He hecho unas fotos de como se levantaba el día, pero viendo que no bajaba ningún coche me he puesto a caminar. He comprobado que hago un kilómetro en diez minutos, yendo a buen ritmo.
Cuando me volvía a cargar los esquís al hombro me ha visto Iker, que me ha llevado hasta Isaba.
Allí he ido hasta la serrería donde confiaba encontrar a alguien que fuera al otro valle, pero no pasaba nadie.
Al cabo de un rato ha pasado el médico,Jesús, que me ha llevado hasta Uztarroz. Y allí a esperar otra vez hasta que ha pasado Patricia, que se ha llevado super bien, llevándome hasta el lugar y facilitándome el dejar las cosas en su oficina para ir más cómodo.
Cinco minutos después de llamarle Ignacio ya llegaba, hemos cargado las cosas y hacia Abodi.
He esquiado solo, en medio de hayedos espectaculares, con razón, pues estaba muy cerca de la famosa Selva de Irati. He subido hasta el Pico de Abodi mientras hacía el circuito de Cruz de Osaba y he vuelto.
Hemos bajado de nuevo a Otsagabia, con un poco de mala suerte porque por poco tiempo no he coincidido con dos personas que iban a Isaba.
He recordado que había que tener fe y ha funcionado de maravilla. Primero con Ignacio, que me ha llevado hasta Izalzu, después con Joaquín, uno de los primeros monitores del Valle del Roncal, que me ha sacado de allí para llevarme hasta Isaba y finalmente con el dueño del camping, que venía de comprar los lotes de Navidad.
He intentado organizar un poco, me he duchado, me he hecho una cena como hacía días que no tomaba y he lavado cuatro piezas de ropa que ya hacían un poco de peste.
Se me cierran los ojos y escribo buenas noches.
