Hay dos tipos de esquiadores, los que ya están bien como están y los que intentamos fijarnos un poco para poder aprender algo. Suelen ser los del segundo grupo los que ven vídeos de técnica, toman clases, etc.
Lo que es bastante habitual en la mayoría de deportes es que la gente, a la que alcanza un nivel medio, deje de recibir clases y empiece a ser un poco autodidacta. No pasa nada, pero si tienes esa inquietud que te lleva a fijarte en cómo esquías, hoy te lanzo una recomendación desde mi humilde experiencia: Coge una clase.
¿Por qué?
Por mucho que nos fijemos, por mucho que nos grabemos en vídeo, por mucho que el amigo de turno nos dé sus consejos, ponerse en manos de un buen profesional te dará un plus sorprendente en una mañana. Y cuando digo sorprendente, es sorprendente. Todos hacemos mil cosas mal, pero a veces nos hace falta que alguien nos dé un poco de luz en los temas más importantes para poder dar un salto de calidad. Y si eres de los que te fijas y quieres aprender, el retorno en forma de satisfacción es enorme.
¿Me tendré que gastar mucho?
A ver, recibir clases no es barato. Aunque tampoco lo es ir a un buen concierto, comer en un buen restaurante o beber una buena botella de vino, pero está claro que cuando optas por algo bueno es porque la diferencia compensa el desembolso adicional. Y una cosa es convertir un pequeño lujo en algo habitual y otra es de vez en cuando darse un capricho. Se trata de hacer un reciclaje de cada cierto tiempo y después trabajar los conceptos adquiridos.
¿Mejoraré?
Seguro. Y en proporción a las ganas que le pongas. Porque un buen profesor puede sacar petróleo de cualquiera de nosotros con la predisposición adecuada. Luego se trata de practicar, practicar y practicar.
En mi caso, a finales del año pasado me engorilé con el tema y tras haber coincidido por Masella y la KDD, quedé con Sam (a quien ya conocéis los que sois habituales de Nevasport) para hacer un reciclaje. Tenía algunas ideas de cosas que hacía mal (más que nada porque me lo habían dicho otros entrenadores, otra vez volvemos a lo mismo), pero él me dio la visión definitiva, más que nada porque me dedicó ese tiempo que me hacía falta. Fue parar, empezar a corregir cosas (qué bien van los vídeos que utiliza para ver realmente cómo haces las cosas) y estar unas horas pendiente de esos movimientos que me lastraban (lo pongo en pasado porque optimismo no me falta).
Me pasé el resto de días de la temporada practicando cosas y acabé muy satisfecho, sobretodo cuando, al cabo de unos días me confirmó lo que ya empezaba a notar, que había mejorado bastante. Ahora sigo practicando en cada bajada para acabar incorporando los movimientos de manera natural. ¡Gracias Sam!
Os dejo unos artículos relacionados de Urzaiz y McRiver. Veo que no soy el único que le saca provecho a las buenas maneras de Sam. Porque hay profesores de todo tipo y Sam es de los buenos.
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