Uno de los actos que se tuvieron que suspender por los atentados del jueves 17 de Agosto en las Ramblas de Barcelona y Cambrils, fue la entrega de premios a la calle mejor decorada de las fiestas de Gràcia. Tan solo en un puñado de ocasiones se había suspendido este acto. En 1885 por una epidemia de cólera. En 1896, porque la guerra de Cuba se había llevado a los jóvenes. En 1909, fue la Setmana Tràgica. Y durante la guerra civil, el esfuerzo de decorar calles se dedicó a construir refugios. En el verano del 39 hubo fiesta, pero con camisas azules y brazos en alto, así que en 1946 los vecinos de la calle Llibertat vengaron la afrenta decorando la calzada con una enorme jaula de pájaros y, con un par, titularon a su obra ‘Libertad enjaulada’. Terminaron en comisaría.
Ayer, cuando precisamente se abatía al último de los miembros de la célula terrorista que seguía en paradero desconocido, se daba a conocer los vencedores del certamen de 2017. Así que técnicamente más que un suspenso del acto, podríamos catalogar como una reprogramación en el calendario.
Las fiestas de Gracia cumplen este 2017 su 200 aniversario. Dos siglos de vida en el que uno de los actos protagonistas es la decoración de las calles. Los vecinos empiezan a prepararse desde unos meses antes, y en los días previos al inicio de las fiestas visten las fachadas, aceras y calzada con un tema elegido. Cada año la comisión de fiestas otorga los premios a las mejores. Aunque es una actividad que había caído y se veían menos calles decoradas, en los últimos años han comenzado a participar de nuevo más asociaciones, y este año verlas todas requería de una buena pateada.
Pero sin duda la que más lamaba la atención era la de la Travessía de Sant Antoni. Allí si entrabas por su parte sur el peatón se encontraba un enorme campanario de la Vall de Boí, y siguiendo la calle se podía adentrar en la reproducción de una de estas iglesias que son Patrimonio de la Humanidad, para salir a un paisaje nevado al que no le faltaba de nada. Desde los copos de nieve, al deporte rey del invierno en las montañas: el esquí.
Los vecinos de esta calle trabajaron duro para sorprender a los visitantes. Solo el montaje del campanario y la iglesia denotaba una gran laboriosidad, pero la estación de esquí debió requerir de algo más que maña. Y es que no solo el bar oficial de la calle estaba decorado como el que podemos encontrar en un complejo invernal, sino que había una tienda de esquí y la decoración estrella: Un telesilla que funcionaba y todo!
Nieve bajo las ventanas, una pista de esquí llamada "Bicentenari", así como las diferentes cotas por las que íbamos pasando, complementaban esta decoración, que entrases por donde entrases a la calle, no dejó indiferente a nadie, a la vista de la gran cantidad de fotografías que se estaban haciendo.
Las siguientes fotografías no hacen justicia al montaje. Si tienes oportunidad no dejes de verlo en directo...