Ahora que estamos rozando el verano toca echar la vista atrás y recordar uno de los mejores fines de semana de la temporada.
Un fin de semana en el que tuvimos de todo, nieve fresca, sol, reencuentros y hasta mal tiempo.
De todos modos, no sé porqué digo que fue uno de los mejores fines de semana, si podemos esquiar, todos son buenos, y si encima lo haces en buena compañía, hay pocas cosas que lo superen.
Mediados de enero y la temporada estaba siendo muy mala en cuánto a nevadas, pero las previsiones eran que a partir del 20-22 del mismo mes, empezaran a caer los copos que no habían hecho acto de presencia, así que nos la jugamos y llamé a mi buen amigo Sergio de Wild Vip Trips, para que nos encontrara alojamiento que reuniera las 3B, bueno, bonito y barato.
A las pocas horas recibo un whatsapp con una propuesta que encaja perfectamente con lo que buscábamos, así que procedemos a realizar la reserva con Sergio en el Hotel Ribaeta de Vielha.
Las previsiones de nieve por fin acertaron, y los días previos a nuestra llegada empezaba a nevar, el blanco elemento cubriría todo el Valle para nuestra llegada.
Sábado 26 de Enero, primera jornada de esquí del fin de semana, la estación nos recibe con nieve hasta la bandera y con sol, poco más podíamos pedir.
Las primeras horas las pasamos en la zona de Beret y Blanhiblar y Dossau, dónde gozaríamos como niños chicos.
Nieve suelta y fresca, esa que habíamos estado esperando desde principios de Diciembre.
A media mañana, decidimos que iríamos a conocer la nueva zona, la zona del Baciver. Un lugar con un encanto especial y con la cota más alta de la estación. Un lugar no pensado para principiantes, pocas pistas pero con mucho terreno para salir de ellas.
Aquí vemos a Txell descendiendo por una de sus palas fuera-pistas en la zona alta. Mucha amplitud para bajar por dónde queramos.
A medida que vamos perdiendo altura, nos vamos adentrando en zona boscosa.
Es un lugar realmente embriagador, parece que nos hayamos tele-transportado a algún remoto valle austriaco.
Esquiar por zonas dentro de bosque siempre tiene un encanto especial.
Llegaba mediodía y era el momento de parar a comer un poco e hidratarnos, y ¿qué mejor que hacerlo en una de las míticas zonas Baqueiranas?
Pero nosotros somos más de bocata y zumo de cebada, así que nos sentaríamos en el refugio del al lado.
Después de descansar un rato, nos dirigíamos a la zona de Baqueira 1800, dónde habíamos quedado con mi amigo Sergio.
Aprovechando nuestra buena amistad, que es uno de los mejores esquiadores que he visto nunca y que junto a su mujer Lucía tienen la escuela de esquí Vip Instructors, cada año, cuándo vamos al Valle, cogemos un par de horas de clase para Txell.
Una vez nos encontramos, les dejo solos y me voy en busca de Lu_k, muy buen amigo y forero de esta casa, que también estaba esquiando por Baqueira esos días.
A la que nos juntamos, les llevé a conocer la nueva y preciosa zona del Baciver, que todavía no habían esquiado en ella.
Aquí vemos a Lu_k entrando a una de las palas de Saumet, que nos llevará hasta Baciver.
En esta última podemos observar su cara de felicidad a mitad de la pala, buena nieve, buena inclinación y buena compañía.
Tito disfrutando también como un niño chico.
Entre bajada y bajada, Sergio me mandaba esta foto...
Aunque no es de muy buena calidad, vemos que Txell progresaba a marchas agigantadas. 3 años esquiando y lo baja todo, absolutamente todo, las clases con Sergio de vez en cuándo van realmente bien.
Con esta foto me daba cuenta que el rato había pasado muy deprisa y eran las 16.30h, momento en que se terminaban las clases y tenía que ir para Baqueira 1800.
Al final del día, terminábamos con más de 9000 metros de desnivel positivo esquiado y con caras de felicidad por la magnífica jornada vivida.
Era el momento de regreso al hotel, vuelta por la capital del Aran, cenar y a dormir, que al día siguiente volvíamos al ataque.
Domingo por la mañana, nos despertábamos y vimos unas nubes que no tenían muy buena pinta, pero vinimos a esquiar, ¿no?
Subimos dirección a Orri, dónde normalmente dejamos el coche y al llegar allí nos dimos cuenta que la jornada sería de las duras, niebla y nevando, por eso de ese día hay pocas fotos.
Los días así son los que se agradece el llevar el material adecuado, ropa impermeable pero transpirable para no quedar empapados y unas buenas gafas que nos ayuden a ver algo mejor el relieve, que aunque no hay ninguna que haga magia, sí que las hay que nos ayudaran.
Ese día también era especial, normalmente en plena temporada no puedo esquiar con Sergio ya que siempre está dando clases, pero tal domingo de mal tiempo, se le habían cancelado algunas a partir de mediodía.
También estaba Marcos Castañón, el mago de Blueberry skis, y creador de mis flamantes Ferran&Pow, así que podíamos quedar los 4 para hacer unas cuántas bajadas.
Parecía que debido al mal tiempo haríamos sólo un par o tres bajadas, pero cuando juntas a unos enfermos del esquí no hay mala méteo que valga, otra jornada que terminaríamos a las 16.30h y con muchísimos metros acumulados en nuestras piernas.
Así poníamos fin a dos intensos días de esquí de los que gozaríamos en todo momento y en todos los sentidos.
Quiero hacer mención especial también al hotel Ribaeta que nos trataron como si fuéramos de la familia y nos alimentaron a base de bien.