De niño, e inspirado por las experiencias de su abuelo montañista, este suizo nacido en el cantón de Berna tenía dos grandes sueños: conocer la montaña más alta del mundo y la más grande. "He tenido la suerte de cumplir ambos sueños; en la década de los 80 estuve en Los Himalayas y hoy vivo en los Andes", relata a swissinfo.
Hace casi cinco años dio el salto, formó su empresa de turismo aventura, Andes Reality, y comenzó a ejercer su segunda profesión: guía de montaña. "En Suiza fui instructor de montañismo en el ejército y también fuera de él, pero siempre como 'hobby'... Creo que ésa fue una de las razones que me hizo quedarme en Chile, aunque no fue sólo por la montaña, también por la estabilidad del país, su belleza, por la gente y por la comunidad suiza, donde tengo bastantes amigos", cuenta.
Instrucción, pero con mística
Dada su experiencia, el Club Andino Alemán le invitó a participar y al poco tiempo ya estaba colaborando como guía, y haciéndose ampliamente conocido por su estilo 'carismático' de enseñar. "Para ser guía de montañismo hay que instruir con cariño, con intuición, no de forma tan rígida y estructurada. No es sólo hacerle pruebas a la gente y si las pasan, ponerle un gorrito y decirles que ya son montañistas", sostiene. "Si uno practica esto por pasión, como un estilo de vida, se hace mucho más fácil. Un buen guía no necesariamente es el mejor escalador, y tal vez el mejor escalador no sea un buen guía. Así lo veo yo".
Pablo, un joven montañista de 18 años hospedado en el refugio, se suma a la conversación en el comedor para reforzar esta idea: "Conozco otros montañistas, incluso varios europeos, pero tienen otra mentalidad; se preocupan de que hagas bien tu nudo, bien tu anclaje, que subas en un tiempo determinado o que si no haces tal figura o no cumpliste tu objetivo, estás mal", acota. "Pero la mística de Fritz no la he visto en ninguna otra persona. Es lo que hace que sea tan carismático y que la gente interesada en montañismo quiera estar con él, porque indirectamente enseña, con este otro estilo".
Claro, admite, hay personas que pueden ver esto sólo como un deporte. "Pero es una visión muy pobre, porque la montaña ofrece mucho más que eso".
Detrás de un concepto
Y es que, a juicio de Kobel, reducir el montañismo a esta visión no permite disfrutarlo en toda su dimensión. "Cuando tengo tiempo, salimos con gente desde el refugio a las 6 de la mañana, subimos la montaña caminando con los esquíes, luego contemplamos por primera vez el sol saliendo por la cordillera y nos maravillamos con ese espectáculo. Pero aquél que está pensando sólo en competir y que para lograr su marca sube y baja lo más rápido posible la montaña no se da el tiempo para ver eso", sostiene.
Agrega que hay familias que vienen sólo a almorzar, "pero me llaman antes para asegurarse de que estoy aquí. No creo que sea mi cocina, es común y corriente", dice con modestia, aunque tanto Pablo como el resto de los huéspedes opinan lo contrario. "Tal vez es el calor de hogar, el hacerlo con cariño, porque el refugio lo siento como mi casa. La idea no es hacer de esto un restaurante, no me interesa que me conozcan por mi cocina, pero sí que la gente que suba, comparta un fin de semana con nosotros y se vaya contenta. No quiero que se pierda ese concepto de refugio de montaña. Eso también es parte de mi filosofía", concluye.