Maira ha estado haciendo doble temporada en Argentina y en España los últimos 8 años, en estaciones como La Hoya (“mi casa”), Las Leñas, y Cerro Castor, y, a este lado del Atlántico, en Pas de la Casa, en Andorra, y en 2022/2023 en Baqueira Beret.
“Este año estoy de profe en Moga. He vuelto a dar clases porque, además de que me encanta, me deja mucho más tiempo libre, lo cual me viene muy bien ya que estoy terminando el TD2 de Guía de media montaña en el Valle de Arán con Eteva”.
¿En qué momento y por qué decides hacerte pistera?
En 2010 o 2011, cuando me rompí la rodilla. Me corté el ligamento cruzado anterior y tuvieron que venir los pisteros a buscarme, y bajarme. Los vi y dije, “yo quiero hacer esto”, y no paré hasta conseguirlo. Trabajaba de profe, pero ahí supe que eso era lo que realmente quería.
¿Qué requisitos son necesarios para ser pistero?
¡Saber derrapar sobre todo! Jejeje. Que te guste estar todo el día fuera, tener un nivel de esquí, nociones básicas de primeros auxilios, aunque durante la carrera te vas formando, y que te guste el trabajo, porque es muy vocacional. Además, tiene muchas ramas, así que te tiene que motivar todo el conjunto.
¿Cómo acabaste en Baqueira Beret?
Gracias a Sergi Martí, que es un compañero y amigo, ¡mejor dicho!, un amigo y compañero, con el que trabajé los últimos seis años antes de venir a la Val d’Aran. Él había estado de pistero en Baqueira durante muchos años, había sido encargado de sector, ha sido uno de mis mentores, y fue el que me abrió camino, me dio los contactos, me recomendó, y me dijo: “Tienes que ir a Baqueira porque te va a encantar”. Le hice caso y así fue.
¿Cuántas personas formabais parte del equipo el año pasado, hombres y mujeres?
En 2022/2023 éramos entre 38 y 42. De esos 38 pisteros, 4 éramos pisteras, nada más. Este año hay una pistera más, así que ¡sigue creciendo el equipo femenino!
¿Por qué crees que hay tan pocas mujeres en la profesión?
Hay pocas mujeres en Baqueira Beret, en Argentina hay muchísimas mujeres pisteras, en Estados Unidos también, en Andorra… Sí es cierto que somos menos, pero creo que, al menos según mi experiencia, las chicas que se han acercado a preguntarme sienten que no están preparadas, o que es muy difícil. Yo las animo a que lo intenten, a que hagan cursos, se formen como pisteras, porque es muy necesario, el trabajo es muy lindo, y obviamente somos tan capaces como los hombres de hacerlo. Aún así creo que se está abriendo un camino bastante grande en la profesión, está siendo muy bueno, y estamos siendo mucho más visibles. En Andorra hay un equipo muy grande de pisteras, de hecho, hay una estación en la que el año pasado la mayoría de la plantilla eran pisteras. A Baqueira me imagino que llegarán cada vez más.
¿Cómo era uno de tus días “en la oficina”?
Cada día es diferente, por más que te toque abrir la misma pista, por más que estés en el mismo sector, cambia la nieve, cambia el tiempo, cambia tu humor o el de los compañeros… Cada día es una nueva aventura, y nunca sabes lo que va a pasar, o con lo que te vas a encontrar. Es muy hermoso. Es un trabajo que está lleno de imprevistos. Nunca hay algo que puedas esperar con certeza, por lo que siempre te sorprende. Lo primero que haces al llegar es ponerte las botas y salir a abrir pistas, cargar el material necesario para marcar los peligros, dar el visto bueno para que se abra la estación lo antes posible, por lo que tienes que ser muy eficaz en ese aspecto, desayunar (¡parte fundamental de trabajo!), y hacer rescates, y en caso de que haya mucha nieve, control y trabajo con explosivos.
¿Cuáles eran vuestras principales tareas?
Las principales tareas de un pistero, espero que no se me olvide ninguna, seguro que sí, son: la apertura de pistas, su mantenimiento, la prevención de los peligros, brindar los primeros auxilios, socorrismo y evacuación de los accidentados, la evaluación del riesgo y el control de avalanchas, y el cierre de pistas. Los pisteros son los primeros en llegar y los últimos en irse, junto con otros trabajadores de la estación.
Una anécdota que jamás olvidarás.
Hay muchas, pero creo que nunca me voy a olvidar de la primera vez que volqué una moto de nieve trabajando, y de todo lo que eso generó en mí… Todo el nerviosismo y lo traumático que fue…. Después con los años aprendí que una moto de nieve se vuelca muy fácil y que uno puede aprender a llevarla muy bien y a no tener tantos problemas. Pero en su momento para mí fue desastroso, esperaba lo peor, y cuando mis encargados me vieron llegar así, se empezaron a reír, y no le dieron mayor importancia. A los pocos días un compañero se puso a subir y a bajar muros conmigo para que aprendiera a conducirla. En su momento fue muy angustioso, pero ahora la recuerdo como una anécdota graciosa.
Un aprendizaje que te ha aportado tu profesión como pister.
La importancia de trabajar en equipo y de contar con un equipo. Eso es algo que ves muy reflejado en el trabajo. Quizá no tienes mucha afinidad con un compañero, ni eres amigo de todos, pero sabes que cuando los necesitas van a estar siempre. Sabes que cuando llames, el equipo que va a llegar va a estar ahí, siempre, para ayudarte, y esta es una de las cosas que más valoro y que más me ha enseñado al trabajar como pistera: la importancia de tener un equipo en el que confiar, y que el equipo también confíe en ti. Y es algo hermoso, porque poder contar con un equipo en la montaña me parece que es fundamental y también muy lindo.
Y un consejo o algo que les pedirías a los esquiadores de una estación de esquí…
Creo que les pediría a todos que se lo tomen con más paciencia. Creo que la gente viene con expectativas muy altas, todos, incluso los trabajadores, y me parece que es un lugar que necesita mucha paciencia y humildad para poder disfrutarlo realmente.
¿Por qué decidiste cambiar este año?
Básicamente porque después de 16 temporadas seguidas de pistera necesitaba tomarme un descanso para poder, sobre todo, llegar a casa antes. Esa era mi principal razón. Tener unas horas más libres durante el día y poder descansar un poco. También tuvo mucho que ver que me estoy formando como TD2 de Guía de media montañay necesito más tiempo para poder dedicarle a eso. Está lindo extrañar lo que uno hace de vez en cuando.
¿Cómo está yendo esta temporada?
Sorprendentemente bien. Estoy muy contenta. Estoy volviendo a descubrir la montaña con otros ojos, estoy disfrutando mucho de poder esquiar, y de estar en la montaña sin la radio todo el tiempo. Estoy de otra forma en la montaña, poder llegar a casa antes, poder disfrutar del tiempo, ¡y poder disfrutar de las siestas! Jejejeje.
Volviendo a los pisteros, da la impresión de que este año se ven más camillas que cualquier otro, ¿cuál es tu opinión al respecto?
Sobre esta pregunta hice una consulta a los compañeros para ver si es verdad que se ven más camillas. Yo también veo más, y creo que tiene mucho que ver con que hay más afluencia de gente y no hay tanta nieve, aunque todo se vea blanco. La gente es muy kamikaze, y cada vez se llevan más al límite, sin paciencia y queriendo progresar demasiado rápido. Creo que estos motivos les ponen muchas veces en situaciones de peligro, por lo que acaban lastimándose, o muy asustados, y ahí están los pisteros para sacarlos del apuro, para ayudarlos, y para rescatarlos cuando lo necesitan.
¿Tu après-ski ideal?
Haber tenido un día de esquí con mucha nieve, llegar a un sitio donde haya sol, sacarme las botas, comer algo muy rico, y tomarme unos mates con amigos, compañeros, y con gente a la que quiero muchísimo.
¿Qué haces durante el resto del año?
Hice doble temporada durante 9 años y las tres últimas me quedé en Europa. Uno de esos veranos me fui a viajar, y el siguiente estuve disfrutando de la montaña, de escalar y de caminar en Chamonix, que fue precioso. Y el tercero fue quedarme en la Val d’Aran y descubrirla en verano. Creo que eso es lo que me motivó a seguir aquí y a quedarme todo el año, porque la Val d’Aran es hermosa en invierno, pero en verano es espectacular, y me brindó la oportunidad de caminar, de poder conocerla, de poder vivirla, de poder escucharla, y también de aprender a andar en bici por los senderos que tiene, súper empinados, y a descubrir nuevos deportes, y a estudiar y estar aquí. Ahora es un momento en el que me sigo formando, y fuera de la temporada de esquí me he dedicado un poco a eso, a estar un poco conmigo, a trabajar lo menos posible, y a disfrutar de la Naturaleza.
¿Cómo te ves en el futuro?
¡Qué buena pregunta! Más vieja seguro. Por ahora todo lo que voy haciendo es para que en el futuro pueda mirar hacia detrás y pueda sonreír y estar muy contenta de haber ido logrando lo que me fui proponiendo. Así que en el futuro me veo bien, me veo contenta, me sigo viendo encima de los esquíes, y también trabajando entre pistera y monitora, que son dos profesiones que me encantan. Disfrutando mucho de la montaña en verano, que durante muchísimos años me dediqué al invierno, y ahora estoy descubriendo lo hermoso de estar en la montaña todo el año y de disfrutar de todas las estaciones.
Un sueño por cumplir.
Tengo muchísimos, pero el principal es tener un perro, jejeje. Ese es mi principal sueño. Pero también me gustaría mucho trabajar de pistera en los Alpes, en Francia, e irme a hacer una temporada en Canadá. Son los sueños que tengo a medio plazo y que espero que se cumplan.
