En 2002, el esquiador pasó de ser
‘Juanito’ y español a Johann y alemán. En medio, un positivo en un control antidopaje y la retirada de sus medallas. Un hombre peculiar y dado a las supersticiones, que tuvo sus quince (o más) minutos de fama pero que acabó condenado al ostracismo de un país que le adoró en su ascenso y le olvidó en su caída.
En
1997 llegó el primer acercamiento a la Federación Española, y como los modestos esquiadores patrios les daban buenas vibraciones, acometieron los trámites para competir bajo la bandera rojigualda. En noviembre de 1999 se hizo efectiva. Pero Justina no era, ni mucho menos, la única excentricidad del esquiador. La ‘BBC’ recogió estas palabras de Muehlegg durante una entrevista:
“Los alienígenas tienen una gran influencia sobre mí. Los veo, están siempre en contacto conmigo, hablándome. Puede parecer ridículo, pero obviamente mis éxitos han sido con su ayuda. He sido campeón olímpico y mis logros se escribirán en la historia”
Desaparición mediática
Tras conocerse el positivo, ‘Juanito’ luchó para defender su inocencia, con el argumento de que el laboratorio donde fueron analizadas las muestras no estaba homologado. Sin embargo, en el contraanálisis no hubo sorpresas y
se confirmó su suspensión. En un principio quiso acudir a los JJOO de Turín 2006, pero no se sintió respaldado por la Federación, a la que
acusó de dejarle a la deriva, cuando poco antes se estaban jactando de que sus tres medallas eran totalmente españolas.
Desencantado, abandonó la práctica del esquí de forma profesional y se refugió en Baviera, lejos de todos los focos. Reapareció de forma breve en 2009 de la mano del periodista Jordi Évole, alias ‘El Follonero’, que
le invitó a su ‘Salvados’ para darle la ocasión de explicarse. Ante la pregunta de si seguía manteniendo que no había tomado nada prohibido, su respuesta fue tan ambigua como esclarecedora:
“Sí o no, igual que los otros”.
Desde dicho paréntesis en su retiro no se ha vuelto a saber nada de él. Se desconoce si la nave nodriza ha ido ya a buscarle.