Para Elizburu, de Lazkao, descender las laderas del Pirineo o de cualquier pista de esquí acompañado por aficionados minusválidos es, pues, algo corriente. "He vivido ese mundo desde niño", afirma.
Lo que no imaginaba hace años es que acabaría involucrándose hasta el punto de convertirse en guía de paralíticos e, incluso, tetrapléjicos. "Somos amigos del presidente de la asociación de minusválidos de Francia y de ahí llegó la propuesta. En Francia hace años que existe una silla diseñada expresamente para que personas con alguna minusvalía que no sepan esquiar puedan deslizarse sobre la nieve. No pueden bajar solas, claro, pero esquían con una persona que es quien dirige la silla. Ésa es mi función", cuenta Elizburu.
De esta manera, el esquiador lazkaotarra hizo el correspondiente curso y sacó el título de guía hace tres años y medio. "En España sólo lo tenemos dos personas: un esquiador de Irun, que habitualmente se mueve por las pistas de Cerler, y yo, en la zona de Candanchú, Formigal, Astún…", subraya.
Esquí alpino Para dos
La silla es suya y se la lleva allá donde se requiere su presencia. "La saqué a la nieve por primera vez en Astún y todo el mundo se quedó perplejo. Antes de llegar llamé para que el director de la estación y los miembros de seguridad estuvieran sobre aviso. Cuando llegué bajaron conmigo para ver cómo funcionaba y comprobar que no suponía ningún problema. Eso sí, al principio pasaba más tiempo explicando a la gente qué era aquello que esquiando. Despertaba mucha curiosidad entre los esquiadores", recuerda Elizburu.
El aparato es una especie de trineo. "Hay sillas para esquiadores minusválidos que ellos mismos dirigen. La que guío yo es para dos personas: una que va sentada y otra que es quien la lleva. Para ir sentado no hace falta saber esquiar. Sí es necesario aprender y obtener un permiso para dirigirla. Se consigue en Francia, que es donde compré la silla. Aquí no está a la venta", prosigue.
El aprendizaje no fue sencillo. Elizburu comenta que "es necesario saber esquiar bien antes de intentar coger una silla de éstas. Sin embargo, hay diferencias con respecto al esquí normal . Por ejemplo, al hacer los giros hay que hacer al principio el movimiento contrario al que estamos acostumbrados, para acabarlo de la forma habitual".
La modalidad de esquí que practica es la alpina. "El esquí de fondo no es el apropiado. La silla coge mucho peso, por lo que hacer fondo es muy complicado. El peso influye en el descenso de otra manera: al ir dos personas cogemos mayor velocidad. La silla misma ya pesa 40 kilos".
Quienes hasta ahora han probado el servicio que ofrece el lazkaotarra, repiten. "Durante el primer año esquié, sobre todo, con dos chicos. Quedábamos en la estación de esquí. Después ha ido llamando más gente. Muchos esquiadores se acercan cuando ven la silla y me piden el teléfono diciendo que conocen gente que tiene alguna minusvalía física o psíquica y que a lo mejor quisiera probar. Así que en este caso funciona bien el boca a boca y quienes vienen una vez es normal que vuelvan, porque la sensación les encanta. También pueden bajar personas que sufren parálisis total. De hecho, tengo un caso de estos. Y los hay quienes no tiene ningún impedimento pero quieren probar. A todos les gusta mucho", apunta el guía.
Xabier Elizburu no vive del esquí. "Lo que me gusta es ayudar a la gente, porque es algo que he vivido en casa desde pequeño. He conocido todo tipo de personas que tienen alguna dificultad física y esquiar con ellos es para mí algo natural. Sólo pasé miedo una vez y fue guiando a un ciego. Bajé la pista de espaldas por no perderle de vista".
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