Pirineos I: Faja de la Tormosa. Valle de Pineta
Hola todos...
Por fin encuentro el hueco para mostraros el primero de los reportajes, nuestro primer día en el Valle de Pineta. Pernodad la tardanza...
Llegamos al refugio de noche y al amanecer nos sorprendió la vista por la ventana. Aunque el cielo estaba cubierto, lo que nos rodeaba era maravilloso: Bosques, colores, montañas, nieve en las alturas...
La previsión de temporal hizo que cambiáramos los planes. Desechamos realizar la circular al Posets ante la llegada de nevadas a baja cota y el tener pasos a bastante altura. Adios a la cima del Posets.
Pero había mucho que disfrutar a pesar de la mala climatología prevista. Bajamos a desayunar y decidimos realizar la primera ruta de la semana...
La Faja de la Tormosa, Valle de Pineta (marcada en naranja en el plano):
Preparamos las mochilas en el estupendo refugio de Pineta antes de salir:
Antes de empezar la ruta recibimos una visita muuuuuy vacuna:
Por encima del refugio asoman las anaranjadas y amarillentas hayas que se visten de otoño:
El valle a pesar de las nubes, con su velo blanco, luce majestuoso:
Desde el cauce del río, el valle se muestra soberbio, nos vemos diminutos ante tan imponentes montañas:
Estamos maravillados con todo lo que nos rodea... "Hazme una foto Jordi... ¡Qué guapo tío!":
El otoño rebosa por doquier, espectaculares cascadas se descuelgan por las laderas del valle:
Comenzamos a subir las primeras rampas que nos remontarán por las faldas del valle:
Esta es la primera visión del Parador Nacional, allá abajo, con el hayedo que lo rodea:
El temporal llegó... Las cimas se van cubriendo de las nieves que lo adornarán este invierno:
Los árboles caducos del valle lucen sus mejores galas, adornándolo con sus colores:
Nos encontramos otro importante torrente de agua, con sus cascadas y saltos:
No estamos acostumbrados a ver ni tanta agua cayendo ni un valle como éste:
Acabamos de llegar, de empezar a andar, y ya estamos disfrutando de lo lindo:
Posamos ambos junto a esta maravilla de barranco. ¡Cuánta agua!:
Las vistas hacia el fondo del valle no son menos espectaculares. Qué cantidad de colores:
Y algunos no saben como llamar la atención... Menudo brillo y color. Serbal de los Cazadores:
Este pintoresco hito nos marca la entrada al tupido y cerrado hayedo que se atisba detrás:
Nos deleítamos y maravillamos con este entramado de hayas que parece de cuento:
Continuamos la marcha por este bosque tan otoñal tapizado de hojas:
Las hayas se van despojando de su follaje multicolor a la llegada del frío:
Las nubes empiezan a cubrir las cumbres y van bajando hacia el valle:
Cada vez más arriba... Abajo quedan el cauce y a lo lejos el refugio:
La grandiosidad del valle y su colorido hace que volvamos la mirada casi constantemente:
La verticalidad del sendero en ocasiones nos obliga a superar grandes escalones o pequeños resaltes:
Nos retratamos juntos aprovechando un descanso en el camino:
En esta zona nos sorprende el relieve de la roca, parece pulido por antiguos efectos glaciares:
Las proporciones del valle son descomunales, el serpenteante río parece perderse en el infinito:
Continuamos el recorrido por esta preciosa y variada faja, contemplando el paisaje:
Conforme avanzamos hacia el fondo del valle, parece haber más nieve y estar más baja su cota:
El parador parece estar a un pequeño salto de distancia... Pero menudo salto:
Cada vez hace más frío y nos tenemos que ir abrigando más poco a poco:
En este contínuo caminar, no podemos dejar de volver la vista atrás ante semejante espectáculo:
A cada recodo o curva del recorrido se muestran nuevos y curiosos rincones:
Estas montañas ancestrales se muestran con sus más sóbrios y helados contrastes:
Se suceden una tras otra cascadas que caen por los barrancos desde las altas cimas:
Las montañas y su ambiente, que vamos dejando atrás, nos van llenando de sensaciones:
Más cascadas, pero ninguna igual. Todas sorprenden. Cada una con sus peculiaridades:
Y como se esperaba, empieza a nevar... Ahora si que es patente que llega el temporal:
Los pequeños y pocos copos que caían al principio, arreciaron, y se tornaron en ventisca. La nieve empezó a cuajar en el suelo. Llegamos a un punto donde casi perdemos el sendero. Tras unos momentos de duda, donde perdemos un poco las marcas, se nos presenta una delicada bajada. La roca está mojada y empieza a estar cubierta por 1 o 2 cms. de nieve. Pensamos en volver, pero es muy tarde para eso. Así que con mucho cuidado, descendemos la acusada pendiente, y retornamos al sendero. Encontramos de nuevo las marcas...
Llegamos a la cadena que nos dejará casi a los pies de la cascada del Cinca. Apretamos las manos:
Nuestras caras muestran cierta satisfacción y algo de tranquilidad al recuperar el buen camino:
En medio de la ventisca, consigo robar esta imágen a la impresionante cascada del Cinca:
Vemos algunos rebecos o sarrios. Parecen buscar cotas más bajas: Alguno se dejó fotografiar:
Llegamos a un abrevadero. La nieve sigue cuajando en el suelo. Se nota que va bajando la cota de nieve:
Se van mezclando el otoño y el invierno en el mismo paisaje:
Los árboles empiezan a blanquear y a perder de momento su colorido:
A pesar de la nevada y el mal tiempo, no se puede dejar de disfrutar del entorno:
Seguimos bajando hacia el valle de vuelta y la nieve va quedando atrás:
Los árboles parecen ponerse de acuerdo para no "vestir" ninguno igual:
Vamos llegando a la pista que sube a los Llanos de Lalarri y baja al cauce del Cinca:
El jovén Cinca cae de poza en poza río abajo por este labrado barranco:
Aguas abajo el río se va perdiendo entra las paredes del barranco y las laderas del hayedo:
Casi sin luz... Y el naranja de algunas hayas se resiste a dejar de relucir:
Va cayendo la tarde y el valle se va convirtiendo en un lugar fantasmagórico:
Contemplamos el río. No puede tener mejor marco, aunque el fondo esté tan "neblinoso":
Continuamos pista abajo y ésta se va adentrando en el hayedo:
Vamos encontrando hayas con mayor porte. Se alzan altivas sobre el manto de hojas:
En uno bosque como éste es difícil pasar indiferente. Se palpa magia, encanto y misticismo en el aire:
Y como lo define este panel, hemos disfrutado de un bosque de gala:
La noche se nos echaba encima y quedaba un ratillo para llegar al refugio...
Preciosa ruta y un día aprovechado al máximo, a pesar del frío y el mal tiempo. Se disfruta muchísimo de todos modos si uno va buscando montaña en su estado puro. Creemos que la hemos encontrado...
Merecida ducha en el refugio, buena cena para reponer fuerzas, y nos fuimos a dormir para el siguiente día...
Espero que os haya gustado el reportaje. Siento la tardanza. En breve más...
Saludos a todos...
Joaquín
"
Siempre anhelando blancas y altas montañas, preciosos y verdes valles, frondosos y mágicos bosques... Siempre deseando estar allí." Alkelo