Un año más, nos encontramos con una situación de extremos. De un día para otro hemos pasado de poner el aire acondicionado (lo justo, tal como están las cosas) a ponernos el abrigo y mirar por la ventana -los menos afortunados nos conformamos con las webcams, bendita tecnología- para ver cómo llega la primera nevada de la temporada. Hace una semana que llegó el otoño y se ha notado de golpe, ha sido un bofetón con la mano abierta que, de paso, nos ha traído nieve.
Y como siempre, me pregunto si es bueno que se ponga a nevar tan temprano. Porque todos sabemos que esta nieve se fundirá sin remedio y que una nevada ahora no sirve para nada a la hora de tener una mejor temporada. Entonces, si no vamos a tener mejor temporada y aún peor, nos va a despertar el mono de esquí cuando quedan dos meses…

¿Por qué es buena una nevada en septiembre?
Muy sencillo, es el detonante que necesita nuestra mente para ponerse en modo preinvernal y empezar a gestionar todo lo que implica el esquí: material, forfaits de temporada, reservas, clubs,… Y eso, al sector, le va bien. Bueno, y a nosotros, que no nos pilla el toro. Sobre todo a los que esquiamos en una estación que abre el primer día que se pueda de noviembre. ¡Toca ponerse las pilas!
Pero no acaba aquí la cosa. La nieve nos pone más contentos, ¿verdad? Pues solo por eso, en el momento que estamos, ya vale la pena esta primera nevada. Porque este 2022 tampoco está siendo para tirar cohetes y qué mejor manera para empezar a dejarlo atrás que ponernos a pensar en nuestro deporte favorito y, cuando llegue el momento, esquiar.
Y ahora a esperar a que sigan pasando los días, hasta ese momento a finales de octubre, que coincide con la salida del catálogo Esquí Pro, y a partir de entonces sí que empezar a poner velas para que lleguen nevadas, que esas sí que empiezan a ser útiles. Y sino, que nos lo digan a los que hace poco empezamos a esquiar un 1 de noviembre en Masella.