Aunque estamos en plena ebullición de las comunicaciones, afortunadamente, aún quedan zonas de sombra en las que el ser humano puede sentirse totalmente aislado del mundo.
¿Pero a qué viene el título del reportaje y esta frase introductoria?
Permitidme que intente aclararlo.
El domingo pasado Boticario y yo salimos a estirar las piernas por un tranquilo recorrido de monte bajo: Río Dílar, Silleta del Padul, Ermita Vieja, Picacho Alto y vuelta por el barranco de Poca Leña. Las algo más de cinco horas que empleamos, dieron para un “rato de conversación” y, entre otras cosas, hablamos de, (o más bien soñamos con), la actividad que los Ytantos teníamos prevista para el sábado 1 de Junio: Norte del Mulhacén.
Entre unas y otras cosas, José Manuel me confesó que no se encontraba, precisamente, en un excelente estado de forma, pero que la actividad no se la pensaba perder. Por mi parte, yo, en mi fuero interno y como siempre ante este tipo de actividades, me anduve debatiendo entre el miedo y el deseo, así que, aquel día, no fui capaz de concretar cuál sería mi decisión al respecto.
Transcurrida la semana, cuestiones de índole personal terminaron por inclinar la balanza del lado conservador y, finalmente, decidí renunciar a la deseada norte aunque sustituyéndola, eso sí, por una cabalgada en solitario hasta el Valdecasillas para intentar contemplar, aunque fuera desde la distancia, a mis valientes compañeros en pleno esfuerzo.
Dicho y hecho. El sábado uno de Junio, a eso de las 4:30 de la madrugada, ya estaba yo desayunando para no llegar tarde a mi cita, ya que ellos, según tenían previsto, pensaban estar entrando en la vía con las primeras luces del día, (6:15 calculé). Así que a las 6:01, desde San Juan, inicié una carrera conmigo mismo cuyo primer hito era alcanzar el puente de Cueva Secreta lo antes posible; a trote más o menos constante, llegué a ese punto a las siete y veinte.
Alcanzado en primer objetivo de la mañana ya sólo me quedaba subir la Loma de Casillas tranquilamente y, poco a poco, buscar con la imaginación a mis compañeros en el corredor norte del Rey al tiempo que me deleitaba con el paisaje.
Su ilustre compañera
A simple vista, era imposible distinguir sus figuras dada la distancia, pero como con la fe de los grandes devotos, repetí una y otra vez tomas desde distintos puntos con la esperanza de poder compararlas y analizarlas posteriormente desde la comodidad del sofá. Así, avancé paralelo a la margen izquierda del Valdecasillas (derecha según se sube) hasta que los grandes neveros me cerraron el paso (no llevaba un mínimo de material para aventurarme).
Satisfecho pensando que el objetivo principal del día había sido alcanzado, inicié el camino de vuelta en similares términos que los empleados para subir (volver tranquilamente hasta el Real y desde allí seguir trotando hasta el San Juan). Aún tuve tiempo de deleitarme con el paisaje tan especial que me rodeaba dado la impresionante temporada invernal que hemos tenido.
Incluso me entretuve en captar un testimonio del estado actual del caudal del Real que espero pueda resultar útil, sobre todo, para todos aquellos que desean hacer la ruta que pasa por los refugios de la Cucaracha y el Aceral, y se plantean la posibilidad de cruzar de vuelta a la Vereda de la Estrella:
Aunque bravo, creo que se puede cruzar sin más dificultar por aquí,
Apenas unos metros río abajo del dónde se encontraba el puente originalmente
Que aún sigue bajo el agua en este punto:
Al cruzar el puente sobre el Guarnón, también pensé en la posible presencia de algún forero haciendo el corredor del Veleta (aunque ahora sé que los hubo, es más que probable en el momento de la foto ya habían salido de la vía o no habían entrado).
Si habéis llegado hasta aquí leyendo os merecéis que os cuente, como colofón, el motivo, tanto del título del reportaje como de la frase inicial del mismo en la que hacía mención al total aislamiento en el que aún puede uno encontrarse en algunos parajes pese al enorme despliegue de las telecomunicaciones en la actualidad.
Así pues, lo he titulado “Buscando a Wally” porque así me he sentido yo buena parte del sábado buscando, en las distintas tomas de las correspondientes caras norte que hice del Mulhacén y del Veleta, a montañeros progresando por su verticalidad. Pero, al igual que cuando alguna vez lo intenté por ayudar a alguno de mis hijos con el conocido pasatiempo, ningún resultado obtuve tampoco ahora.
En cuanto a la segunda opción, tiene que ver con esa gratificante sensación que me invadió durante todo el recorrido (sobre todo a la ida y hasta que retorné a la vereda de la Estrella) y de la que disfruté. Por el contrario, ese mismo aislamiento y el de mis compañeros, no me permitió saber a tiempo que ellos habían decidido renunciar a la norte, lo que me hubiera evitado horas de inútil búsqueda..
Y ya sólo me resta pediros perdón por lo extenso de la prosa utilizada, pero, como algunos ya sabéis, siento especial debilidad por esta forma de expresión humana.
ahí esta el otro wally (yo), no esperado 
el 1 de junio, "toparriba" al rey, por la caldera.
Mejor que ahora no va a ser fácil, pero lo sigo teniendo en estado pendiente. 
Abrazacos
, aunque me choque que cites a un magnate de la prensa americana. 
