El esquí en el cine I (Hasta 1949)

El esquí en el cine I (Hasta 1949)
Carteleras de películas
Presentamos un repaso a la evolución del cine con temática esquiadora. Comprende desde los inicios del cine hasta 1949. Es un repaso amplio con mención especial de actores y directores y centrado en el cine comercial de entretenimiento (no tanto el documental).

La experiencia me dice que intentar componer una recopilación completa de la filmografía en la que haya sido tratado cualquier tema deportivo es una quimera. Resulta prácticamente imposible pretender abarcar todo lo producido. Lo sé porque en anteriores ocasiones me he puesto a recopilar la presencia del ciclismo, del patinaje y del motociclismo (no necesariamente deportivos) en el cine, y siempre me ha pasado lo mismo. Que me he topado con varios problemas. Que si una vez zanjado el ensayo me encuentro con películas que deberían haber aparecido; que la frontera entre lo que puede ser considerado una película de tal o cual tema es muy difusa (por ejemplo, en algunas puede aparecer alguna escena memorable, pero nada más); que incluso cuando he hallado publicado el trabajo de alguna investigación experta (en cine y en el tema en cuestión), encuentro por mi cuenta otras películas muy relevantes que a la investigación se le han escapado. Todo ello obliga a plantear una prevención preliminar. En esta sucesión de artículos sobre el esquí en el cine van a faltar muchas referencias. Algunas voluntariamente y otras muchas probables por mero desconocimiento. Otro asunto que debo adelantar es que el objetivo de tratamiento de estos escritos se centra, fundamentalmente, en el ámbito del cine comercial (de entretenimiento), dejando fuera, salvo excepciones muy concretas, la categoría de los documentales. En el cine documental habrá cientos o miles de trabajos con temática de esquí como prioridad. Si aquí iré haciendo referencia a algunos pocos de ellos será porque estarán muy relacionados con algunas de las personas de importancia que forman parte de la historia del cine con esquí, o porque su dedicación profesional a ello habrá marcado toda una época.

Por el contrario, en lo que a películas comerciales se refiere, me voy a saltar premeditadamente lo que considero algunos bodrios, nefastas secuelas, o filmes en los que alguna que otra escena sobre esquís es meramente anecdótica. Finalmente, aunque el snowboarding aparecerá compartiendo pantalla con el esquí, me abstendré de incluir filmes fundamentalmente centrados en el snowboarding, al ser esta una modalidad de la que paso.

Haya habido lo que haya habido previamente, el primer gran director de cine y esquí de la historia (y probablemente el principal director de dicho cine en la historia) fue el alemán Arnold Fanck. Sobre Fanck y sus películas ya escribí suficiente en el Epílogo de mi libro Metiendo cantos. El director fue un excepcional y tempranero ejemplo de cineasta especializado en el tratamiento de las montañas como escenario, tema prioritario, fuente de recursos dramáticos, yacimiento de culturas propias, etc. La figura de Fanck arrastró consigo a otras tanto o más conocidas, que formaron parte de su elenco técnico y artístico. El gran esquiador de la época, el maestro Hannes Schneider, fue el principal protagonista esquiador y montañero de las películas de Fanck. La posteriormente famosa directora Leni Riefenstahl también formó parte de sus repartos en varios filmes y, no cabe duda, tomó muy buena nota del saber hacer del director. A ellos me referí en el citado Epílogo, que recomiendo leer y no voy a repetir aquí. Los comentarios mezclan nazismo con arte, cine, esquí y tendencias filosóficas de la sociedad de entonces, estas últimas en rápida evolución. En lo que respecta a Fanck, el nazismo le influyó bastante, ya que, como tantos otros, se vio obligado a adaptarse a él para sobrevivir profesionalmente. Su reticencia inicial a simpatizar y colaborar con dicho movimiento le acabó pasando factura, por lo que terminó teniendo que tragarse parte de su autonomía e independencia para poder seguir haciendo cine en años posteriores. Justo después, esas forzadas concesiones le volvieron a castigar económicamente con la llegada de la victoria aliada… lo dicho, otra víctima más (en este caso artística) de una época muy convulsa.

Arnold Fanck y Leni Riefenstahl. (Imagen: imdb.com).

 

La obra de Arnold Fanck abarca más de 28 películas, 7 de ellas cortometrajes. Fueron estrenadas entre 1920 y 1944. De todas ellas únicamente había visto dos, que elegí expresamente para poder hablar sobre ellas en Metiendo Cantos. Ahora he aprovechado este artículo para disfrutar de algunas más. Su obra comenzó con dos documentales. El primero, Das Wunder des Schneeschuhs (Las maravillas del esquí), de 1920, debería ser de visionado obligado para todo amante del esquí de travesía. Dura una media hora y se trata de cine mudo enriquecido con una banda sonora de música clásica con algunos aires folclóricos en ciertos momentos. Está íntegramente dedicado a acciones esquiando. Un esquí montañero, excursionista y de refugio, en el que las personas ocasionalmente aparecen encordadas. Hay alardes de saltos y velocidad como complemento de un esquí preferentemente técnico y de seguridad. Mucha cuña, algo de viraje fundamental y, en el caso de algunos esquiadores, estilo Telemark. Hay pasos delicados, descensos directos, paso del patinador, ascensos, progresiones en llano, saltos de frenada, rescate en grieta, etc. Se trata de un compendio ilustrativo de la aventura del esquí. Una aventura que en aquella época lo era, y lo era así. Excursionismo puro y duro. Dos detalles más, únicamente para ojos muy avispados, surgen en esta cinta: aunque es uno y brevísimo, aparece un corte con un par de mujeres esquiando; en otra toma se ve la sombra de la cámara filmando… ¡a manivela!

Dos años más tarde, Fanck retomó el tema con una segunda película, tres veces más larga, a la que tituló Das Wunder des Schneeschuhs, 2. Teil - Eine Fuchsjagd auf Skiern durchs Engadin (Las maravillas del esquí, 2. Una cacería de zorros sobre esquís por Engadin); las traducciones son aproximadas. Entre ambas hizo otra de alpinismo. Más que un documental, es un primer conato de película argumentada, aunque no acaba de conseguir deshacerse de su esencia fundamental: un repertorio de habilidades esquiadoras. La trama es muy simple, un gran grupo de jóvenes organiza una especie de caza del zorro esquiando en las montañas. Lo lidera una desenvuelta señorita que, además, hace un poco de trampa. La presencia de Schneider es estelar. Hace de sí mismo y es el protagonista destacado. Es quien hace de zorro y al que intentan cazar el resto de esquiadores. El filme tiene dos momentos un poco forzados en los que se recrea en acciones de saltos. Uno es al principio (puramente documental) y otro en mitad de la cacería. La película se hace larga. La técnica de los participantes es francamente antigua, bastante rudimentaria en los virajes, algunos de los cuales son claramente alpinos, aunque de vez en cuando surgen giros sueltos nórdicos. Probablemente sea debido a que en los saltos y en algunas escenas tres noruegos y un finlandés formaron parte del reparto. Se gira en cuña o en una especie de como se puede. Se ejecutan cuñas o derrapes en pasos delicados, mientras que abundan los largos descensos directos rectos a gran velocidad cada vez que parece factible. Hay múltiples caídas presentadas como algo natural. Aparte de los grandes saltos ejecutados aprovechando accidentes naturales o artificiales, hay mucha acción saltada para giros o frenadas repentinas. Ahora nos parecen excesivos y casi imposibles. Sin embargo, hay que explicar que eran posibles gracias a que las botas flexibles y bajas permitían una acción de flexión y extensión de piernas (acción de saltar) bastante natural, cosa que se vio notablemente reducida con la incorporación de las botas rígidas y altas de ganchos. En cualquier caso, el esquí de esta película consiste en un constante subir y bajar por un territorio nevado muy extenso, natural y variado. Sin duda, se trata de un esquí tremendamente físico. Apenas unas pocas cabañas y refugios ponen una mínima nota de civilización en el paraje. La presencia femenina es notable. Hay cuatro esquiadoras entre el grupo de secundarios, y una chica que ejerce de coprotagonista, pero con muchísimo menor tiempo de pantalla. La versión que he podido ver no tenía sonido (supongo que la original tuviera banda sonora). Aun así, se trata de cine mudo. Las conversaciones y relato narrativo, que los hay, son a base de cartelería insertada entre las escenas. No parece imprescindible descifrarla. Al menos para mí fue imposible porque en la versión que encontré el original estaba en alemán con subtítulos en chino o japonés (ni lo sé).

Hannes Schneider en plena demostración de la cuña. En aquella época los grandes maestros eran las figuras más relevantes del esquí, mucho más valorados que los competidores. Las escuelas desarrollaban sus propias metodologías y trataban de alcanzar prestigio y reputación. El caso de Schneider fue paradigmático porque se hizo indiscutible en Austria, fue forzadamente importado por la Alemania Nazi y, finalmente, implantó un influyente desarrollo posterior en los EEUU. (Imagen: skischule-arlberg.com).

 

Sucesivamente, Fanck fue estrenando películas con trama y argumento, aunque fiel a los escenarios de montaña alpina. Algunas con el montañismo como actividad, otras con el esquí y otras combinando ambas prácticas. Entre estas últimas estuvo Der Grosse Sprung (El gran salto) en 1927, un filme con carácter bastante cómico, que no me ha interesado demasiado. De lo que he visto, prefiero el Fanck documental o dramático que el cómico. Y de los tres géneros hubo bastante a lo largo de su trayectoria. Por ejemplo, con evidente carácter de drama trágico, un año antes (1926) estrenó Der Heilige Berg (La montaña sagrada), una trama de esquí y montaña con un final trágico. La disfruté mucho (ojo, siempre teniendo en cuenta su edad y limitaciones técnicas audiovisuales) e incluye bastante y buen esquí, combinado con alpinismo de riesgo (este último más decorado). Lo que ocurre con esta película, ya lo expliqué en su día en las páginas de Metiendo Cantos, es que reúne a un trio de personajes (Arnold Fanck, Hannes Schneider y Leni Riefenstahl) en una especie de encrucijada cultural en la que la danza expresionista convive con el rabiosamente emergente esquí, el cine de alta montaña y retazos de un romanticismo costumbrista. Algunos de esos ingredientes asentándose como constantes del cine de Fanck, mientras que otros en claras vías de extinción.

Cartel del la película Der Heilige Berg. (Imagen: mntnfilm.com).

 

En 1928 Fanck fue el director designado para realizar la película oficial de los JJOO de Invierno de St. Moritz. Aquellas fueron las segundas olimpiadas invernales de la historia, todavía totalmente influenciadas por los países nórdicos. El esquí alpino aun no formaba parte del programa, pero en el documental sí hay escenas de turismo excursionista. Una de ellas resulta francamente chocante desde un punto de vista actual. Es una escena de ocio montañero en modalidad de esquí alpino, es decir, entonces, y no me canso de repetirlo: esquí de travesía. La escena puede emparentar con algunos de los cuadros más atrevidos de Alfons Walde y nos muestra que, digan lo que digan los actuales autoproclamados adalides de las libertades y avances sociales, ha habido épocas anteriores de mayor liberalidad de comportamientos y libertad de acción y expresión que la que actualmente vivimos, que es sesgada, censurada políticamente y tintada de mojigatería laica en según qué temáticas. Quien quiera ver la escena que la busque, que se esfuerce un poco. Harto estoy de los navegantes que trocean las imágenes, las películas, las lecturas, etc. En su consumo cultural vía internet. Añado un detalle más con respecto a citada escena, al verla, hay que recordar que aparece en una película oficial del COI de los años veinte del siglo pasado. Un organismo fundado y gobernado por aristócratas, lo que quiere decir que no debió de ser considerada como nada especialmente escandaloso. La película se titula Das Weiße Stadion (El estadio blanco). Dejo el enlace:

 ENLACE

Cartel de la película. (Imagen. filmaffinity.com).

 

En 1929 llegó el estreno de Die weiße Hölle vom Piz Palü (El infierno blanco del Piz Palü). En ella apenas aparece algo de esquí de aproximación, el protagonismo se lo lleva el montañismo a tope. Después se estrenó Stürme über dem Montblanc (Tormentas sobre el Mont Blanc), en 1930. Tengo la impresión de que con mejor calidad de imagen (siempre en blanco y negro) pero con una velocidad artificial de proyección exageradamente elevada en las escenas de esquí, algo que, desde mi punto de vista, fastidia enormemente las películas que recurrieron a ello en origen. Y hablando de recurrir, la mayor parte del metraje dedicado al esquí vuelve a hacerlo en forma del juego de cacería del zorro, entretenimiento que, visto lo visto, debía de entusiasmar al director, pues al menos aparece ocupando muchos minutos en tres de sus películas. El filme se completa con alpinismo de altitud, un poco de esquí de glaciar (de rescate), y algunas escenas de aeroplanos entre las montañas, otro tema que parece recurrente en varias de las obras de Fanck. No debería parecernos extraño, teniendo en cuenta que la aviación, como el esquí alpino, eran entonces parcelas de rabiosa modernidad y avance tecnológico (como el propio cine o la fotografía).

Cartel de la película en francés. A su estreno, la cinta se comercializó en dos versiones: alemana y francesa. Ese detalle, junto con el tratamiento de heroicidad que el argumento daba a un francés, fue algo que no sentó nada bien al ministro de propaganda alemán. Empezaron las presiones... (Imagen: imdb.com).

 

Y en 1931 llegó el principal referente histórico de película íntegramente dedicada al esquí. Aunque con tecnología muy básica, ya se trataba de una cinta con audio incorporado a las imágenes. Surgen los diálogos sonoros, aunque sean pocos y escuetos. El director vuelve a decantarse por el talante cómico y la búsqueda del alarde en las acciones esquiadoras. Der Weisse Rausch (Intoxicación blanca, o borrachera o embriaguez blanca) parece empeñarse en incorporar en una misma película todas las destrezas que los esquiadores de entonces eran capaces de demostrar. Esto produce un efecto algo chocante a la vista actual (y lo dice alguien que se declara apasionado por el esquí antiguo y su historia): aparecen escenas de acción de esquí fascinantes, intercaladas con otras que rayan lo ridículo, quizás buscando ese efecto cómico que, como veremos muchas décadas después, se fue convirtiendo, y aún se empeñan en ello, en una nefasta constante en demasiadas películas de temática esquiadora. Pese a estos males de juventud, esta película es esencial en la historia del cine de esquí. No comento más sobre ella porque es otra sobre la que ya lo hice en el libro.

Cartel original de la mítica película Der weisse Rausch. (Imagen. cinema.de).

Bajo el mismo nombre, se celebra actualmente en St. Anton una carrera que trata de mantener vivo el espíritu de la película. Es un preparados, listos, ya de todos contra todos. En la mayoría de las películas de Fanck, hay muchas escenas de esquí masivo, en las que grupos nutridos comparten laderas a gran velocidad, en una especie de camaradería de riesgo y sensaciones. (Imagen: arlberginsider.com).

Tan singular y loca carrera se celebra a lo largo de un recorrido de ¡9 km!, saliendo desde unos 2600m de altura, con un desnivel total de 1340m. Aunque la salida masiva ahora se escalona en unas pocas tandas, el total de participantes es de ¡555! (Imagen: spiegel.de).

 

A partir de entonces, el esquí prácticamente desapareció de los largometrajes de Fanck. Todavía dirigió alguno de temática montañera y de odiseas polares, pero luego abordó también la aventura en parajes no nevados y australes. Sin embargo, su legado dio un poco más de sí de modo indirecto. Por un lado, como fuente de inspiración temática para futuros directores y, en un caso concreto y muy cercano, como ejemplo y agente formativo del siguiente director en el que nos vamos a fijar. Luis Trenker formó parte del equipo técnico de Fanck en algunas de sus películas, por lo que, lo mismo que Leni Riefenstahl, debió de aprender mucho de él. El caso es que se atrevió con varios filmes del género. Uno de ellos se titula Liebesbriefe aus dem Engadin (Cartas de amor desde Engadin) y se estrenó en 1938. Sigue el estilo de las de Fanck, combinando montañismo, esquí, entorno tirolés y dosis de costumbrismo. Es una película bien hecha. Desde un punto de vista técnico está a la altura de las mejores de Fanck. El argumento es cómico-amoroso. Dinámico y con el enriquecimiento que dan algunas parejas y personajes secundarios paralelos. El toque cómico se restringe casi exclusivamente a uno de esos papeles. La música cobra cierto protagonismo y juega con una pegadiza banda sonora que aparece en formato de canto vocal local, ritmos de moda y música de fondo. A esa melodía hay que añadir alguna canción popular y músicas de baile clásicas o modernas para la época, sonando en diferentes ambientes. Y hablando de ambiente, el de paraje de invierno está muy bien mostrado. Es real y enseña arquitectura local, tienda, hotel, refugio, pistas de esquí y paraíso montañoso. La trama refleja el encuentro del pujante turismo internacional con la gente local, que está atenta a aprovechar esta novedosa fuente de ingresos y prosperidad. Hay mucho ambiente y abundan las mujeres jóvenes y hermosas, lo cual, de paso, nos aporta un excelente documento de vestuario deportivo de invierno variado, para mujeres y para hombres.

Ahondando en la temática esquiadora, hay que decir que, al igual que ocurre con las películas de Fanck, el asunto de la liberación del talón aparece o no indistintamente y, cuando lo hace, en grados muy diferentes. Ello parece sugerir que todavía se estaba en pleno periodo de transición técnico (de esquí y de reglaje de material) entre las versiones nórdicas más alpinas, y las definitivamente alpinas. Hay menos escenas de esquí y en la principal de ellas el descenso directo sigue vigente, aunque ya más alternado con mayor dominio de los giros. Hay cristianías al valle consumados e incluso un claro paralelo. No se abusa del requisito espectacular de los saltos y, por el contrario, hay una escena de clases de esquí suficientemente documental, basada en mucho trabajo de picadero (algunos monitores con experiencia sabrán a qué me refiero). Aparecen remontes de dos tipos: un teleférico y un telesquí en T bastante rudimentario, que da acceso a una pista muy concurrida. Sin embargo, el protagonismo principal del esquí se da con otra interpretación, la de verdad, la de excursión, la de travesía. Da la impresión de que remonte y pista son para aprender, mientras que los expertos se adentran en largos y trabajosos recorridos de ascensos, llanos y descensos. Como en tantas ocasiones hiciera Fanck, Trenker equilibra la presencia del esquí con la de la montaña. Muestra progresión alpina sobre hielo en escenario real y con apariencia bastante técnica (uso de piolet, cordada, navaja, crampones, etc.). Incluso se alcanza una seria cumbre en vía invernal, algo que forma parte del contenido deportivo del tipo de vacaciones sugeridas.

Pese a que vi la película en alemán y sin subtítulos, se me hizo bastante amena y pude seguir fácilmente la trama, pues no requiere un esfuerzo por parte del espectador, aunque este se pierda detalles del guion. Estéticamente la considero un buen trabajo. De luz, de variedad y dinámica de encuadres, y con un excelente tratamiento de las tomas de esquí. Hay mucha variedad de planos, y hasta algunos de seguimiento muy cercano y en movimiento conjunto al esquiador. Sin embargo, la proporción de metraje de esquí es menor que en otras anteriormente citadas porque se quiso dar peso a la trama y al trabajo dramático de los actores. Si comparamos los resultados de filmación específico de esquí (no la resolución o nitidez) de las películas alemanas fijadas, con lo que propuso Hollywood posteriormente, podemos asegurar que las cosas fueron claramente a peor.

Luis Trenker ejerció de actor protagonista y de director. Lo hizo así en algunas de sus películas, y probablemente de extra para las escenas de esquí y montaña, pues ya asumió dicha función en sus colaboraciones previas con Fanck. No he visto más películas suyas, pero parece que se centró bastante en el tratamiento etnográfico y humano de la Austria alpina, algo de lo que, como en tantos otros casos, quiso aprovecharse el régimen nazi. En este caso, el cineasta, disconforme con las presiones recibidas por el gobierno, se trasladó a los Alpes italianos para poder trabajar a su gusto. Hay quien sugiere que un brillante papel suyo como emigrado puede ser considerado como un catalizador más de lo que más tarde sería el neorrealismo cinematográfico italiano.

Cartel de la película con Luis Trenkel en primer plano. (Imagen: mntnfilm.com).

 

Como es lógico, incluso en el primer periodo aquí tratado, la producción de películas ambientadas en el mundo del esquí no podía faltar en los EEUU. Y ello quedó demostrado, especialmente, a través de una estrella mundial y olímpica del… ¡patinaje artístico sobre Hielo! Sonja Henie. Aquella rubia noruega pasó del estrellato olímpico al cinematográfico americano, convirtiéndose en una de las actrices mejor pagadas del momento. Sonja había sido una excelente deportista precoz. Buena esquiadora, pero mucho mejor patinadora, que es a lo que acabó dedicándose. Su historia ya la desarrollé en otro artículo titulado Más que una cara bonita. Creo que merece la pena su lectura, pero no es cosa de repetirla aquí. La cuestión es que la industria cinematográfica americana consideró que el patinaje artístico era un buen ingrediente para producir películas animadas y con espectáculo bajo la fórmula: guion amoroso con algo de enredo + música + ambientación invernal (toque exótico) + dos o tres buenos números del mejor patinaje artístico mundial. Algo similar a lo que en el agua se hizo con Esther Williams. Aunque Henie había aparecido de algún modo en un par de películas antes (supongo que en Noruega), su carrera en Hollywood se inició en 1936 con One in a Million. Al año siguiente se estrenó Thin Ice, en la que la actriz y patinadora hizo pareja con Tyrone Powell. Mis comentarios sobre la película están en la citada entrada. Hay algo de esquí. No está mal, pero sufre del pecado de la velocidad artificial. Entre 1936 (One in a Million) y 1948 (The Countess of Monte Cristo), Sonja rodó doce películas, la mayoría de ellas encasilladas en el patinaje. En las pocas que no fue así el resultado no fue bueno, por lo que el intento se abandonó pronto. La otra en la que aparece el esquí de modo significativo es Sun Valley Serenade, de 1941. De hecho, la considero una verdadera película de esquí, aunque la modalidad ocupe sólo cierta parte del metraje. Lo es por el escenario principal, el ambiente y varias escenas de remontes o esquiando. Independientemente de que se trate de una película de patinaje artístico, romántica, parcialmente musical e incluso promocional del resort, me parece un buen trabajo del género, pues con el tiempo ha ganado valor documental histórico y porque, gracias a Glen Miller y su Big Band, incorpora buena música de la época. Hay esquí de calidad, acelerado, pero bueno. De hecho, en la parte femenina estuvo a cargo de una extra de alto nivel. Tanto en Thin Ice (1937) como en Sun Valley Serenade (1941), Sonja, pese a haber sido una buena esquiadora en su juventud, fue doblada por Gretchen Kunigk Fraser, una competidora americana de esquí alpino. La primera medallista olímpica de oro en la historia del esquí alpino norteamericano.

Cartel de Sun Valley Serenade. (Imagen: imdb.com).

 

Como anécdota, puedo comentar que en 1950, ya en color, apareció una película titulada The Countess of Idaho, que en la versión para España se tituló Serenata en el Valle del Sol, literalmente “Sun Valley Serenade”, lo cual ya de por sí no aportaba más que confusión con respecto a la anterior. No le faltaba razón a Gila cuando hacía chistes sobre los caprichosos títulos que se le ponían en España a muchas películas norteamericanas. Estaba protagonizada por Esther Williams, por lo que, en vez de patinaje había algún número acuático. Aunque en sus carteles aparezcan esquís, ignoro si hay escenas de esquí en el filme pues no lo he visto. No lo descarto, pero no me genera ninguna expectativa el que tales hipotéticas escenas merezcan la pena.

Cartel americano de la película. (Imagen: imdb.com).

Aquí la versión española de cartelería. (Imagen: themoviedb.org).

 

Previamente, en 1943, los esquís habían aparecido de modo bastante evidente en una película de aventuras bélicas situada en el norte de Canadá durante la II Guerra mundial. Un comando alemán trata de ejecutar un plan estratégico, para lo cual de desplazan con esquís. Las tablas comparten travesía con las raquetas y los trineos tirados por perros de la población local. La trama está bien pensada y estamos ante una buena película de aventuras (en blanco y negro, y de 1943). Se titula Northern Pursuit (El misterio de las nieves), está protagonizada por Errol Flynn y fue dirigida por Raoul Walsh. El largometraje es bonito, quiero con ello decir que la ambientación, vestuario, objetos, etc. Están bien cuidados. Los perros son de verdad y hay escenas de paisaje real y de progresiones por la nieve. Además, es muy dinámica. Nada lenta, al contrario, hay situaciones y escenarios diferentes a lo largo de toda ella. Un detalle muy de agradecer es el hecho de que, en ella, quienes esquían son los alemanes (salvo un caso en el que lo hace un indio local), que sería lo coherente con la situación. Aparte de una breve secuencia inicial grupal, el esquí de descenso se concentra en otra más larga que inserto aquí. La escena mejoraría mucho si no fuera por los dos principales males del cine de la época (sobre todo el made in USA): el maniático exceso de velocidad de proyección (muy exagerado en este caso) y la consabida inserción de primeros planos falsos sobre un fondo de pantalla en movimiento (en este caso, afortunadamente, con menor abuso que en otro con el que cerraré este artículo).

En 1945, hasta el mismísimo Alfred Hitchcock (un auténtico grande de la historia del cine) incorporó una escena de esquí en su película Spellbound (Recuerda). En mi opinión el largometraje es excelente. Estupendo reparto, un gran guion y un resultado digno de su excepcional autor. Sin embargo, la escena de esquí es lamentable. Los primeros planos, que son mayoría, son falsos, con una mala proyección de fondo, tal y como ocurre con la película protagonizada por Errol Flynn. Técnica a la que tanto se recurría en secuencias de conducción, pero que nunca veíamos en las de los directores alemanes de montaña anteriores. Por otra parte, el poco esquí que hay es acelerado y demasiado lejano. Definitivamente, hay que borrarla del inventario de cine de esquí, aunque sea de Hitchcock.

Es de suponer que el cine norteamericano haya dejado algunas películas centradas en el esquí a lo largo de la década de los años cuarenta. Pero el caso es que o no he dado con ellas o no debieron resultar mínimamente populares, así que aquí pongo fin a la década y a este capítulo. La saga fílmica continuará próximamente a partir de 1950.

NOTA DE INTERÉS: sería extremadamente difícil, además de excesivo, hacer referencia a todas las películas existentes con temática esquiadora (muchas de ellas poco o nada conocidas). Para los más interesados en el asunto, recuerdo/recomiendo seguirle la pista a algunas otras sin necesidad de salir de Nevasport:

 

2 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    13/03/2024 22:02
    #1
    Fabuloso artículo delmer, deberíamos hacer un repaso y actualizar es siglo de cine con nuevas incorporaciones, igual ya lo podemos pasar a siglo y medio casi :lol2:

    Pepe

    karma del mensaje: 12 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    14/03/2024 17:20
    #2
    #1 Muchas gracias, efectivamente, el tema daría mucho de sí. Por mi parte, espero cubrirlo con cuatro artículos, los tres siguientes irán llegando poco a poco. En algunos habrá verdaderas sorpresas ;) .

    karma del mensaje: 18 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!

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