Las estaciones de esquí gerundenses han cerrado la temporada de verano con un aumento de visitantes respecto a años anteriores, después de un invierno "complicado" por la falta de nieve.
La responsable del departamento comercial de Vallter, Carol Torres, lo achaca a "las buenas temperaturas" en un lugar donde suele hacer frío y viento. Y detalla que se trabaja por "desestacionalizar" la estación ofreciendo más actividades fuera de la temporada de esquí a consecuencia del cambio climático.
En Vall de Núria la afluencia de visitantes también ha sido "un poco superior" a la de años anteriores. Sin embargo, según la relaciones públicas de la estación, Ruth Bober, su temporada fuerte es el otoño "cuando la gente no va a la playa y las demás estaciones cierran".
Las altas temperaturas que se registraron este pasado invierno afectaron duramente a las estaciones de esquí del Pirineo de Girona. Las nevadas llegaron con retraso, y apenas se repitieron hasta el mes de marzo, cuando la temporada ya acababa, lo que provocó que se vendieran menos forfaits que otras temporadas de esquí.
Irónicamente, esas mismas temperaturas anómalamente suaves y que se han alargado durante el verano, han favorecido este verano la afluencia de visitantes a las estaciones. Aparte de los amantes de la montaña que son habituales en el Pirineo, muchos turistas se han desplazado por primera vez huyendo del calor de localidades costeras o de interior.
El tipo de turismo que atrae Vallter en verano es mayoritariamente, según explican fuentes de la estación, precisamente de aficionados a la montaña, que se desplazan para realizar rutas a pie desde la estación -que está ubicada a 2.000 metros de altitud-, pero también hay personas interesadas en subir con telesillas hasta el nacimiento del río Ter.
La estación sólo tiene constancia del número de turistas que llega si compran el ticket para subirse al telesilla aunque son muchos los que llegan y suben la montaña desde el aparcamiento por su propio pie. Sin embargo, Torres insiste en que interesa que suba todo el mundo porque el resto también dinamizan la comarca cuando duermen o comen en los pueblos del valle de Camprodon.
Trabajar por la desestacionalización
Este año, la estación de esquí de Vallter ha estrenado una actividad para ampliar la oferta y dar pasos hacia la "desestacionalización del destino turístico". Se trata de unos circuitos de orientación enfocados sobre todo a familias. A su llegada, se les entrega un mapa con unas pistas que tendrán que buscar en la montaña durante su excursión a Ulldeter (donde nace el río Ter). Al finalizar, si se han encontrado todos los códigos, se entrega un diploma a los participantes.
Vallter está también "consolidado como un puerto de montaña ciclista" y atrae a este tipo de turismo deportivo. Torres detalla que los doce kilómetros que unen la estación con Setcases han sido
Con todo ello, desde la estación calculan que durante el verano se han vendido los días más fuertes "entre 200 y 300 forfaits por el telesilla". Una cifra a la que deben sumarse los visitantes que suben sin hacer uso del remonte.
El otoño es para Vall de Núria
Por su parte, Vall de Núria puede llegar a recibir los días más fuertes hasta "casi 2.000 visitantes". Una cifra que blindaría la estación porque es la capacidad máxima de la que dispone. La relaciones públicas de la estación, Ruth Bober, recuerda que "se recomienda comprar el billete del cremallera con antelación" para asegurar la visita. A la estación sólo se puede acceder haciendo uso de este tren oa pie.
Vall de Núria es la única estación de Girona y del Pirineo en general, que ha desestacionalizado la actividad y sólo cierra el mes de noviembre entre semana para realizar "mantenimiento".Es decir, apenas 20 días sin trabajar en todo el año.
Bober detalla que en otoño aún reciben más visitantes que en verano porque "la gente ya no va a la playa". Hasta que el tiempo lo permite, abren el parque lúdico por niños y los fines de semana ofrecen también las actividades de barcas en el estanque o montar a caballo.
Vallter, en cambio, cerró el 11 de septiembre, coincidiendo con la finalización de la temporada de verano, para empezar los preparativos para encarar un nuevo invierno con la esperanza puesta en tener "buena nieve". Y La Molina lo hará el 1 de octubre después de una afluencia de visitantes en verano que su director, Xavier Perpinyà, dice que ha sido "muy similar" a la del pasado verano.