Se acabó. Un año más, llegamos a ese momento fatídico, lleno de sentimientos encontrados, en el que predomina la tristeza, aunque también hay que reconocerlo, un poco de alivio por aquello de que, al fin, los fines de semana son para descansar.
Desde aquel 26 de noviembre en el que inauguramos la temporada en Masella, han sido 22 semanas seguidas sin dejar de esquiar, en las que hemos tenido de todo. Nieve, sol, viento, agua, pero en general, buenos días de esquí y, lo que es mejor, una vuelta a la normalidad que hacía falta. Y a nivel de estaciones, además de Masella y La Molina, también nos hemos dejado ver por Boí Taüll, Baqueira Beret, Grandvalira, Astún y Candanchú.
Lo único malo de este final, y que de malo no tiene nada, en realidad, es que hemos despedido la temporada con unas condiciones de nieve demasiado buenas. El día antes del cierre estábamos esquiando bajo una intensa nevada y para nada daba la sensación de estar a las puertas del final.
Vamos, que nos hemos quedado con muchas ganas de más. Pero bueno, como no podremos cambiarlo, más vale asumir que empieza la travesía del desierto y que toca cambiar de deportes e intentar disfrutar del buen tiempo para volver, como cada año, con más ganas. Porque esto sí que lo tiene el esquí, que el parón obligado hace que las ganas a la vuelta sean enormes.
Hacía algo de mal tiempo, pero no hemos querido dejar de despedirnos como cada año, con este atuendo veraniego. Hemos pasado del powder del sábado al bañador del domingo...
Y nada, ahora solo nos queda el consuelo de mirar imágenes de la temporada... Toca ponerse bien físicamente e irse preparando para que la próxima sea mejor.
¡Buen verano a todos! ¡Empieza la pretemporada!