba muy mal tiempo para el viernes, por lo que pensamos en bajar a Gressoney esa tarde. Por tanto, decidimos remontar el impresionante Glaciar del Lis Occidental, hasta la base de las paredes de los Liskamm, para cruzar hacia el Naso del Liskamm y al Glaciar del Lis Oriental, para bajar por el refugio Gnifetti hacia Gressoney. En la foto, se ve la parte alta del Glaciar del Lis Occidental, con la pared sur del Liskamm Oriental y el Naso del Liskamm
Me impresionaron especialmente los glaciares, nada que ver con lo que yo había visto hasta entonces, en el pirineo. Son glaciares de verdad, con unas grietas que quitan el hipo, y que cuando vas por arriba, por sitios con cierta exposición, parecen estar esperandote para tragarte...
Estas son grietas en el glaciar del Lis Occidental:
Una vez en el Glaciar del Lis Oriental, el Liskamm deja de ser una amplia pared de roca y se convierte en un afilado pico, realmente bonito:
Como íbamos bien de tiempo, decidimos subir otro pico de los que había por allí, que son muchos y todos cuatromiles. Nos decidimos por la Piramide de Vicent, de 4.215m.
Y ya descendimos por el glaciar del Lis Oriental, pasando por los refugios Gnifetti y Mantova, hasta Gressoney.
El plan era que esos tres primeros días, nos aclimatábamos y nos acostumbrabamos a la altitud, para bajar a Gressoney para pasar allí la borrasca que venía, y volver a subir al Monte Rosa el domingo, para intentar algo más alto el Lunes. En concreto, queríamos subir a la Punta Parrot, y a la Margarita, donde está el que probablemente sea el refugio más alto de los Alpes, a unos 4.554m., e incluso pasar allí la noche, ya que al parecer los atardeceres son impresionantes.
Pero como dicen los italianos,
la montagna è bella quando è bella, ma è brutta quando è brutta, y se metió un marrón de narices, y se fastidiaron todos los planes. Viernes, sábado y gran parte del domingo, lloviendo casi sin parar, y nevando en cotas relativamente bajas, sobre todo para estar en agosto: unos 2.000m. Aprovechamos para ir de compras
escalar cuando no llovía (ya 5b
) y pasear por Gressoney, que como dije antes, es el típico pueblecito alpino, absolutamente precioso:
Y bueno, me quedaba el lunes para andar, ya que el martes tenía que salir por la mañana hacia el aeropuerto de Milán... Una faena, eso me pasa por ir en avión...
Si hubiera ido en coche, pues me hubiera quedado un par de días más, y hubiera aprovechado mejor... pero en fin, de estas cosas se aprende...
El caso es que el lunes amaneció un día precioso, y nos decidimos por una excursión de "baja montaña": la Testa Griggia, de 3.250m. Saliendo del mismo Gressoney, a 1.350m, suponían casi 2.000m de desnivel, pero desde luego el paisaje y el maravilloso día valían la pena.
No pudimos llegar a la Testa Griggia, debido a la gran cantidad de nieve que se había acumulado a partir de los 2.700m, o así, y nos conformamos con llegar hasta un collado desde donde se podía contemplar el macizo del Mt. Rosa con el nevazo caído los días anteriores. A la izquierda, la Testa Griggia, a la derecha, Mt. Rosa:
No es lo mismo que subir a un cuatromil, desde luego... pero os aseguro que me fui con buen sabor de boca, también vale la pena patearse los tresmiles de por allí, y andurrear por los valles y las lagunas... Mucho verde, vistas impresionantes.... una maravilla:
Y bueno, eso ha sido mi viaje a los Alpes. Una pasada, a pesar del tiempo. Volveré, eso seguro...
PD. A ver si ahora os pongo un par de panorámicas de esas "magicas", dadme un ratillo...