Como prueba de que frente al COVID no hay todavía nada escrito, dos países que habían anunciado cierto relajamiento en sus protocolos sanitarios, ya han hecho algunos cambios. Es el caso de Austria, que a principios de esta semana anunció que tenía que endurecer sensiblemente los requisitos para los esquiadores. Si hasta entonces se aplicaba la regla 3-G, a partir de este próximo lunes se pasa al 2-G. Es decir, que o se está vacunado o recuperado, pero ya no sirve un test negativo de PCR, excepto para subirse a los remontes, donde esta prueba si se admite de momento.
Francia acaba de anunciar que también tiene que apretar un poco en sus protocolos para hacer frente al COVID en las estaciones de esquí. Si hace unas semanas su primer Ministro Jean Castex aseguró que esta temporada solo había que pensar en esquiar y ya está, ahora ha tenido que matizar, que aunque se sigue sin pedir el Pase Sanitario, sí habrá que ponerse mascarilla en la cola de los remontes. Luego al subirse al telesilla (o telesquí) se puede quitar. En las cabinas sí que habrá que mantenerla puesta.
Y es que, tal como les pasa a los austriacos, en Francia hay mucha gente convencida de que la vacuna no sirve para nada. Algunos de ellos van muriendo tras un paso agónico por la UCI, pero siguen quedando muchos que se mantienen en firme lo que está haciendo que la tasa de contagios esté subiendo en el país. Esto hace que el Gobierno tenga que tomar medidas para proteger a estas personas. Actualmente un 68% de los franceses tienen la doble pauta, frente a más de un 80% que tenemos en España.
El secretario de Estado para el Turismo, Jean-Baptiste Lemoyne, quiso recalcar ayer que esta medida es provisional, y que en caso de que la tasa de incidencia supere los 200 por cada 100.000 habitantes, solo se dejará pasar a las instalaciones solamente a los que tengan un Pase Sanitario que acredite que están protegidos frente al COVID.
También se pedirá a partir de este lunes, una distancia entre personas en la cola de los remontes, y se harán controles aleatorios en las estaciones de esquí para comprobar que los clientes cumplen las medidas, o en caso de que se suban los requisitos del protocolo, estén en posesión del Pase Sanitario en vigor.
Para las empresas que gestionan las estaciones de esquí, que el Gobierno permita quitarse la mascarilla en los remontes abiertos, significa que el ejecutivo francés reconoce que estos aparatos no son una fuente de contagio.
El cierre de los remontes de las estaciones de esquí impuesto el año pasado por el Estado, ha supuesto un cargo de 650 millones de euros a las arcas públicas para compensar las pérdidas de las empresas ligadas al turismo de montaña en invierno. Un sector que genera 10.000 millones de euros de facturación y 120.000 puestos de trabajo directos para las 325 estaciones de Francia, que acogen a 10 millones de turistas, un tercio de ellos del exterior.
Además, el presupuesto destinado por Atout France a la promoción de las montañas francesas se ha triplicado, de 600.000 euros a 2 millones de euros con el objetivo de atraer esquiadores y turistas internacionales.
En estos últimos días, la tasa de incidencia se ha elevado por encima del listón de 60 casos por 100.000 habitantes en Francia. Además, aunque el porcentaje de personas con doble pauta es bajo, hay espacio para la esperanza, ya que un 76,1% de la población recibió al menos una dosis de la vacuna, así que dentro de un mes este será el porcentaje de totalmente vacunados.