El escritor Mark Twain, el músico Richard Wagner, la Reina Victoria de Inglaterra o el Rey Juan Carlos I son algunos de los ilustres turistas que han visitado la cima de la montaña más famosa de la Suiza central a bordo del ferrocarril escalador.
Hoy en día, el tren Rigi Staffel transporta unos 500.000 pasajeros al año en una excursión que incluye un trayecto en el ferrocarril de cremallera, en teleférico y en barco de vapor por el lago de Lucerna. Las panorámicas del trayecto incluyen unos 70 glaciares, 13 lagos, 17 ciudades y altos picos.
Los grandes expresos
Un paseo de 290 kilómetros a bordo del Glacier Express nos permitirá cubrir el recorrido de Zermatt a St. Moritz en ocho mágicas horas. Es una ruta legendaria que este año ha estrenado nuevos vagones con techo panorámico, mucho más sigilosos que los de la previa generación y que ofrecen una panorámica inmejorable.
El "tren rápido más lento del mundo" pasa por lugares tan hermosos como el cantón de Graübunden, los macizos del Gothard y del Alto-Valais y las gargantas de Ruinaulta a una velocidad de 36 kilómetros por hora. El ferrocarril utiliza el sistema de cremallera en los ascensos más empinados y cruza 291 puentes, pasa a través de 91 túneles y por el Paso Oberalp a 2.003 metros.
El Bernina Express es un tren panorámico que cruza los Alpes de norte a sur en dos horas y media y permite al viajero disfrutar de paisajes alpinos de alta montaña, galerías labradas en escarpadas rocas, puentes levadizos, glaciares, arroyos e incluso un jardín alpino. El tren tiene una serie de viaductos en herradura que giran sobre sí mismos de manera que en casi 30 kilómetros consigue subir hasta el Paso de Bernina que está a una altura de 2.253 metros.
El BLS RegioExpress conecta algunas de las zonas más originales de Suiza. Parte de Berna (Sitio de Patrimonio Mundial de la UNESCO) y en 80 minutos nos lleva hasta la región de Emmental, conocida por su queso de enormes agujeros y, la región alpina de Entlebuch, en el cantón de Lucerna, declarada Reserva de Biosfera por la UNESCO.
El centro de Suiza
Al norte de Valais y al este de Berna, la capital suiza, se encuentra la región del Jungfrau, uno de los pocos lugares del mundo que cuenta con dos hermosos lagos alpinos (el Thun y el Brienz). Visitar la estación de tren más alta de Europa es un espectáculo único y también caro.
El ferrocarril cremallera de Jungfrau asciende a una altura de 3.454 metros y cuesta entre 100 y 140 euros, pero quienes lo han probado cuentan que no defrauda. El trayecto dura unos 45 minutos y se adentra en el túnel Grosser, de más de siete kilómetros de largo, ante el asombro de sus pasajeros que no dejan de estremecerse hasta que llega a la estación de Eigerwand.
Famosos y chocolate
La estación de esquí de Gstaad está situada en el suroeste de Suiza y a pocos kilómetros de la frontera francesa, en la región de Overlan-Bernois. Es uno de los mejores lugares del mundo para encontrar famosos practicando esquí o disfrutando de un merecido descanso en uno de sus numerosos chalets de lujo.
Pierce Brosnam, Claudia Schiffer, Valentino, el príncipe Carlos de Inglaterra y la familia Grimaldi, de Mónaco, entre otros, se dejan ver por allí. El Golden Pass Panorámico parte de Lucerna y cruza el Brünig Pass camino de Interlaken, desde donde nos lleva hasta el lugar predilecto del jet set mundial. Acto seguido, el ferrocarril desciende a una velocidad de vértigo hacia Montreux.
Desde allí podemos coger el Tren del Chocolate que combina el placer de viajar con el de saborear chocolate suizo, concretamente de la marca Nestlé-Caillers que es el que gestiona el recorrido. A bordo de uno de sus vagones pullman de la Belle Epoque, podremos disfrutar de una degustación mientras contemplamos las increíbles vistas de los viñedos de Montreaux. El tren para al llegar al pueblo medieval de Gruyères, para hacer una visita a su fábrica de queso antes de iniciar el viaje de regreso.
Los ingenieros suizos se han hecho expertos en la construcción de maravillas técnicas que parecían inalcanzables y gastan cada año millones en el mantenimiento de su obra. La montaña devora puentes, tendidos de cables y protecciones contra aludes, pero quienes han visitado su corazón a bordo de un ferrocarril aseguran que todos los gastos merecen la pena.