Anders Haugen participó en los Juegos Olímpicos de 1924, los primeros que se celebraron en la modalidad 'blanca', en la disciplina de saltos de esquí. Este inmigrante noruego que llegó a Colorado en 1908, era la gran esperanza de los norteamericanos para conquistar su primera medalla en unas olimpiadas blancas. Finalmente quedó cuarto, y casualmente las medallas de oro, plata y bronce fueron a parar a manos de saltadores noruegos. O al menos eso es lo que creyó hasta sus 85 años.
50 años después, en 1974, el historiador Jakob Vaage repasó aquellos resultados, y se dio cuenta de que las puntuaciones estaban mal calculadas, y que realmente a Haugen le correspondía la medalla de bronce. En una medida sin precedentes, la hija de Thorleif Haug, que era el poseedor de la medalla de bronce, se presentó ante la hija de Haugen para entregarle la medalla a su padre. Fue un momento emocionante para el saltador del equipo estadounidense, quien a sus 85 años vivió la experiencia de un sueño, viendo su nombre en el tercer lugar que le tocaba.
Estos días, 25 años después de su fallecimiento, se ha acabado de colocar aquella histórica medalla, la primera para un atleta estadounidense en los Juegos Olímpicos de Invierno, en el Salón de la Fama de los atletas del U.S. Ski and Snowboard de Ishpeming, Michigan.
La primera medalla olímpica de invierno de Estados Unidos
Un inmigrante noruego se convirtió en la esperanza norteamericana para conquistar la primera medalla olímpica de unos Juegos Olímpicos de invierno, pero finalmente quedó cuarto después de, precisamente, sus compatriotas escandinavos. Se quedó sin medalla. O eso es lo que el creyó, porque 50 años mas tarde, alguien descubrió un error, y el COI le dio la medalla de bronce.