Había materia prima para la hazaña: Víctor Lobo ganó siete veces el Campeonato de España de triatlón de invierno. Pero se vio obligado a abandonar.
«Dejé de competir porque el trabajo no me dejaba tiempo para entrenar ese deporte. Tras un tiempo empecé a practicar biatlón poco a poco y cuando fui viendo que aprendía rápido decidí entrenar el esquí de fondo para mejorarlo y ver si podía lograr ser bueno»
Sin embargo, el paso no resultó tan sencillo. Sus tareas como responsable de infraestructuras de la Fundación de Hidrógeno de Aragón permitían poco tiempo libre, así que debió rentabilizar hasta el último segundo después de acudir a sus primeras competiciones de biatlón. «La pasada temporada salí a competir a alguna prueba internacional de la segunda división y me fijé en cosas que otros hacían muy bien para intentar mejorarlas. Es más fácil si ves hasta dónde han llegado otros. Con lo que vi me hice una propuesta a principio de temporada para mejorar... 5 puntos»
Entonces Lobo se las ingenió para diseñar y fabricarse unos 'rollerskis' (esquíes de ruedas) y con ellos aprovechó el trayecto entre su hogar y su lugar de trabajo para completar 20 kilómetros diarios. La preparación autodidacta se completó con el extirador Ángel Giménez y sin poder usar el vecino estadio de biatlón de Candanchú.Después, la apuesta subió. En 2014 se vio obligado a pedir una excedencia para participar en las altas competiciones. Por primera vez sumergido en el alto nivel, Lobo descubrió la diferencia de nivel entre países. Ni siquiera los buenos resultados le garantizaron la plaza olímpica, pues debió inscribirse en una particular lista de espera debido al cupo asignado a cada federación. De hecho, diez días antes de viajar a Rusia ni siquiera se planteaba una posible clasificación que le otorgaba el ranking. Ahora, en Sochi , reconoce que les tratan «como a reyes», aunque no haya logrado una acreditación para un entrenador que le ayudara a ajustar sus esquíes.
Las expectativas
Después de tanto trabajo, el aragonés no piensa dar el paso al profesionalismo. Asegura que «Es algo que no me planteo. En España no es del todo viable. Has de llegar arriba para poder vivir de ello y llegar arriba sin estar viviendo de ello es casi un milagro. Todo esto hablando de biatlón, pues es lo que practico ahora. Pero soy demasiado inquieto para dedicarme sólo a entrenar»
. Aunque reconoce que lo más difícil es poder compaginar el deporte de élite con una vida laboral: «No puedes dejar de lado tu trabajo y meterte a esto de lleno».En el plano deportivo, cualquier pronóstico de medalla es una utopía para el atleta de 34 años.
«Hay varios países favoritos. El primero es Noruega y después Rusia, que ha invertido un montón. También Austria, Francia y Alemania están entre los países con mucho nivel»
Ha competido en 10 km sprint este sábado con un resultado bastante discreto, y en 20 km individual el 13 de febrero).. y después volverá a Huesca. Allí volverá a arreglar molinos eólicos y huertas solares y contará a sus compañeros de trabajo sus vivencias en unos Juegos Olímpicos con unas cervezas de por medio. Pero de Sochi no le quedará solo el recuerdo porque de su ingenio para el biatlón ha nacido un proyecto a largo plazo: «Estoy empezando una pequeña empresa (Quionne) en la que pretendemos comenzar fabricando y vendiendo 'rollerskis' con un diseño innovador a base de fibra de carbono».
Son los patines que ideó, fabricó y patentó. Hasta ahora le llevaron desde casa al lugar del trabajo. Y desde el amateurismo hasta Sochi 2014.Fuente:
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