Alfons Walde pintor del esquí alpino

Alfons Walde pintor del esquí alpino
alfonswalde.com
Alfons Walde fue un pintor austríaco que homenajeo al esquí a través de su obra. Su carrera se desarrolló a lo largo del siglo XX y su escenario vital fueron los Alpes austríacos.

El esquí alpino fue un tema que generó muchísima obra gráfica de gran calidad a lo largo del siglo XX. Lo hizo por medio de la cartelería. Imágenes evocadoras de escenarios sugerentes, alentadoras de prácticas saludables en el entorno natural alpino, seductoras escenas de aventura, etc. Todo esto y mucho más tomó forma de posters, anuncios de prensa, folletos turísticos, publicidad de competiciones, tarjetas postales, etc. Algún día, quizá, dedique un artículo al asunto. Este tiene un motivo diferente. Toda esa producción gráfica, que es inabarcable, fue a costa del trabajo de numerosos artistas y/o diseñadores, muy pocos de los cuales han pasado a la historia del arte como pintores reconocidos internacionalmente. De entre esos pocos elegidos, uno brilla con luz propia (lo de la luz está, en este caso, muy bien empleado): el austríaco Alfons Walde, considerado como el pintor de los esquiadores, de los Alpes y, más concretamente, del Tirol.

(La mayoría de las imágenes de cuadros del autor que aparecen en esta entrada provienen de alfonswalde.com).

 

Walde nació en 1891 en Oberndorf, un pueblecito próximo a Kitzbühel, población a la que tempranamente se trasladó con su familia. Más tarde cursó sus estudios de enseñanza media en un instituto en Innsbruck. Ya entonces había empezado a pintar, actividad que constituía su principal vocación. Posteriormente se trasladó a Viena para estudiar arquitectura. Allí compatibilizó sus estudios con su pasión por la pintura, que se vio espoleada, entre otros catalizadores, por los estímulos recibidos en los cursos de ornamento de Max Fabiani, famoso arquitecto nacido en Gorizia, que por aquel entonces estaba muy bien posicionado en la corte vienesa y en los principales círculos culturales de la capital del imperio austrohúngaro. Otro arquitecto, Robert Örley, entonces presidente de la Secesión Vienesa (sobre la que pronto hablaremos), también ayudó a Walde a establecer relaciones con algunos de los agentes más representativos de los círculos artísticos vieneses. No hace falta recordar que en aquella época Viena era uno de los principales epicentros mundiales de la ciencia, el pensamiento, el arte y la cultura.

Fue precisamente Örley quien le puso en contacto con el pintor Egon Schiele, quien entonces estaba considerado como el referente principal de la pintura en Viena. Son varias las influencias reconocibles como procedentes de Schiele en la pintura de Walde: la utilización de colores vivos puros sin mezclar, así como de pinceladas y brochazos rudos para aportar dinamismo a las obras. Por otro lado, fue Schiele quien le acercó a Gustav Klimt, a cuyo grupo de influencia acabó incorporándose. De allí procedieron, seguramente, su preferencia por los paisajes naturales (que Klimt trabajó durante sus primeras etapas), la utilización de algunas técnicas pictóricas (de las numerosas que llegó a utilizar Klimt), la búsqueda de la representación de la luz de los días claros, etc.  Los expertos actuales consideran igualmente que la obra del suizo Ferdinand Hodler tuvo también influencia en la de Walde. Holder pintó mucho paisaje alpino, actividad campestre cotidiana y desnudez, antes de evolucionar hacia un estilo más expresionista y, en cierta medida, algo más trágico o áspero.

«[Walde] Pronto comenzó a moverse dentro de las redes artísticas de la vida cultural en la capital de los Habsburgo: la Secesión Vienesa [corriente modernista renovadora cuyo primer presidente fue Gustav Klimt], su rival la Hagenbund, una liga modernista moderada caracterizada por el contacto con las provincias y el extranjero, y la Neukunstgruppe, una liga artística progresista fundada en 1909 por Schiele, Faistauer y otros compatriotas en protesta al academicismo». Julia Secklehner[1] (traducción propia).

Durante su desarrollo como pintor, Walde se fue decantando por los desnudos (más adelante veremos que el asunto erótico femenino le iba bastante) y, cada vez con mayor dedicación, por la pintura de ambientación campestre. Esta segunda temática fue cobrando mucha importancia en el contexto de la pintura austríaca. De ello hubo variados exponentes. Albin Egger-Lienz, por ejemplo, se centró en la pintura de personajes, actividades y escenarios rurales, además de ejercer como pintor de guerra durante la Gran Guerra (la primera). Por su lado, Stephanie Hollenstein fue otra destacada pintora dedicada a representar los Alpes y su atmósfera rural. Ella misma había sido pastora de joven. Igualmente, trabajó como pintora de guerra. Anteriormente se alistó haciéndose pasar por hombre, transformando su nombre como Stephan. Sus compañeros conocían el engaño, pero tal secreto tardó en llegar a los mandos. Por su aspecto, inclinaciones vitales y algunos datos de su biografía, podemos suponer que a la pintora le atraía la condición o identidad masculina. Sabemos que era lesbiana, y en la década de los años 30 se sintió atraída por el culto a la masculinidad que caracterizaba a la ideología nazi. De hecho, se afilió a la facción austríaca del partido durante sus fases iniciales de clandestinidad, y en él permaneció tras la anexión germana de Austria. En varios sentidos, tal afiliación no le fue de mucho provecho. Ni cuando pretendió defender el arte de varios colegas pintores ante las autoridades, ni, más adelante, cuando no pudo optar al reconocimiento oficial del grado de profesor, por ser considerada como una pintora de categoría local y de obra no del todo recomendable.

Pero volvamos a Walde y al momento en que estalló la Primera Guerra Mundial. El pintor se incorporó a los fusileros y fue desplazado a los Alpes del sureste. Sus actividades, escaramuzas y desempeño se desarrollaron en lugares como el Monte Piana, Zugna Torta y el Monte Pasubio, en el entorno de Bosnia, un caldeado territorio de grandes dificultades montañosas en el que se libraron duros combates y en el que los estados combatientes disputaban cada palmo de terreno, conscientes de la importancia que lo físico, orográfico o geográfico suponía para el futuro de las fronteras. Su comportamiento debió de ser ejemplar, pues recibió variados galardones o reconocimientos.

El asunto del desarrollo de la I Guerra Mundial en el frente ítalo-bosnio-esloveno-… merece un breve aparte. En 2017 participé en un viaje ciclista organizado por unos amigos italianos. La idea era conmemorar el centenario del final de la guerra en el denominado Frente Isonzo, una quebrada y serpenteante línea imaginaria y abrupta, orientada hacia el norte desde Trieste. Durante seis etapas y cientos de kilómetros estuvimos rodando por carreteras montañosas (y algunos tramos de pista) visitando enclaves históricos de la contienda, ciudades de importancia, mausoleos conmemorativos, pequeños museos temáticos y escenarios clave de batallas. Actualmente, ofertado con intenciones de turismo histórico, se recomienda recorrer aquel frente siguiendo las informaciones aportadas por un programa que denominan El camino de paz desde los Alpes al Adriático. De aquel viaje recuerdo vivamente nuestra parada en Kobarid para visitar un pequeño museo local dedicado, preferentemente, a un frente establecido a lo largo de todo el cordal que domina la localidad por el este. Lo configuran varios collados y cumbres que superan los dos mil metros de altura. El Krn (2244m) está justo encima del pueblo. El museo ofrece muchísimo ¡y elocuente! Material fotográfico del frente en altura, con unos espesores de nieve espectaculares y unas condiciones de vida terribles que se prolongaron 29 meses. En invierno, aquello constituía una versión de atrincheramiento en altitud, nieve y verticalidad, integrando la estrategia de los aludes como parte del armamento bélico. El museo también muestra material de esquí variado: tablas, ropa, botas, etc.

"Reliquias" bélicas durante el viaje.

Trincheras en las cumbres nevadas. (Imagen: kovaritski-mujez.si).

Mausoleo en Kovaritz.

A la entrada del museo.

 

Mi experiencia fue en verano, pero los actuales remontes mecánicos para la práctica del esquí eran visibles en los pasos más elevados de nuestro recorrido. Pasamos muy cerca de ellos durante la segunda parte del viaje, ligeramente más hacia el oeste, a medida que nuestro itinerario se acercaba al Monte Pasubio. Allí, en las abruptas montañas, está situada la mítica Strada delle 52 gallerie, una carretera que alcanza los 1928 metros de altura, construida durante la Primera Guerra Mundial y que da acceso a un entramado de galerías, trincheras, torres de defensa, refugios, etc. Excavados durante el conflicto hasta alturas que alcanzan los 2233 metros. El aspecto de lo que hay edificado es impresionante. El empeño tuvo la extraordinaria motivación, por parte de sus promotores, de ser conscientes de que aquel era el último territorio alpino antes de que, desde el norte, se llegara a la extensísima llanura italiana, la cual, de ser alcanzada, no tendría barreras naturales con las que defenderse de cualquier invasión. La carretera asciende desde los 1219 metros, a lo largo de 6,5 kilómetros y 52 túneles, alguno de los cuales contiene curvas helicoidales en su interior.

Puente tibetano que utilizamos camino de Campogrosso, cordal opuesto al de Pasubio.

Con un buen compañero de ruta en Campogrosso.

Por el Monte Pasubio de turismo. Al fondo, llanura italiana.

Posando a lo lejos en trazados aéreos.

El asunto de la Gran Guerra ha de tener este hueco aquí por dos motivos. Primero, porque nuestro protagonista la vivió de lleno en varios de esos escenarios alpinos del sur. Segundo, porque pese a que los actuales practicantes del esquí ¡alpino! Lo desconozcan, la utilidad militar del esquí durante la misma supuso uno de los principales factores de su desarrollo, crecimiento y consolidación en la Europa no escandinava. Es decir, en los Alpes (y por extensión posterior los Pirineos). Cuando surgió el conflicto, el esquí hacía poco que había llegado a algunos puntos de los Alpes de la mano de inmigrantes, estudiantes, etc. Noruegos. Los ejércitos lo tomaron enseguida como recurso invernal para las zonas montañosas, y algunos tuvieron un importante papel en su transformación de nórdico a alpino. Por otro lado, finalizado el conflicto, el esquí se quedó en los batallones especializados de montaña, además de transferirse como recurso de ocio y turismo. Más adelante comprobaremos como algunos de los cuadros más famosos de Alfons Walde presentan esquiadores de aspecto ambiguo entre lo castrense y lo civil.

Tras la Guerra, el pintor rompe con Viena y sus círculos artísticos. Da cuenta de los últimos requisitos académicos necesarios para obtener su titulación de arquitecto y regresa a su región, centrándose en sus temas pictóricos regionalistas. Tuvo entonces ofertas para convertirse, también él, en pintor de guerra, pero por lo general las rechazó. Como excepción permanecen unos frescos suyos en la pequeña capilla conmemorativa Kaiserschützenkapelle, en Innsbruck, pintados en 1922. El desempeño de pintor de guerra convivía entonces con el de los fotógrafos, que se abrían camino en ello y que, a la postre, acabarían acaparando el oficio.

Como consecuencia del gran conflicto armado, los ecos del belicismo de montaña provocaron una especie de entusiasmo hacia el mundo alpino, la heroicidad asociada al mismo y un modelo de masculinidad activo, del que, por lo general, la mujer resultaba excluida. Prueba de lo primero es que se multiplicaron las cifras de asociados a los clubes alpinos. En cuanto a lo segundo, más que de una exclusión directa (probable en algunos casos o entornos), también debió deberse a una menor tendencia de la mayoría de las mujeres a perseguir ese novedoso modelo de masculinidad. Aunque haberlas las hubo, bastantes, que se acercaron sin complejos y altas dosis de motivación, tanto al montañismo como al esquí. Ciñéndonos a la obra del pintor, podemos señalar que representaba el papel de sus hombres en los Alpes presentado dos tipologías bastante diferenciadas: la de los lugareños (autóctonos de origen y desempeño rural) y la de los esquiadores de ocio aventurero, siento estos últimos los que muestran ese aspecto difícil de distinguir entre deportistas o soldados. Sus obras desprenden carácter, salud activa, paz y paisaje. Todo ello constituía un evidente peligro interpretativo ajeno a las intenciones del pintor: un elocuente canto artístico a lo autóctono, lo local, lo sano, sacrificado, heroico, etc. Puede fácilmente sufrir de apropiación indebida por parte del racismo, el machismo y un interés porque los hombres se mantengan útiles y preparados para cualquier guerra potencial. La otra interpretación, opuesta, es la de pacíficas personas buscando salud, recreo y aventura en unas montañas abiertas a todos.

Ambas concepciones convivieron en el periodo de entreguerras, durante el que la obra de Walde alcanzó estilo propio, madurez y gran producción. Tras el colapso del imperio Habsburgo, Austria buscaba su nueva identidad, y el regionalismo le sirvió de cimiento. Surgió una especie de dicotomía o pulso entre Viena y el resto del país. Dicotomía ideológica (izquierda-derecha), de afincamiento artístico (concentración-dispersión; con cierto éxodo en la segunda dirección), de conformación poblacional (heterogénea pero globalizada-homogénea tradicional), etc. Añadido a todo ello, los Alpes pasaron a ser una porción proporcionalmente enorme de un país que se había reducido drásticamente. Emergió un progresivo reclamo nacionalista, cierta conexión con lo germano y una prejuiciosa conexión antisemita que asociaba lo judío con la degeneración vienesa, etc. Pero nada de ello es culpa o atribuible a la obra de un pintor que amaba a su comarca y lograba alcanzar grandes éxitos con su obra. Lo suyo, sobre lo que sí tenía responsabilidad, era sobre el elocuente color, la forma y la superficie de su pintura, y, quizás un poco también, sobre el proyectar la visión de un pequeño país que se desarrollaba sin pretensiones imperialistas. Al menos eso es lo que aseguraban aquellos de sus críticos afines de ideología de izquierda.

En la década de los años 20 (siglo XX) mientras pintaba un Kitbüzhel bucólico, Walde lo modernizaba realmente trabajando con la oficina de urbanismo. El tirón turístico favoreció la instalación de transportes por cable, vías férreas de montaña y la construcción de hoteles. Parece ser que él mismo propuso que se colorearan algunas fachadas, buscando un efecto de mayor encanto, adaptándose al desarrollo turístico. El fenómeno del turismo de montaña, invernal para los deportes de hielo y nieve, y veraniego para al alpinismo y excursionismo (los balnearios y establecimientos de salud ya se habían consolidado unas décadas atrás), experimentó un fuerte crecimiento en aquella época. Un desarrollo que ya no se ha detenido nunca, salvo durante el impasse de la II Guerra Mundial. Todo ese proceso fue común a otros países alpinos como Francia, Suiza e Italia especialmente, aunque también para Alemania y algunos países balcánicos. Pero en fue en Austria y Suiza donde se produjo de modo más temprano.

«La primera exposición de Walde después de la guerra fue en Viena en 1920. Cuatro años más tarde ganó el primer y segundo premio de la competición de la Oficina de Turismo del Tirol Winterbilder. Aquello fue el comienzo de su periodo más importante y exitoso. También cuando trabó amistad con el escultor vienés Gustinus Ambrosi.

En 1927 se crearon las estaciones de montaña y valle del funicular de Hahnenkamm. En 1928, Walde compartió el primer premio con otro artista, Rudolf Stolz, en una competición para diseñar el poster oficial para el hall principal de la estación del funicular de Innsbruck». (www.alfons-walde.info, traducción propia).

Retirado en el Tirol, desertando de la vida artística en la capital, ejerció de nexo añadido entre la metrópolis y la más influyente de las áreas de potenciación del regionalismo austríaco, los Alpes. Su casa recibía la visita frecuente de personalidades de la cultura, y él mismo se convirtió en una importante figura social y mediática. Parece que además de dedicarse profesionalmente a la arquitectura y a la pintura, eventualmente ejercía de guía en las montañas. Esto último, imagino, más como afición y favor para sus amistades, que por necesidad.

Uno de los más significativos resultados de su trabajo como artista fue que popularizó el arte, lo convirtió en bien de consumo, en materia de conocimiento extendida socialmente, etc. Y es que, siendo un pintor reconocido, galardonado, cotizado y coleccionado, acertó a conectar con la popularidad de masas. Vendiendo y reproduciendo mucho, en un espectro de acabados del interés y alcance para todos los estratos socioeconómicos. Desde los cuadros hasta las tarjetas postales de su obra, pasando por versiones pintadas reducidas, carteles, láminas, etc. A eso hay que añadir otra vía hacia la popularidad: el trabajar para las revistas, los anuncios, posters turísticos, etc.

(Imagen: kunstverlag.alfons walde).

 

La principal vía de comercialización de su obra la instrumentalizó mediante la fundación de la Kunstverlag Alfons Walde (Editorial de arte AW). Sus producciones impresas alcanzaron gran éxito, proyectando su popularidad internacionalmente, a la vez que generando algunas críticas en los ambientes artísticos por haberse convertido en una especie de pintor de masas. En todo caso, en el periodo que fue de 1924 a 1928, recibió varios premios y galardones.

En 1929, Alfons Walde se construyó una casa propia en Hahnenkamm (área esquiable de Kitzbühel). También se separó y se casó en segundas nupcias. Que las mujeres le gustaban no parece tener lugar a dudas, no sólo por su afición a pintarlas desnudas y sugerentes, sino porque más tarde, en 1940, celebraría un tercer matrimonio. Parte de su obra de desnudos femeninos se conocía desde siempre, pero hace no mucho tiempo que se ha descubierto una amplia colección que se había extraviado (o había pasado desapercibida), de índole marcadamente erótico. No sólo erótico sino, en algunos casos, incorporando desnudos masculinos, en escenas que podrían considerarse casi pornográficas. Sobre el asunto de los desnudos femeninos volveremos un poco hacia el final.

Durante la década de los años treinta se mantuvo dedicado a sus dos profesiones: la de pintor y la de arquitecto, disciplina en la que realizó algunos proyectos de cierto interés artístico. Dados sus éxitos de ventas en pintura, le salieron imitadores y falsificadores. Una prueba de ello fue cierto escándalo surgido a raíz del descubrimiento de un estudio de Viena, en 1937, especializado en falsificaciones de algunas de sus obras más icónicas, de las cuales él mismo generaba bastantes versiones con ligeras variaciones.

Desde el punto de vista artístico, Walde se consolidó como uno de los principales ejemplos de un regionalismo contemporáneo que utilizaba técnica, estética, temas (esquí y turismo) y lenguajes modernos aplicados o integrados con asuntos y contenidos etnográficos. No fue esta tendencia única en Austria, aunque sí especialmente marcada allí por esa especie de búsqueda de identidad como país a raíz de la ruptura con un pasado reciente radicalmente diferente. Y dentro del panorama austríaco, son varios los autores actuales que señalan a Walde como el exponente más evidente de esta tendencia. Sus obras parecían como buscar la preservación de una imagen idílica y tradicional del paisaje y las gentes de un Tirol que, inevitablemente, se estaba transformando y modernizando a gran velocidad con la irrupción del turismo y las comunicaciones. Los Alpes de Walde son una simbiosis de modernidad y vida tradicional.

Esta combinación de modernidad tecno-deportivo-económica con el paisaje y las tradiciones de los entornos rurales fue un fenómeno cultural que surgió simultáneamente en diferentes comarcas europeas. La Institución Libre de Enseñanza, en España, se caracterizó por proponer una mirada similar hacia la Sierra de Guadarrama, los campos de Castilla, etc. El paisajismo artístico y fotográfico fue de gran interés para sus líderes. Pongo este ejemplo por evidente contraste ideológico con el de varias de las corrientes fascistas europeas que, curiosamente, también mostraban interés por lo mismo. Diferentes tendencias políticas abrazaban algunos conceptos similares y, además, fomentaban cierto nacionalismo a través de ellos.

En el caso austríaco se estableció el Estado Federal de Austria (Ständestaat), un gobierno autoritario basado en una mezcla de influencias fascistas italianas y católicas conservadoras. Dicho movimiento aplaudió vivamente la obra de Walde y se sirvió de ella para reforzar sus ideas. Cuando actualmente se repasa la obra pictórica de Walde desde un punto de vista conceptual, ideológico, de influencia social, etc. Se comprueba que resultaba fácilmente aprovechable para favorecer y reforzar el desarrollo de muchos de los planteamientos del Ständestaat y, por continuidad política e histórica, del nazismo austríaco establecido a partir de la anexión alemana de Austria (Anschluss). Pero claro, quedarse en algo así resulta insuficiente además de injusto. Es frecuente que los creadores no puedan llegar a controlar la utilización que los políticos hacen de su obra. Lo mismo que se dan casos en los que diferentes tendencias políticas opuestas tratan de arrimar el ascua (artística, deportiva, filosófica, científica, etc.) a su sardina. Cuando esto ocurre, y el creador utilizado está todavía vivo y es consciente de ello, pueden darse diversos modos de reacción que podríamos simplificar en tres: que pase de todo y se mantenga al margen, que se aproveche de ello aproximándose al poder o que reniegue de esa especie de apropiación cultural o intelectual indebida. De Alfons Walde sabemos que se mostró crítico con el régimen nazi, algo por lo que estuvo presionado políticamente. La Gestapo visitó su casa en varias ocasiones, y llegaron a encarcelarlo durante dos meses en Innsbruck.

Anteriormente hemos hecho referencia al marcado hincapié que la pintura de Walde hace, en opinión de sus estudiosos, sobre la masculinidad. Cabría entonces preguntarse si aparecen mujeres en los Alpes del pintor, y cuando lo hacen, qué roles tienden a desempeñar. La primera cuestión se responde de forma rotunda y directa: sí, aparecen mujeres en bastantes de sus cuadros alpinos. Respecto a la segunda pregunta, podemos asegurar que también en su caso se detectan dos tipologías femeninas. Ya ocurría con los hombres: los locales y los modernos y activos esquiadores. En las mujeres surge un cambio significativo en esa misma dicotomía. Las mujeres autóctonas van también ataviadas con ropajes de aspecto regional, pero no son fibrosas como ellos, sino que tienen el aspecto de matriarcas rurales voluminosas e incluso pechugonas. En cuanto a las modernas esquiadoras, son esbeltas, sexys y aparecen en los refugios o cabañas de entre las pistas, con frecuencia completamente desnudas. Parecen sugerir promesas eróticas de promiscuidad alpina clandestina. De los cuadros se desprende que las mujeres del universo Walde esquían, pero rara vez aparecen esquiando. Tienen los esquís puestos cuando forman parte del público de una competición de saltos, así como en la proximidad de la cabaña en la que toman el sol a cuerpo gentil, pero no es habitual encontrarlas en las abarrotadas pistas de práctica, en las aproximaciones esquiando hacia los pueblos o en plena travesía entre montañas. Pese ello, no habría promesa de sexo y esquí para ellos si ellas no rondaran por allí, en la nieve y esquiando. Hay una pintura muy elocuente en la que una esbeltísima joven está agachada atándose las fijaciones de los esquís. Viste una especie de mono totalmente ceñido a su atractivo cuerpo. Para la época, ese buzo (o pantalón) debía de ser una prenda muy adelantada en el tiempo. Llegarían pronto, pero poco a poco, y no con un aspecto tan explícito o llamativo hasta mucho después (probablemente el mono ajustado diseñado por el italiano Emilio Pucci en 1948).

Cuando nosotros, los esquiadores actuales, observamos aquellos cuadros de Walde en los que existe acción de esquí, se nos hacen evidentes varios factores reunidos en ellos. Un tiempo excelente. Cálida luz de un sol brillante. Cantidad de nieve en las montañas, que además permite descender hasta las calles de las poblaciones dando virajes. Calidad de nieve polvo seca sin pisar (virgen), en la que las huellas de los esquís marcan surcos de cierta profundidad. En definitiva, prácticamente siempre nos encontramos ante un perfecto día de esquí, ese que todos deseamos y esperamos ansiosamente. Para acabar, hay descensos apetecibles, alguna pista muy concurrida, alardes de derrape y sobre todo… verdadero espíritu de esquí excursionista en el que los esquiadores avanzan ascendiendo y descendiendo, y coronan y descansan en alguna cumbre o enclave apartado. Y es que, no debemos olvidarlo, el esquí alpino, el militar, el deportivo y el turístico, comenzó a desarrollarse en una versión mucho más cercana al actual esquí de travesía, que al de pistas y remontes.


Alfons Walde falleció en 1958. Gran parte de su obra pictórica se expone permanentemente en el museo de arte de Kitzbühel.


[1] SECKLEHNER, Julia: “A New Austrian Regionalism: Alfons Walde and Austrian. Identity in Painting after 1918”. Austrian History Yearbook (2021).

 

 

7 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    06/03/2024 13:22
    #1
    Chulisimo el repor y chulisma la obra de Walde!!! gracias por traernos esta historia

    karma del mensaje: 12 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    06/03/2024 19:10
    #2
    Que gran reportaje... siempre aportando!!1 GRACIAS

    karma del mensaje: 12 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #3
    Fecha comentario:
    08/03/2024 08:41
    #3
    Gran report :+: :+:

    karma del mensaje: 12 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    09/03/2024 08:14
    #4
    Impresionante. Al menos para mi de lo mejor en muchísimo tiempo en Nevasport.

    karma del mensaje: 12 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

  • #5
    Fecha comentario:
    09/03/2024 18:19
    #5
    Grande y asequible sus cuadros en Insb. Para los que nos gusta este tipo de pintura.

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    • Gracias!
  • #6
    Fecha comentario:
    09/03/2024 23:12
    #6
    #5 Muchas gracias por compartirlos.

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    • Gracias!
  • #7
    Fecha comentario:
    06/04/2024 12:35
    #7
    Gracias por hacerme descubrir a Alfons Walde. No lo conocía pero su pintura me gusta mucho y el post es muy interesante y bien expuesto.

    karma del mensaje: 13 - Votos positivos: 1 - Votos negativos: 0

    • Gracias!

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