Justo cuando crees que la persecución ha terminado, se lanza desde un acantilado de 1.000 metros de altura, y se abre un paracaídas luciendo una bandera británica. Sí, es James Bond y está esquiando. Estamos en la escena de apertura de "La espía que me amó" (1977).
Se trata de Roger Moore. Nadie interpretó a James Bond esquiando mejor que él. Gran apasionado de la nieve, falleció el pasado 23 de Mayo de 2017 en Crans Montana, cerca de las pistas que hasta hace muy poco disfrutaba, tanto como Ian Fleming, autor de los libros del célebre agente 007.
Lo hizo en una escuela fundada en un pequeño hotel rural llamado Villa Tennerh, al pie de Kitzbühel, estaba a cargo de dos personas que van a cambiar para siempre la vida de Fleming: Ernan Forbes Dennis, un ex oficial de inteligencia del servicio secreto británico, y la novelista Phyllis Bottome, su esposa. El dúo planta las semillas del personaje de James Bond en la cabeza de su joven estudiante.
La pareja estaba muy introducida en las primeras ideas de la psicoterapia. Ian era un chico agitado, y tenía dificultades para encontrar su camino en la vida, pero con ellos encontró su paz. Y todo esto se debió principalmente a su estancia allí. Quiso imitar a Phyllis Bottome, y empezó a escribir historias mientras estaba en los Alpes. Su introducción al esquí y la escalada fue allí. Y sin duda las escenas de acción de James Bond en la nieve venían inspirados por su tiempo en Kitzbühel.
Esquí y mujeres. Porque Flemming fue ante todo un mujeriego. Su madre lo apartó de la vida de Londres para que se calmara, pero encontró más chicas, sexo y libertinajes en las montañas de los Alpes. Quizás de ahí salieran Pussy Galore, Holly Goodhead o Plenty O’Toole...
A medida que el espectro de la guerra comenzó a cernirse sobre Europa, los peligrosos agentes internacionales que están al acecho alrededor de Kitzbühel, hasta entonces solo en las fantasías de Fleming, comenzaron a materializarse en la vida real. Espías nazis y sus homólogos británicos a menudo se cruzaban dentro y fuera de las pistas de la estación austriaca en los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Uno de estos espías fue Conrad O'Brien-Ffrench, un agente del Servicio Secreto Británico con el nombre en clave de Agente Z3 (con una vida aún más entrenida). Tenía una agencia de viajes como tapadera para sus actividades clandestinas, pero también pasó a ser uno de los mejores amigos para beber y esquiar de Ian Flemming. Se dice que fue una de las inspiraciones principales para James Bond, y un modelo a seguir del escritor como oficial de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial (Fleming concibió la Operación Ruthless. Un plan para capturar la máquina codificadora Enigma, usada en las comunicaciones de la armada alemana).
Sean Connery volvía a hacer una película más de la saga en 1971, pero por miedo a seguir encasillado toda su vida en el papel de James Bond, no quiso seguir, por lo que los productores se pusieron manos a la obra para encontrar un actor que encarnara el caracter británico del espía, que tan bien lo había logrado Sean Connery. Y es así cuando en 1973 llaman a la puerta de Roger Moore, un actor conocido en aquella época por ser uno de los protagonistas de la exitosa serie de televisión El Santo.
Roger Moore dejó una imborrable huella en James Bond. Tanto que muchos discuten entre si fue él el que mejor interpretó al agente británico, o Sean Connery. Pero de lo que no nos puede caber duda es que fue el que mejor hizo esquiar a James Bond.
A Moore le gustaba el esquí. No le dejaron esquiar como James Bond hasta su tercera película, "La espía que me amó" pero nadie olvidará esa escena, que es la que hemos descrito al comenzar este escrito. Y es que es así como se presentó al público. Antes de los créditos iniciales, de repente el espectador se encontró a la pareja en ese chalet de los Alpes y al agente tirándose montaña abajo perseguido por todo tipo de malhechores.
De esta saga, en cuanto a su rol de esquiador, nos quedamos con ese paracaídas que tiene escondido en su mochila. Y como no, su volterera hacia atrás para disparar a sus enemigos con bastón-rifle, y acto seguido hace una voltereta en una cornisa para cargarse a otro enemigo de un empujón.
Pudo repetir. En dos ocasiones más, a cada cual mejor.
En 1981 volvíamos a verlo esquiando en "Sólo para sus ojos". De aquí nos quedamos con su habilidad para lanzarse por un trampolín de saltos con sus esquís de pista, y quedar vivo para contarlo. Y como no, la persecución por la pista helada de bobsleigh.
Y en 1985, "Panorama para Matar", probablemente la mejor de las tres, por los paisajes, el tipo de nieve por el que se desliza y la cantidad de artilugios que usa para deslizarse. Desde los esquís, a una moto de nieve a, finalmente una tabla de snowboard, modalidad que por aquel entonces era algo exótico, de ahí la canción de fondo de los Beach Boys que suena mientras la usa. Y no hay que olvidar el precedente Bode Miller. Si en Solo para tus ojos un disparo le parte el bastón, aquí otro disparo es un esquí lo que le destroza, obligándole a bajar un trozo con un solo esquí.... y sin despeinarse!
En 1987 Timothy Dalton sustituye a Roger Moore. Lo más parecido que nos regala en cuanto al esquí, es una persecución montado en la funda de un violonchelo en "Alta Tensión". Y no es hasta que llega Pierce Brosnan cuando podemos ver por última vez esquiar a James Bond. En 1999 en "El Mundo Nunca es Suficiente" podemos verle surcar por los valles de los Urales con la bella Sohie Marceau. Pero nunca tuvo la acción y el arrojo de Roger Moore. En cuanto a Daniel Craig, sencillamente es que no sabe ni esquiar, y aunque algunas de las escenas más impactantes de Spectre (2016) se rodaron en Solden, ninguna de ellas fueron sobre unos esquís, sino corriendo por ls nieve
Roger Moore por su parte rodó en 1987 otra de esas épicas películas del esquí: "Fuego, nieve y dinamita", dirigida por su buen amigo Willy Bogner con quien ya habia trabajado en "Solo para tus ojos" doblándole en las escenas más complicadas.
Roger Moore falleció el pasado 23 de Mayo a los 89 años a causa de un cáncer en su casa de Crans Montana (Suiza), donde residía desde hacía años, junto l esquí que tanto amaba. Descanse en paz el mejor y prácticamente único James Bond que esquió de verdad...