Fleetwood, que es de origen sueco, se quedó encerrado sin agua, comida ni ventilación. Tampoco tenía su teléfono móvil, que lo dejó en su despacho. Gracias al entrenamiento militar que recibió en su país de origen, supo guardar la calma y rápidamente rompió una ventanilla para que le entrara aire fresco. Trató de romper también el techo del aparato, pero le fue imposible. Así que solo le quedó aguardar.
Por suerte, un amigo suyo que pasaba por el lugar y tiene llaves del establecimiento, se percató de que el correo se acumulaba en la puerta. Sabía que su amigo estaba esos días cerrando el hotel, así que pensó que podría haber pasado algo, por lo que entró con sus llaves. En ese momento oyó los gritos de auxilio de Fleetwood, y rápidamente llamó a los bomberos para que lo rescataran.