La subida global de las temperaturas está ya haciéndose notar en las estaciones de esquí de Escocia, donde la nieve es cada vez más escasa y el clima más templado. Algunos hoteles ya están cerrando ante la crisis turística que se avecina. Otros, más avispados, se han aplicado el lema 'renovarse o morir' y ofrecen a los visitantes alternativas al esquí como el ciclismo de montaña o el senderismo.
La industria del turismo de nieve en tierras escocesas está en crisis. No es por falta de visitantes -unos 300.000 cada invierno- sino por ausencia del elemento fundamental: la nieve. Y es que la presencia de este oro blanco es cada vez más esporádica, está teniendo graves consecuencias entre los hoteles y estaciones de esquí repartidos por las montañas escocesas.
Los miles de visitantes deseosos de deslizarse a bordo de esquíes por las nevadas laderas de las montañas de Escocia están encontrándose con más barro y pedruscos que blanca nieve. El disgusto entre los turistas y la preocupación entre los empresarios no se ha hecho esperar, teniendo en cuenta las inversiones millonarias en esta temporada.
La escasa frecuencia de las nevadas está obligando recurrir a la alternativa de la nieve artificial, que se derrite a un ritmo más rápido que el de las máquinas encargadas de renovarla. Ante esta situación, dos de los hoteles más importantes de la zona, Glenshoe y Glencoe, han colgado el cartel de 'se vende'. Otros, menos tremendistas, intentan hacer frente a la crisis diversificando la oferta turística, promocionando otros encantos de la región como el senderismo, el ciclismo de montaña o la cata de whisky, salpicado con sesiones de esquí cuando la cambiante climatología lo permita.
La gravedad del asunto trasciende el puro negocio hasta alcanzar cotas más preocupantes. Y es que el motivo de que la nieve se haga cada vez más de rogar en estas hiperbóreas regiones es el lento pero imparable aumento de las temperaturas a nivel planetario. Para el 2080, la temperatura habrá aumentado tres grados. Un adelanto de una posible catástrofe climática que ya se está notando en regiones de montaña como las Highlands escocesas o los Alpes suizos, donde las precipitaciones de agua helada son cada vez más erráticas.
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