Heli-Esquí en Whistler. Enero 2012
Hoy es el día. No hay viento. No hay nubes. Hace frío. Casi veinte grados bajo cero en el pueblo. Arriba hace unos 10 bajo cero. Inversión térmica se llama. Repetimos la rutina por tercer día consecutivo. Punto de encuentro, viaje al helipuerto, curso de manejo de ARVA, rescate y supervivencia en avalanchas, protocolos de subida y bajada alhelicóptero, seguridad, etc. Ya casi podríamos dar nosotros el curso.
Volvemos a repetir la rutina, pero nos da igual. Sabemos que esta vez es la definitiva. La suerte está echada. Valor y al toro. La actividad es emocionante desde el primer momento. Ya en la pista nos agruparemos en la zona marcada a un metro escaso dedonde tiene que aterrizar el helicóptero. Acojona. Pero se supone que es el lugar más seguro, donde no te pueden alcanzar las aspas si hay un golpe de viento.
El helicóptero aterriza a nuestro lado, con un fuerte estruendo. No se ve nada. Hay una gran turbulencia con la nieve. No obstante las instrucciones son claras: Siempre mirando hacia el aparato, que parece que se te viene encima. Cuando nos dan la señal comenzamos a subir. La adrenalina también sigue subiendo. Nos apiñamos dentro ya quello empieza a hacer un ruido infernal, a vibrar y a bambolearse. Estamos en el aire. Emocionante.
El helicóptero es el mismo modelo que los típicos de las películas de Vietnam. El piloto se luce con sus maniobras, ascendiendo pegado a la ladera de la montaña, sobrepasando los picos a pocos metros de su superficie, bajando casi en picado, inclinando el aparato al girar. A nuestro alrededor las vistas son increíbles. Mires donde mires todo son montes nevados.
Volamos durante unos minutos, no sabría decir cuántos. El ruido es ensordecedor y vibra mucho la cabina. A alguno del grupo se le nota en la cara que tiene miedo. Cuando aterrizamos, salimos de la nave rápida y sincronizadamente. Bueno, yo casi me tropiezo al salir, pero no lo nota nadie. En seguida nos colocamos en la posición aprendida de grupo hasta que el helicóptero despega y se aleja.
En cuanto nos levantamos y el ruido de la máquina desaparece, nos hacemos todos conscientes de dónde estamos. No hay palabras para describir esa sensación. Estamos en lo alto de un monte nevado, rodeados de cumbres blancas hasta donde alcanza la vista.Por todos lados. Arriba el cielo azul con algunas nubes que lo matizan y embellecen. Y por abajo el verde oscuro de los bosques, en la profundidad de los valles. Indescriptible. Los guías, conociendo bien estas reacciones, nos dejan unos momentos para que nos recreemos en el paisaje. Y además no hace frío. No estaremos a más de siete u ochogrados bajo cero. Temperatura muy cómoda para esquiar.
Pero bueno. Hay que romper el hechizo. Aquí hemos venido a esquiar abriendo huella. Y a ello nos ponemos. Nos calzamos por primera vez nuestros fat. La primera bajadita es una pala de inclinación considerable. ¡Uff! Para empezar hubiera preferido algo mássuave, pero no hay más remedio. No hay otra salida. Así que veremos como se gira con estos esquís a lo bestia, sin pruebas previas. Los más expertos bajan bien. Controlandolos giros y la velocidad. Ahora me toca a mí. Así que optaré por hacer menos giros, más abiertos, y tomar un poco más de velocidad, así voy tanteando las características de los esquís. Sin problemas. No es demasiado complicado. Es distinto a los esquís normales,pero creo que en seguida me acostumbraré.
El resto del grupo baja bastante bien. Sólo se cae una chiquita que se nota que va con miedo y retrasa mucho su posición. Pero en esta nieve es difícil hacerse daño.
Y ahora a bajar. A flotar sobre la nieve y a dejar nuestra huella en las laderas. Los esquís son muy elásticos. Como un trampolín. Hay que manejarlos con suavidad o te tiran en las curvas como los pises más de la cuenta. Pero les puedes sacar mucho partido si aprovechas su reacción para cambiar saltando por encima de la nieve. Divertidísimo. A los no esquiadores no puedo explicaros que se siente. No hay palabras. Pero los que esquiáis seguro que sabéis muy bien a qué me refiero.
El guía nos lleva al punto de encuentro con el helicóptero. Nos ponemos en posición en cuanto oímos los rotores. Aterriza a menos de un metro de nosotros. Es impresionante.
Otra cumbre donde nos deja y vuelta a empezar. Otro paisaje espectacular. Otras bajadas apoteósicas. La sensación de ir sobre esta nieve es como si flotases, hay que presionar con la misma intensidad los dos esquís y llevarlos más bien juntos. Los esquís se portan muy bien. En cada bajada vamos probando más cosas. De vez en cuando los dejo correr un poco, pero hay que tener cuidado con no pisar uno más que otro. Pasamos por un bosque del que sólo sobresalen las ramas más altas. Y no sobresalen más allá de un metro. Por debajo de nuestros esquís calculo que habrá unos cinco o seis metros de nieve.
A alguno se le clavan las puntas y se cae de morros. Cuando te caes con esta nieve lo único que se te puede quedar dolorido es el amor propio. Se queda hundido hasta la cintura en la nieve. Pierde un esquí, y tenemos que ir otras tres personas a ayudarle a buscarlo. Con tanta nieve es frecuente que cueste encontrar los esquís si se sueltan.¿Recordáis la última vez que os ha pasado esto en España? Yo no. Porque no me ha pasado nunca. No recuerdo nunca que hubiera tanta nieve fresca como para esto.
El siguiente punto de reunión es para la comida. Con el helicóptero nos han traído sopa caliente, zumos y sandwiches. Es difícil andar por la nieve hundiéndose por encima de la rodilla. Y si además llevas un vaso con sopa en una mano y el sandwich en la otra, pues eso, que al final alguien se tiene que caer. Hala... toda la sopa por la nieve... y por su cazadora.
Después de este pequeño descanso seguimos bajando ladera. El helicóptero despega y nos recogerá más abajo. El siguiente destino es una pequeña cima donde sólo cabe el helicóptero. Bajamos del aparato directamente a la ladera, que además tiene bastante pendiente. Hay que tener cuidado de no caerse.
Y a seguir esquiando. Inmensas palas con inclinación variable que te producen sensaciones también inmensas. Empiezo a notar el cansancio. Me dejo llevar por la inclinación de la ladera y hay un par de veces que estoy a punto de caerme, pero en el último momento soy capaz de recuperar el equilibrio y la posición.
Seguimos bajando. Las últimas palas son impresionantes. Estoy cansado y tengo mucha sed. El dichoso sandwich me ha dado una sed terrible. Llegamos al punto de encuentro para el último viaje en helicóptero. El viaje de vuelta al helipuerto.
Ha sido fantástico. Una pasada. Hemos disfrutado como enanos. Eso sí, enanos con esquís fat. Y como despedida, nuestro guía, que también es el que conduce nuestro autobús de vuelta a Whistler, nos obsequia con una serie de trompos en el parking. Con nosotros dentro, por supuesto, creo que es para calentar el motor. Hay que decir que el autobús es el típico autobús escolar americano de las películas, pero más pequeño. De unas 25 plazas. Como curiosidad decir también que aquí conducen con las botas dee squí puestas. Supongo que mientras no atropelles a nadie, debe estar permitido.
Llegamos, devolvemos los esquís fat y nos vamos al hotel a darnos una ducha rápida. Rápida porque hay que ir enseguida al hotel de enfrente a una especie de fiesta de todas las personas que hoy hemos hecho heli-esquí. Y aprovechan para vendernos un video y las fotos que nos han tomado.
Por supuesto lo compro. Hemos filmado con nuestras propias cámaras, pero esta experiencia queremos revivirla desde todos los ángulos posibles.
Antes de comenzar este viaje, decía que al menos hay que hacerlo una vez en la vida. Después de haberlo hecho, lo de al menos una vez... nada de nada.
Repetiremos.
Dadlo por hecho.