El siniestro sucedió cuando hacía un mes que se había estrenado aquella zona del Pla de les Pedres y, según admitió el trabajador de la estación de esquí, todavía no estaban los palos con los discos que marcan el color de la pista y la delimitan para marcar por donde pasa. Aun así, remarcó que había unos palos provisionales que fijaban el trazado del que era un itinerario para esquiadores con poco nivel. El imputado explicó que el hombre “en una curva salió a un espacio fuera pista” y resaltó que se debió de dar cuenta que no seguía el recorrido correcto, “porque un esquiador nota perfectamente en qué momento se acaba la nieve pisada”.
El resultado fue que el esquiador fue a parar fuera del itinerario marcado, topó contra un talud, hizo una vuelta de campana y en el momento de quedar tendido de espalda ya había perdido la sensibilidad en las piernas. Las primeras atenciones se las practicaron un bombero catalán y un traumatólogo madrileño que esquiaban en el mismo sitio y los dos declararon durante la instrucción de la causa que aquella misma mañana (el accidente pasó hacia las 10.30 horas) ellos o alguien del grupo había sufrido una salida de pista por el mismo lugar. Los dos esquiadores y el primer pister que acudió a socorrer a la víctima ya alertaron de la gravedad de la lesión y pidieron la intervención de un helicóptero.
Ambos testigos fueron utilizados por el fiscal como prueba de la peligrosidad de aquel punto, igual que el hecho que el jefe de Pistas manifestara que cada mañana supervisaba cada pista y entonces autorizaba la apertura al público, “y aquel día aún no habíamos llegado a hacer la revisión porque es un área muy grande”.
El ministerio público también se basó en el informe elaborado por el policía que estudió el siniestro y el lugar de los hechos dos años después de haber sucedido. El agente explicó que cuando visitó la zona “ya no tenía nada que ver con el día del accidente” y remarcó que “el esquiador cometió un error al buscar el itinerario”. Además, fue contundente al asegurar que “aquella era una pista ancha con pendiente regular y de esta manera es fácil confundir el recorrido y debía estar más marcado”.
La defensa rechazó todos los argumentos del fiscal e insistió que la legislación vigente no prevé que se deba marcar una zona fuera pista, sino la pista, que estaba marcada. Y recordó que aquel día había luz plena y esto no permite ver el relieve, pero sí los palos marcadores, y que cualquier accidente que pasa fuera de la pista “es responsabilidad del esquiador”. La letrada pidió la absolución o que se considere que el Jefe de Pistas cometió una imprudencia leve que ya ha prescrito.
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