Me ha tocado la hacer de relator sustituto de
Boticario y esto, está claro, es misión imposible: él es inigualable, así que de ningún modo pretendo emular sus hazañas. Así que no esperéis de este relato nada más que algunas frases explicativas y unas cuantas fotografías que den testimonio del tercer casting de los “Ytantos”.
Pretendo, sobre todo, poner en marcha la maquinaria imaginativa del colectivo humano que compone este foro (tanto de los que estuvieron presentes como de los que os animéis a fantasear según vayan apareciendo diversos testimonios) y a resultas de ello quizá conseguir entretenernos los unos a los otros. Por tanto dejémonos de rollo y apliquémonos a la faena.
Dado el infinito sentido del humor de
Boticario, algunos (con razón), pueden llegar a imaginar que lo que él afirma con sus ingeniosos bocadillos no se corresponde en modo alguno con la realidad; nada más alejado de la verdad. Así, cuando él atribuye cualidades a alguno de los personajes del grupo, lo hace, casi siempre, porque es rigurosamente cierto. Un ejemplo de ello es la siguiente fotografía de
Antoñín Ramos en la que se le puede ver en un momento de estudio del manual del insigne señor Titos. De ahí su profundo conocimiento de todo lo relacionado con nuestra querida Sierra Nevada.
(No puedo dejar de pensar qué hubiera sido de esta fotografía en tus brillantes manos querido
Boticario)
En esta otra se puede ver a todo el grupo (menos el que suscribe), momentos antes de iniciar la marcha (que alguno del grupo añada detalles de las denominaciones de los lugares que yo no lo tengo demasiado claro; ánimo Antoñin que esto es cosa tuya). De izquierda a derecha Daniel, Paul, Esther, Antoñín, Antonio, Antonio (dos), Miguel y Paco. Que cada cual haga sus cábalas en relación con los pensamientos de cada uno.
En esta otra está el grupo al completo tras nuestra primera y casi última oportunidad de estar todos juntos.
A partir de ese momento se desató la guerra y ya os anticipo que todo el mundo me atribuirá la culpabilidad de su inicio. Yo ni pongo ni quito rey en esta cuestión.
Aquí os doy varias pruebas de lo que digo (hay que poner cierta atención para encontrar individuos entre tanta inmensidad. El localizar a todos e indicar sus nombres es un interesante ejercicio mental que puede parecerse a lo de buscar "Waly" (¿se escribe así?)
Para los documentalistas va esta foto de la ubicación del refugio que posteriormente
Antoñín pondrá el correspondiente topónimo.
Así está por dentro; sin palabras.
Poco después se produjo el cisma; que algún otro explique las razones. El caso es que, viendo la dimensión real de nuestra empresa del día, cuatro de los miembros del grupo dieron media vuelta y seis inconscientes continuamos pletóricos hacia el infortunio. Aquí puede verse a Antoñín dando detalles de la ruta a algún incauto interlocutor.
El caso es que hubo momento aparentemente épicos, véase sino esta instantánea:
A eso de las dos de la tarde nos disponíamos a comer no sin antes darle oportunidad a los contadores de dátiles a ejercitarse en tan noble e instructiva actividad.
El relato de la vuelta se la dejo a alguno de mis compañeros de fatigas porque nada más con pensarlo se me eriza la piel. Lo único que yo pediría a
Daniel es que no dude en volcar aquí el detalle de la ruta que quedó felizmente recogida por su GPS por si a alguien se le ocurre repetir la epopeya. Si él o algún otro miembro de grupo se le pasara por la cabeza hacer comentarios en relación con la dificultad de la ruta, no hagáis ni caso: fue tan inenarrable lo que ocurrió que lo queremos guardar en secreto. Así, que ánimo, tomadlo para vosotros y repetid, os parecerá increíble la maestría con la que fuimos dirigidos por nuestros guías. Sólo cuelgo a modo de prueba estos dos momentos:
Finalizo con un par de instantáneas en las que se recogen momentos entrañables y animo al resto del grupo a colgar más fotografías y relatos en relación con lo acontecido. Entre todos pondremos esta actividad a la altura que se merece.
Boticario, estás autorizado a coger cualquiera de estas instantáneas y añadir cuantos bocadillos puedas llegar a imaginar: tu público, sin duda, te lo agradecerá. Pero sobre todo, nunca más nos faltes que esto es agotador.
P.D. Antes que alguien se me anticipe: sí, es cierto, ayer acabé casi agotado. Finalmente resulta que soy humano.