Pero de momento 360 ha sido el giro, en grados, que han tenido que hacer este verano respecto a la construcción de una nueva pista roja que se debía haber estrenado esta temporada. Al parecer justo en el lugar donde se quiere crear este nuevo trazado, vive una cuarentena de lagartijas en peligro de extinción, a los que al parecer les gusta esta zona, y no otra.
Los técnicos de Grand Tourmalet pidieron permiso para trasladarlas de lugar, unos montículos más allá, y tras un tira y afloja con los ecologistas, consiguieron el permiso para hacerlo. Pero en lugar de hacerlo el día que tocaba, lo hicieron el 16 de septiembre, ocho días antes del permiso. Ocho días que han sido su maldición, porque los ecologistas que estaban muy atentos, los pillaron y se quejaron.
Desde la estación afirman que ese día hacía un tiempo estupendo. Que hacía un solete muy majo y que la cuarentena de lagartijas que los operarios debieron estar buscando todo el día, se las veía muy felices donde las dejaron. Afirman también que se entrenaron e instruyeron a los operarios encargados para la tarea, y que los partes no marcaban mejores condiciones para el día del traslado.
Apenas fueron unos metros, pero los ecologistas lograron parar las obras, aunque finalmente el Prefecto decidió que tampoco era para echarse las manos a la cabeza, así que unos días esta semana ha dado permiso para reanudar los trabajos. Pero ya es demasiado tarde y la estación no quiere arriesgarse a que les caiga una nevada y dejar todo a mitad.
Han pospuesto los trabajos para el próximo verano, lamentando la pérdida del trabajo ya hecho, y los inconvenientes para la empresa contratada para la ocasión, que se vuelve a casa con las manos vacías.