Muy buenas a todos, ¿cómo lleváis el frío de la canícula estival? Jajaja
Supongo que el verano está siendo duro, no tenemos nieve, un par de olas de calor bastante importantes y, sobretodo, quedan todavía unos meses para disfrutar nuevamente de nuestro deporte.
Como muchos sabéis, no soy muy amante de la playa, así que en verano, aunque de vez en cuándo me toca ir, normalmente mi refugio está en la montaña.
Algunos de los reports veraniegos son subiendo a ellas, pero en esta ocasión, en lugar de subirlas, vamos a refugiarnos en sus aguas.
Uno de los mayores placeres que tenemos cuándo hace calor es remojarnos, y ¿qué mejor que hacerlo en aguas frías?
Yo tengo uno de mis rincones favoritos cerca de casa, un lugar inhóspito y poco conocido, un lugar dónde se unen las aguas de la nieve fundida de Port del Comte, junto con las de otra Sierra que no voy a nombrar. Si lo hago, ya sería demasiado conocida y perdería su encanto. Es como las palas vírgenes que suelen estar escondidas en nuestras estaciones habituales y que sólo los "locals" saben de ellas.

Como estar muy quieto no es lo mío, lo que hacemos siempre es ir subiendo río arriba, aparte de refrescarnos en sus congeladas aguas, es un buen ejercicio para mantenernos en forma.

A medida que vamos subiendo nos encontramos con pocetas naturales, pequeñas piscinas dónde los más valientes van a sumergirse.

Es una bonita excursión dónde todos disfrutamos, y las más peques hacen sus delicias trepando entre cascaditas y pozas.

Como podéis observar, el lugar es de una belleza inimaginable. Perdido en medio de las montañas y con una vegetación digna de la selva asiática.

Si a esta vegetación le sumamos agua totalmente pura y cristalina, el paraíso es sublime.

La subida la podemos alargar tanto como queramos, dependiendo de nuestras fuerzas, ganas y tolerancia al frío. Sí, he dicho frío. Aunque estemos en pleno verano, entre el agua congelada y que apenas entra el sol entre tanta vegetación, es fácil coger mucho frío. Qué alegría esta sensación a más de 30 grados!!!

Como podemos apreciar, está todo lleno de piscinitas naturales que los más valientes cruzarán por el medio y los no tan valientes se las ingeniarán en algunos momentos para no meterse enteros al agua.

No hay momentos aburridos, siempre toca trepar, nadar y aguantar el equilibrio en según que zonas.


Es una actividad de la que podemos disfrutar toda la familia, tanto los más pequeños como los mayores vamos a gozarlo.

Aquí vemos a Valentina con serias dudas de si pegarse un chapuzón o no.
Normalmente estamos varias horas, pero en esta ocasión no teníamos mucho tiempo, así que al cabo de un par de horitas tocaba dar la vuelta y para el coche.

Como podéis comprobar, es tan divertida la bajada como la subida, y siempre vamos a mejorar nuestras habilidades de equilibrio.

Espero que este report haya resultado al menos refrescante para ayudar a pasar el calor veraniego.
Y vosotros, ¿tenéis algún paraíso dónde poder perderos en verano?