El estudio fue encargado a una empresa francesa que hizo un desarrollo de los trabajos por fases. La metodología suponía que, si no se superaba una de las partes, ya no se continuaba. Se ha evaluado la longitud de la pista y el tipo de avión que podrá aterrizar, el impacto medioambiental con su ubicación y, finalmente, la contaminación acústica que podría generar.
El estudio indica que el sitio es viable y que permitiría el aterrizaje de aviones de un tamaño y capacidad de vuelo suficiente para que llegaran de países lejanos. La empresa encargada de realizar el estudio fue NavBleu, filial de Airbus, y la Cámara destinó alrededor de unos cien mil euros por sacarlo adelante.
El coste de la obra tiene una horquilla bastante grande porque dependerá de cuáles son las instalaciones que se quieran construir. La inversión aproximada del proyecto, si se va hacia una inversión de mínimos, estaría alrededor de los doscientos millones de euros. Esta cifra sería hasta el doble si se desea una infraestructura mucho más completa. La idea, según las fuentes consultadas, es apostar en primer lugar por una inversión inicial de nivel bajo y, posteriromente, con los años, se podría llegar a hacer más si el aeropuerto alcanza un volumen de actividad importante.
Lo explicó el responsable de la entidad, Miquel Armengol, en el acto de celebración del 25 aniversario, que la entidad quisiera gestionar las hipotéticas conexiones aéreas y ferroviarias en el Principado. Porque aparte del estudio de viabilidad de un aeropuerto en territorio andorrano, la Cámara también se ha implicado en los estudios referentes a la conexión ferroviaria con los dos países vecinos. En el caso del lado francés, en colaboración con las autoridades locales de Porta y la Cámara de comercio de Perpiñán, interesadas en el proyecto.
Según las fuentes consultadas por el Diari d'Andorra, la Cámara explicará el contenido de todos los estudios en un acto público programado para el próximo 19 de junio.