Los pisteros de este sector estrenaron este hospital de campaña la pasada temporada y sale de la caseta de permanencia cada vez que por un herido se requiere la presencia del médico. Mientras éste llega al lugar de los hechos, los pisteros han tenido tiempo de montarlo. «Cada día pasan cosas, pero cada día no se monta», explican el jefe de pisteros de Ensisa, Manel Vidal, y su segundo, Beto López.
Una sola persona lo puede transportar. Está preparado en una mochila, que también lleva un compresor de aire para poder inflar y un fuelle manual por si el primero no dispusiera de la energía suficiente. El tiempo de montaje "no llega a los 10 minutos" una persona sola, y normalmente no actúan solos. Además, los pisteros también ayudan a que la espera sea más corta, pues no se deja de atender al herido en ningún momento. Este hospital es de tres metros de ancho por dos de largo, un tamaño «suficiente para trabajar dentro».
El hospital de campaña ha cambiado, en cierto modo, la forma de trabajar de los encargados de la seguridad en las pistas de esquí. Si hace un tiempo la prioridad era evacuar lo más rápido posible-pensando que siempre la prioridad máxima es la prevención-, ahora se prioriza "la seguridad y el confort", el mantener el lugar al herido y que sea el médico quien se desplace.
El hospital hinchable lo permite. «Aísla del exterior» en varios aspectos, explican los responsables del equipo de pisteros. Del frío (ayuda a prevenir hipotermias) y otras inclemencias meteorológicas, pero también protege la intimidad, «evita miradas morbosas». Hace que el médico trabaje más cómodamente, también, y se proporciona un mejor trato al herido. Este hospital «está muy bien, tanto para nosotros como para el paciente», afirma el doctor Juan Sánchez, del centro médico de El Tarter, que coincide con los pisteros en señalar que dota de «comodidad e intimidad».
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