Al Cartujo por Peñamadura, 19 enero.
Antes que nada me gustaría dar las gracias a José Luis por la espectacular panorámica de la Sierra que nos regaló el otro día. [
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Además de disfrutar de la belleza que se desprendía de esa imagen, produjo en mí una suerte de estado de ebullición que al final ha desembocado en uno de los días mas hermosos que he vivido en el monte.
Tras largo rato de pasearme por los contornos de la Sierra que aparecían desplegados en la pantalla del ordenador, y de darle vuelta a la cabeza durante la semana con el tema del hielo, me decidí al final por una hermosa línea, simple y directa, con pocas complicaciones aunque algo larga, que me conduciría desde el aparcamiento del Canal de la Espartera, por el Collado del Pino y la Loma de Peñamadura, hasta la cumbre del Cartujo.
Abusando un poco de José Luis, tomo prestada una parte de su panorámica para pintaros parte del camino.
Pongo también unas fotillos del día, espero que os gusten.
El camino.
Son las 6.30 de la mañana y me dispongo a cruzar una puerta a un mundo mágico. Es noche cerrada en el aparcamiento del Canal de la Espartera, alrededor todo es oscuridad.
Durante un par de horas deambulo meditabundo, mi única compañía son los sonidos de mis pasos y el murmullo del río Dilar en la profundidad del barranco.
Cuando voy alcanzando el Collado del Pino, la alborada me descubre un universo de matices.
Poco a poco la cortina de oscuridad se va corriendo y me permite observar mundos lejanos.
A mis pies va quedando la “media montaña” iluminada por los primeros rayos de sol, Alayos ...
Trevenque ...
... mientras soy observado por algunos curiosos.
Asciendo por Peñamadura, unas veces por llanos ...
... otras por lugares mas escarpados...
... buscando con la mirada el aún lejano objetivo.
Aprovecho un otero para observar el Veleta y sus cicatrices, otra forma de disfrutar de este mundo que en mi ignorancia no consigo comprender.
Continúo mis pasos surcando la nieve virgen, afortunadamente mis huellas serán en breve borradas por los elementos.
Las laderas heladas refulgen con el hielo, provocando momentos de incertidumbre.
Como para todo en la vida existen varios caminos, difíciles y escarpados en forma de arista, suaves y alomados, aunque todos confluyen al final en la cima, lo importante es cómo vivirlos.
Caprichosas formas juguetean con los elementos...
Por fin los últimos metros.
Desde la cumbre el mundo se nos ofrece bajo un manto blanco y luminoso, imposible abarcarlo todo, ando de un lado para otro tratando de llevarme en la cámara algo de él.
Un cambio de luces sobre el mar me recuerda que el tiempo pasa y que aún queda mucho por bajar.
Comienzo el descenso acompañado de la luna recién aparecida.
El día declina, los matices de luz se suavizan, me dedico a disfrutarlos mientras vuelvo sobre mis pasos.
Miro atrás y todo se concentra en un punto, el pasado...
... miro delante y el universo se expande sin límites...
...siempre a la busca de nuevos mundos.
A ritmo cansino me acerco de nuevo a los dominios del Virrey.
Paso junto a los restos del infortunio.
Me dejo arrebatar con la belleza de lo simple.
La nieve va sucumbiendo ...
... en una tierra incendiada por el ocaso.
Poco antes de llegar al Collado del Pino el sol me abandona ...
... dejándome un hermoso espectáculo de colores.
Aún me queda algo mas de una hora de marcha con una embrujadora compañía.
Al fin vuelvo donde empecé, he cerrado el círculo, pero ahora tras esa puerta ya no sólo hay oscuridad.
Saludos.