Hace una semana pasó lo que no quería que pasara. Sí, para poder esquivar a unos esquiadores de montaña que me encontré de cara, sufrí un accidente.
El esquí de travesía, randonée, skimo, esquí de montaña… Tanto da cómo le queramos llamar, es un deporte fantástico que pone al esquiador en un nivel de contacto con la naturaleza inigualable. Últimamente, seguramente por la presencia mediática de grandes deportistas, este deporte se ha convertido en una moda. Hasta el punto que hay estaciones de esquí alpino que han marcado itinerarios para que puedan transitar por ellos los esquiadores de montaña. Pero en muchas ocasiones, o no existen dichos itinerarios o no se utilizan. Y los esquiadores de travesía suben por las propias pistas de la estación. Este hecho ha provocado que, en bastantes estaciones, la convivencia entre esquiadores que suben y los que bajan haya llegado a un punto complicado.
En muchos casos podemos ver auténticos rebaños de esquiadores de travesía que de día cruzan pistas en fila por donde bajan esquiadores y de noche o madrugada pasan por pistas amargando la existencia a maquinistas que van de susto en susto mientras hacen su trabajo y dejando marcas que al día siguiente se encuentran endurecidas los esquiadores. En definitiva, ya son demasiados los que suben a la hora de explotación de determinadas estaciones y se han convertido en un verdadero problema.
Y no acaba aquí la cosa, porque cada año hay una vuelta de tuerca más. Lo último es subir y bajar haciendo skimo acompañado de perros -¡sueltos!-. Esto aumenta notablemente el peligro para los que bajan (y por ende, para los que suben).
Otro problema grave que nos encontramos los que entrenamos en un estadio cerrado es que, a veces cruzan esquiadores y no siempre se ven. Y no hace falta decir que en esquí de competición, una colisión entre esquiadores y personas que por error estaban cruzando puede ser fatal.
Hay una estación que tiene una licencia de explotación de una montaña, que invierte recursos en producción de nieve producida, en maquinas pisa pistas, etc. Y lo hace para que sus clientes, los que pagan un forfait, puedan disfrutar de esas instalaciones. Es de sentido común que en una estación de esquí sólo tendría que haber esquiadores bajando. Nada más. El resto de actividades, se deberían practicar fuera del dominio, ya sea tirarse en trineo, caminar por la montaña o practicar skimo.
La montaña es de todos, ya conocemos esta maléfica frase omnibus, y es el argumento que esgrimen los que quieren seguir practicando esquí de travesía por las pistas. Pero de igual forma, también lo es el mar y todos sabemos que no podemos bañarnos en un varadero o en la bocana de un puerto. Las reglas allí están muy claras, se permite el baño en todas partes excepto en zonas muy concretas. Y lo mismo ocurre con las barcas, que pueden navegar por todas partes pero no se pueden acercar a 200 m de una playa. Todos pueden navegar, todos pueden bañarse y hay una perfecta convivencia… con unas reglas que se cumplen.
Si al final, como parece que es, los usuarios de la montaña no encontramos la manera de convivir con tranquilidad, es que ha llegado el momento de tomar medidas, como sucede en otros países con mucha más cultura de montaña que el nuestro. Se trata de ver cómo habría que hacer las cosas para que todos puedan disfrutar de su deporte con tranquilidad y seguridad. Y por favor, que sea antes de que sea demasiado tarde.
Yo acabé contra unas piedras. Me hice bastante daño, que aún arrastro y destrocé el traje de esquí (Sí, el de Marco Odermatt). Pero claro, como no ha pasado nada grave, pues seguiremos aguantando la murga (y el riesgo) de los que a veces suben con esquís y perros, o ya sin esquís, corriendo.
En fin, vivimos en un país donde vemos cosas que no tienen mucho sentido, como en este caso, que una estación no pueda regular quién puede pasar por el dominio esquiable o al menos, por las pistas. Y más en un año como este, en el que hay muy poca nieve y pocas pistas abiertas. Porque por la misma regla, hoy son skimos y mañana una reunión de amantes del pino negro que se sientan a observarlos en medio de una pista porque la montaña también es de ellos.
Y pasará el tiempo, ya no me acordaré de este incidente y seguiremos intentando convivir con este sinsentido. Porque nadie parece que tiene ganas de poner un poco de lógica en este tema. Dicho esto, yo también tengo esquís de travesía y me parece una actividad genial. En las estaciones que apuestan por ello y ya tienen circuitos, perfecto. Y las que no, podrían ser unos buenos momentos para practicarlo, en épocas de muy poca afluencia o sino, justo a primera hora de la mañana, antes de que se llene la estación, de 8 a 9, por ejemplo, o a última, de 4 a 5, antes de que entren en acción las máquinas.
Y tú, cómo vives esto. ¿Te parece un problema? Aquí dejo esta pregunta...