Antoine Motillon tuvo un accidente de motocicleta en 2004. A la edad de 20 años se quedó postrado en una silla de ruedas, lo que no le impidió tratar de hacer una vida lo más normal posible y buscar nuevos retos. Así, pocos años después se convirtió en el primer parapléjico que se sacó el título de instructor de piloto de parapente y más tarde el único conductor del mundo de una máquina pisapistas.
Cuenta Motillon al The Telegraph que un día iba volando en su parapente, cuando al fondo del valle vio las máquinas pisapistas trabajando en la estación de esquí de Pra Loup. Fue en ese momento cuando descubrió que conducir una de esas máquinas no solo iba a ser su próximo reto, sino también su profesión.
El joven francés contactó entonces con Kassbohrer, el fabricante alemán propietario de la tan conocida marca Pisten Bully, y les entusiasmó la idea de trabajar juntos para adaptar una de sus máquinas a una persona parapléjica,
Finalmente lo invitaron a una estancia de seis semanas durante la temporada 2016-2017, donde podría conocer más de cerca el funcionamiento de una máquina pisapistas,y ver si podría realmente hacer ese trabajo.
La prueba funcionó muy bien, superó todos los obstáculos, y Courchevel lo incorporó en su plantilla para trabajar con ellos durante toda la pasada temporada 2017-2018. Si el año pasado estuvo realizando su labor siempre en pareja detrás de otra máquina para ir aprendiendo mejor las visicitudes de esta labor, para el invierno que viene espera ya poder hacer la tarea independientemente. No menos de 20 máquinas trabajan al mismo tiempo en este dominio esquiable de los Alpes de Francia.
Si ejemplar es que Antoinie Motillon haya superado este reto, no menos ejemplar es el apoyo de Courchevel, ya que no solo tiene especial atención con este tipo de esquiadores, sino que sufragó los gastos que supuso adaptar una Pisten Bully 600 para que la pudiese conducir una persona parapléjica.
Nada menos que 100.000 euros se gastó la estación francesa en una máquina que de por si no es nada barata (entorno a los 300.000€). Sustituyeron el volante por un joiystick (algo que podemos ver ya en las nuevas máquinas) y el acelerador se cambió a manual. Aunque quizás la diferncia más significativa y la que más dinero costó fue la colocación de una grúa hidráulica exterior para que Antoine pudiese subir hasta la cabina mediante un sistema de poleas que puede hacer servir él sin ninguna ayuda.
Motillon afirma que es feliz con este puesto laboral. Trabaja en el segundo turno, el que va desde las 02h de la madrugada a las 09.30h de la mañana, con 20 minutos de descanso para almorzar,