Pascual Pérez es el patriarca de
Formigal. Este montañés nacido en Lanuza hace 55 años, lleva unido a la estación tensina
desde 1978. Es el hombre más feliz del mundo porque trabaja en su tierra y en lo que más le gusta.
"He nacido en el Valle de Tena, soy montañés y estoy muy contento de poder desarrollar toda mi vida profesional en esta tierra. Trabajar a gusto es importante, aunque mi labor es dura en invierno. Mi teléfono está las 24 horas del día en funcionamiento".
Pascual Pérez tiene un cometido de gran responsabilidad. Es el segundo de a bordo de Antonio Gericó, el director de la estación.
"Soy el director de montaña y me encargo de los remontes, las pistas, la nieve artificial, los accesos... En definitiva, de todo lo que se mueve entorno a la estación de esquí".
Emigración
Cuando Pascual nació en Lanuza, la vida era muy diferente en la localidad del Altoaragón.
"Éramos 28 vecinos muy activos. El sistema tradicional de este valle eran las explotaciones agropecuarias de subsistencia. El hijo mayor se quedaba con el patrimonio de la casa. Los demás se iban a trabajar a las grandes ciudades. Soy de los últimos que nació en mi pueblo. Después la gente empezó a dar a luz en el Hospital San Jorge de Huesca. Yo creo que gracias a esto me he espabilado".
Pérez empezó a trabajar en un Formigal que nada tiene que ver con la gran estación del siglo XXI.
"Ese año se hizo el telesquí Escarra. Disponíamos de las pistas de Los Tres Hombres y los antiguos Cantales. La trayectoria de Formigal y Baqueira es paralela. Pero en los noventa nos estancamos y éramos un Formigal más familiar. En el dosmil dimos el gran salto, con un esfuerzo inversor muy importante. Construimos unos telesillas de última generación que nos han hecho ser la mejor estación de España. Es la más grande en kilómetros esquiables, las instalaciones son modernas y la proyección es de gran dinamismo.
Ahora ambas estaciones tienen filosofías diferentes. Baqueira piensa más en el esquí y nosotros más en la diversión."
Cuando nace la estación de Formigal, todo cambió en el valle.
"Se empezó a asentar población y a crear más puestos de trabajo". Pueblos como Biescas, Tramacastilla, Panticosa, Escarrilla o Sallent tienen cada vez más vida.
"María y Clara, que son mis hijas, nacieron a principios de los 90. Cuando iban al colegio estudiaban en el colegio de Sallent 40 niños y ahora hay más del centenar. La población es joven y aporta dinamismo y expectativas económicas a la zona".
Filosofía
Ahora Formigal cuenta con unas instalaciones que se pueden equiparar con las mejores estaciones del arco alpino.
"La seriedad, la responsabilidad y la seguridad se han revestido con la diversión. Queremos darle el valor añadido y es que el esquiador se lo pase bien". Hay muchos aficionados que realizan pocas bajadas a lo largo de la jornada. Los hay que realizan seis bajadas en un día. Pero necesitan una serie de alternativas como una chocolatería, buenos restaurantes, sitios donde puedas reunirte con la familia, lugares para los niños".
De manera paralela al desarrollo de Formigal, en los últimos años del franquismo la presa del embalse de Búbal sepultó Lanuza.
"Mi casa quedó debajo del agua", dice el altoaragonés. En los 90 llega un proceso de reversión.
"Lanuza ha resurgido de las aguas. Es una joya del Pirineo. El pueblo lo hemos reconstruido entre todos los vecinos siguiendo los patrones tradicionales. Pasear por sus calles es una maravilla. Allí viven ahora tres familias. El pueblo va creciendo. Yo vivo en Sallent con mis hijas. Pero en Lanuza está mi familia. Aunque será costoso que regrese a mis raíces".