La Molina espera que las próximas semanas sean tan buenas como hasta ahora. "Mientras la nieve aguante, tendremos esquiadores; la gente tiene ganas después de dos años malos", asegura Marta Viver, portavoz de la estación. En Masella no ven el futuro con tanto optimismo. "Hay gente que ya hace dos meses que va a esquiar y esto se traducirá en las próximas semanas en una pequeña disminución [de esquiadores]", augura la portavoz de la instalación, Maite Martí.
Los que sí tienen claro que les costará encarar lo que queda de temporada es el sector hotelero de la Cerdanya. "La bajada será importante", mantiene Joan Llaveria, de la asociación de hostelería. También llegan tiempos difíciles para las casas de turismo rural, que para Fin de Año colgaron el cartel de completo, pero que ahora prevén unos meses realmente malos.
En cambio, en el Pirineo de Lleida el futuro de la temporada se afronta con optimismo, teniendo en cuenta la gran calidad y cantidad de nieve que hay en las estaciones y los buenos resultados que se han logrado en estas fiestas navideñas. "Había ciertas dudas sobre cómo funcionaría Navidad y Reyes con el tema de la crisis económica, y hemos superado todas las previsiones", afirma el director del Patronato de Turismo de la Diputación de Lleida, Xavier Moncayo.
Tanto el Patronato como la Federación de Hostelería de Lleida coinciden en que cuando hay crisis en el Pirineo es cuando no hay nieve. Este año las abundantes precipitaciones se han traducido en unas ocupaciones muy altas en toda la zona pirenaica. "Esto nos hace ser optimistas", dice el presidente de la Federación, Juan Antonio Serrano.
En el caso de Baqueira-Beret, el director comercial, Roberto Buil, considera que se puede notar una disminución en los días de estancia. A pesar de la prudencia, se encara la campaña con optimismo y se prevé que sea mejor que las de los últimos dos años.
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