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Última actualización: 10/05/2024 a las 12:35:40 (CET)

Nuestra amiga la gravedad

 Nuestra amiga la gravedad
Creo haber dicho ya en alguna ocasión que la diferencia entre un esquiador bueno y uno malo es que el malo se opone a la gravedad y lucha contra ella, mientras que el primero la utiliza y ve en ella una ayuda.

Creo haber dicho ya en alguna ocasión que la diferencia entre un esquiador bueno y uno malo es que el malo se opone a la gravedad y lucha contra ella, mientras que el primero la utiliza y ve en ella una ayuda.

De momento hay que decir que sin gravedad no existiría el esquí, o al menos sería otra cosa (como el esquí acuático, por ejemplo, je), así que ya solo con eso es para empezar a verla con otros ojos: la gravedad es nuestra amiga.

Ya hemos comentado que el cuerpo está “diseñado” para ir hacia delante (sí, para andar) así que cuando esquiando se hace una extensión (en un esquí básico) o se proyecta la masa del cuerpo hacia el interior de la siguiente curva (si nuestra técnica es más depurada) en ambas ocasiones la gravedad nos ayuda literalmente a avanzarnos, o sea, a contrarrestar la tendencia a quedar retrasados; vamos, a ir hacia delante (esa expresión que a mi me gusta tan poco y que prefiero sustituir por “estar bien colocados”). Todo esto es muy complicado explicarlo, así que lo mejor es experimentarlo: la próxima vez que esquiemos, tratemos de notar cómo la gravedad, esa fuerza tan temida, lo que hace es ayudarnos a recuperar la posición, por supuesto, si tengo una buena actitud hacia la pendiente.

Y ¿cuál es esta actitud? Muy fácil, la actitud de “pensar cuesta abajo” (lo que las escuelas llaman “anticipación”) la posición lógica y natural del que sale de un punto “arriba” y pretende llegar a otro punto “abajo”. Para no ponerme muy retórico, aquí va un truco: imaginemos, simplemente, que queremos “abrazar” a la gravedad, pero activamente, con ganas, no esperando a que ella venga a nosotros sino yendo nosotros a ella. Así, nuestros brazos van a moverse hacia adelante y nuestro torso va a tener esa tendencia a proyectarse hacia la pendiente o, lo que es lo mismo, la curva que vamos a comenzar. Sintamos la gravedad en nuestro centro de masas o en nuestro pecho y dejemos que tire de nosotros hacia delante, movámonos cuesta abajo con ella ….

No olvidemos que esquiar es sumergirse en las fuerzas externas y, a medida que seamos capaces de relacionarnos mejor con ellas, de sentirlas, de entenderlas, mejor esquiaremos. La gravedad, como energía que mana de la tierra, pertenece tanto como nosotros a la naturaleza, je, je, por eso no hay que luchar contra ella.

¡Paz, amor y buenas huellas!

Carolo © 2004

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