Eran las ocho y media de la mañana y Pepe, que trabajaba en el restaurante de la cota 3.200, entró corriendo en el telecabina justo antes de que se cerraran las puertas en ese frío y gris lunes de diciembre y con una sonrisa de triunfo dió un sonoro Guten morgen en general.
Nadie de los que estaban dentro, unos cuantos Masters Suizos y un par de frikis freeriders Suecos contestó a sus magníficos buenos días.
Cuando se cerraron las puertas de la cabina a 1.111 metros para iniciar la subida, Pepe miró alrededor y dijo en voz alta
- Como estoy solo aquí dentro me tiro un pedo.
Cuando la cabina abrió sus puertas a 3.333 metros, la gran sonrisa de Pepe al salir lo decía todo.