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Última actualización: 22/04/2024 a las 20:28:35 (CET)

Garmish Partenkirchen, la esencia de lo clásico

Garmish Partenkirchen, la esencia de lo clásico
Sólo he tenido cuatro horas para esquiar en Garmish Partenkirchen. Y no he leído mucho sobre su historia, pero nada más llegar, respirar su aire, pasear por sus calles, oír hablar a su gente y subir a sus montañas.
Sólo he tenido cuatro horas para esquiar en Garmish Partenkirchen. Y no he leído mucho sobre su historia, pero nada más llegar, respirar su aire, pasear por sus calles, oír hablar a su gente y subir a sus montañas, se nota que aquì el esquí, como en muchas otras zonas alpinas, es algo cotidiano, integrado en la sociedad, que está a pie de calle.

Después de bajar del Otztal, atravesar Seefeld y pasar el mítico trampolín de saltos, llegamos a los remontes casi como por casualidad. Diez de la mañana, parking abarrotado. Elegimos subir a Garmish Classic por proximidad, porque perdíamos un avión, y porque el Zugspitze estaba nublado. Bueno, y también porque no me había preparado nada. ¡Acierto total!



Cuatro horas y sólo dos telecabinas, una silla y ocho pistas abiertas. Pinta bien, nieva, el sitio es bonito, hay dos bajadas al valle, de las largas, de las que emocionan, abiertas. Y según vamos remontando la montaña, apreciamos el valle en todas sus dimensiones. ¡Vamos, que estoy impaciente!



Miro a todas partes, consulto el plano de pistas que, por una vez, no me sé de memoria antes de llegar. Subimos la única silla abierta y respiramos un aire frío, saludable.



Me encanta esda sensación de nerviosismo al descubrir un sitio nuevo, paisajes diferentes, frío y buena nieve debajo de mis esquís.
Llegamos arriba, miramos a la pista: ¿Porqué en los Alpes todo el mundo esquía mejor que nosotros?



Toca aprovechar, una bajada larga. De las alpinas: tres, cuatro, cinco, seis kilómetros y la pista nunca termina.



¡Se nos pasa la mañana! Subimos de nuevo, descubrimos un mirador espectacular, el Zugspitze nos observa y las máquinas acechan. Estamos a principio de temporada, y la estación anda a medio gas, recién desperezada de su letargo veraniego. Pero todo está preparado.



Llegamos a un cruce, el imponente Zugspitze asoma. ¿Por dónde bajamos?



Se hace tarde, apuramos la jornada. Son las dos y a las siete cogemos un vuelo en Munich para regresar a la monotonía, a nuestras grises calles y aburridas oficinas. ¡Hay que apurar!



Y además, parece que la niebla levanta. Un regalo de última hora, una postal de cuento. ¿Subimos otra vez?



Todavía podemos disfrutar un poco más...



Muchas gracias Garmish!



....y sobre todo gracias a tí, que aguantas todas mis locuras =)

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2 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    17/12/2010 10:28
    #1
    Bonita estación , yo estuve en el Arlberg y En Ischgl el el puente de la Constitución y a la vuelta a Munich podriamos habernos acercado a Garmish pues yo tengo muchas ganas de conocer la estación pero al final nos decantamos por la Hofbrauhaus y la Agustiner muniquesas.

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    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    18/12/2010 07:52
    #2
    Esta estación es de lo mejor que hay en Alpes. Sobre todo por el ambiente que se respira. Autentica de verdad

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