Se trataba solo de eso, una ruta distinta para subir a esa enorme atalaya. Y saliéndome de los cánones clásicos y de caminos habituales para alcanzar la cima, que mejor un encajonamiento por entre las nortes y por donde transitan como también saben hacerlo esos habitantes y como bien se dice y llaman “caminos de cabras”. Omito todo el proceso de cómo llegué hasta el collado del ciervo, pues hasta aquí de todos es bien conocido. Y unos metros por arriba del collado del ciervo se halla la entrada que cruza la faz del rey.
La entrada, unos metros más arriba del collado del ciervo
Las vistas sobre la Mosca son algo "distintas"
Un "pasillo" muy aereo pero increíblemente bello
Una visión muy distinta estar aquí dentro en esta época, cruzando los corredores sin su habitual manto blanco y donde hay nieve ahora está la oxigenada tierra. La pequeña senda, por llamarla de alguna manera, comienza siendo visible tan solo por un leve desgaste en la tierra, mas por las cabras que por los montañeros.
Al fondo la entrada cerca del collado del ciervo
Las vistas sobre la laguna algo originales
Practicamente estoy en mitad de la norte
Grata sorpresa "agua" se evita bajar a la laguna
Todo transita por un enorme mirador, siempre bajo nuestros pies la impecable laguna de la Mosca. En su recorrido por el abismo, casi todo el pasaje es mayoritariamente tierra y pequeños guijarros. A veces descomunales bloques desprendidos y saciando la sed del Rey dos o tres torrentes que se pierden rodando hasta la base.
Es el verano
Es el invierno
No estoy solo
El agua sigue fluyendo por toda la pared
Grandes bloques surcan todo el recorrido
Después prosigo por encima del corredor de siete lagunas y paso por debajo del puntal del mismo nombre hasta encontrarme los primeros contrafuertes de la Alcazaba.
Desde el corredor hasta este lugar tan solo se ven pequeñas pisadas de las cabras y hay que ir intuyendo la horizontalidad del terreno, hasta que inevitablemente hay que ir descendiendo para buscar la senda marcada que atraviesa el gran vasar de la Al cazaba.
ya he pasado el corredor de siete lagunas
Prosigo hacia el gran vasar de la Alcazaba
El día toca a su fin. Y no es un día precisamente nítido.
Aquí espero paciente la huida del sol sobre la sierra, en este inmenso mirador que atraviesa la montaña.
Un calor africano baña granada, al fondo, inmersa en ese manto de polvo del sahara por lo que la tarde no es clara. Un pobre color gris baña los cielos y ha desplazado a la nada ese azul mediterraneo. Aquí se está confortable al abrigo de la montaña que me acoge en un saliente de roca y en unas piedras haciendo de parapeto para el viento. Y bien que vino. El viento fue el protagonista que arranco y lanzo furioso contra las rocas unas ropas que tenía cogidas con una piedra para que se secaran.
A media noche con el frontal buscando cerca del espolón hasta que allí estaban frenadas en una gran roca..qué alivio
Que calor deben estar pasando allí abajo y yo aquí con mi saco de plumas
Es el espolón y su gran vasar el mejor destino para esperar que llegue la presa. Esa presa que viene rodando por encima del mundo, inalcanzable pero tocando las crestas y bañando con su estela de plata esa pizarra negra.
Y de pronto llega. Deslumbrante. Serena. Y la sierra se llena de luz y las sombras son heridas de muerte. Y se hace reina de la noche. Así es ella.
El siguiente día promete. El cielo es más azul. Siguen las rachas de viento, pero de seguro por el “sendero” que voy a coger para encaramarme a lo más alto de la Al cazaba de seguro iré a cubierto. Y no me equivoco.
Sigue siendo el verano
Es el invierno
Comienza el día
He pasado el espolón y busco un pasaje por la norte
Me adentro en la montaña por su cara norte. Grandes corredores y enormes precipicios jalonan mi ascensión. Un privilegio estar por estos vericuetos de grandes rocas y subiendo quizás a la montaña más atractiva de sierra nevada. Merece la pena cruzar por este mar de roca, la visión es distinta de las vistas sobre vacares y sus prados.
La norte
Llegando a la cima
La cima
Me lanzo de nuevo a buscar el gran vasar y acometo la bajada del gran corredor de la cara norte. Si bonito es subirlo en invierno, ahora bajarlo desnudo por esas rocas no tiene desperdicio.
Sigue siendo el verano
Invierno
Me marcho. Me despido de la sierra, de momento. Y vuelvo al collado del ciervo, pero el regreso ya no tiene importancia por que de todos es conocido.
Nunca desistas de tus sueños. Sigue las señales.
Editado 1 vez/veces. Última edición el 23/07/2008 12:59 por Fernando W..