Miguel Fernández Baker recordaba todos los viajes que hacía con su familia, por el puerto de Pajares, para visitar Asturias. Siempre hacían un descanso en el parador. El inmueble, cuando Fernández Baker lo adquirió, estaba en manos de la compañía Inversiones Inmobiliarias Valmurián (que se hizo con el parador en una subasta pública del Ministerio de Hacienda). Su hijo, Enrique Fernández, explicó que "las obras ahora mismo están un poco paradas, por la mala meteorología".
También está "un poco parado" el turismo, ya sin nieve pero aún sin sol. En cuanto mejore el tiempo y se anime la actividad en el alto de Pajares, retomarán la obra exterior. "Es necesario construir un ascensor que de acceso a las habitaciones", señaló Enrique Fernández. Será un primer paso antes de acometer una mejora integral en el área de alojamiento. La mujer y los hijos de Fernández Baker ayudan en el negocio, que ya ha generado los primeros empleos. De hecho, el servicio de restauración se puso en marcha con la contratación de cinco trabajadores. Los planes de los propietarios pasan por alcanzar una plantilla de entre quince y veinte personas cuando el parador ofrezca también la posibilidad de alojarse.
El parador de Pajares cuenta con treinta y tres dormitorios. Los anteriores gestores habían anunciado una ampliación para alcanzar una capacidad de cuarenta y ocho plazas hosteleras, aunque nunca llegaron a acometer la obra. Los actuales propietarios aseguran que el inmueble ha requerido y requiere "reformas profundas". Trabajan sin parar: "Es un proyecto en el que creemos".
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